Inevitable un cuadro de Nattier:
Escribía Yourcenar: "el vino nos inicia en los misterios volcánicos del suelo, en las ocultas riquezas minerales; una copa bebida a mediodía, a pleno sol, o bien absorbida una noche de invierno, en un estado de fatiga, permite sentir en lo hondo del diafragma su cálido vertimiento, su segura y ardiente dispersión en nuestras arterias, es una sensación casi sagrada, a veces demasiado intensa para una cabeza humana".
