Revista Cine
‘Amor y letras’ – La artes, la simpatía y la depresión del graduado
Publicado el 16 marzo 2013 por Cinemalights @CinemaLightsHace dos años nos sorprendió con la encantadora y neoyorquina Happythankyoumoreplease,una historia coral sobre las distintas manifestaciones del amor —cariño, amistad, familia y romance—. Ahora, el director, guionista y actor Josh Radnor, a quien la mayoría de espectadores conocen por su papel en la serie Cómo conocí a vuestra madre, vuelve a ponerse detrás de la cámara con la comedia dramática Amor y letras, uno de los estrenos de la semana.Las traducciones de títulos pueden hacer mucho daño a la esencia de una película, sobre todo si se trata de un film indie como lo nuevo de Radnor, que no podría estar más alejado del tópico “comedia romántica” que su título en castellano parece indicar —demasiada suerte tuvo con que no le cambiaran el largo título de su primer largometraje—. Liberal arts (humanidades) recupera la simpatía de Happythankyoumoreplease, aunque en este caso el director se centra más en el miedo a crecer y la nostalgia de tiempos pasados que en las relaciones de pareja. Radnor interpreta aquí a Jesse Fisher, un hombre desencantado con su vida que regresa a su universidad para la fiesta de jubilación de uno de sus profesores favoritos. Allí conocerá a la joven Zibby (Elizabeth Olsen), una estudiante de sólo 19 años que le hará rememorar sus mejores años de aprendizaje y replantearse un futuro más que incierto.
La comicidad con que Radnor trata la diferencia de edad, así como las conversaciones de literatura y música entre él y la siempre magnífica y natural Elizabeth Olsen, son de lo mejor de la película, eso sin olvidar la particular relación de amistad y empatía que se establece entre el protagonista y el joven incomprendido estudiante con el que se identifica. Y es que si hay algo que Radnor ha probado de sobras en estas dos películas es que sabe transmitir de forma honesta y sentida las emociones de sus personajes, muchas veces preocupaciones tan reales que hasta el mismo espectador puede llegar a hacerlas propias. Lo hace con los protagonistas y también lo hace con los secundarios, Richard Jenkins y Allison Janney, que representan el hastío de otra generación, mayor, harta de una rutina que la destroza pero incapaz de deshacerse de ella. Las historias paralelas a la del protagonista, no obstante, aparecen un tanto desdibujadas. No es que eso sea malo, al contrario, pero les falta la frescura y sinceridad que tenían, por ejemplo, Malin Åkerman y Zoe Kazan en Happythankyoumoreplease.Y ni Jenkins ni una superwoman como Janney, totalmente desaprovechada, se lo merecen. Eso sí, si tuviéramos que destacar a un secundario, este sería sin duda alguna el que interpreta Zac Efron, aquí en momentáneo estado de gracia. Sólo tiene dos escenas, dos conversaciones que van de la genialidad a la locura, que sin embargo acaban convirtiéndose en dos de los momentos más cómicos, filosóficos y satisfactorios del film, una cinta con la que Radnor abandona su querido Nueva York —aunque sólo a medias— para trasladarse a la Universidad de Ohio.
Lo mejor: los dos momentos de Zac Efron -quién lo iba a decir- y la capacidad de Radnor para transmitir sentimientos, sea miedo, melancolía, nostalgia o compasión.Lo peor: la penosa traducción del título original y que al centrarse más en su propia historia, Radnor se olvida un poco de los personajes secundarios, que podrían haber dado mucho juego.Nota: 7
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