(Abajo, también, les dejo un link para leer 2 cuentos)
AMORES BIZARROS
By: Fernando Carrasco
La obra narrativa de muchos jóvenes escritores peruanos, que hicieron su aparición en la década del noventa, estuvo signada por la influencia de autores como Ray Loriga, Mañas, Easton Ellis y Charles Bukowski. Desde luego que de esa efervescencia de epígonos nada originales del malditismo extranjero han quedado algunos nombres mencionables como Malca, Bayli, Sergio Galarza y Manuel Rilo. La obra de estos jóveves autores daba cuenta del poco interés otorgado al trabajo estructural y lingüístico de los discursos diegéticos (cuentos, novelas) priorizando el plano de la historia en la que describen anécdotas donde el sexo, el alcohol, la homosexualidad y las drogas configuraban los ejes narrativos. No obstante, para suerte de nuestra literatura, esta tendencia narrativa ha sido efímera como se constata después de leer la obra inicial de jóvenes narradores como José de Piérola, “Sur y Norte” (2001); Marco García Falcón, “París personal” (2002); Sandro Bossio, “El llanto en las tinieblas” (2003); Elí Caruzo “El mejorero y otros cuentos” (2003), entre otros. Por su puesto que a esta lista de autores nuevos habría que añadir el nombre de Max Palacios con su libro de cuentos” Amores bizarros”.
“Amores bizarros” está conformado de nueve cuentos. Aunque los dos finales, apartados con el nombre de “otros cuentos”, muestran rasgos significativos, nuestra reseña está centrada en los siete cuentos iniciales ya que por su temática y tratamiento configuran un ciclo cuentístico inquietante. He aquí, entonces, el primer logro de este libro.
El título general cumple su papel de principal referente para acercarnos a las historias narrativas del libro. Efectivamente, las historias que nos presenta Palacios giran en torno al tema amoroso. Sus personajes se arriesgan al extremo por hallar el amor, se niegan a aceptar una separación amorosa, se desilusionan de sus amores, padecen o sufren por el amor del otro y hasta pierden la vida por el mismo. Los personajes son conciencias que problematizan sobre sí mismos. Este rasgo se alcanza a través del manejo efectivo de la focalización interna en los cuentos que nos permite sumergirnos en el inconsciente de los personajes e identificarnos, en algunos casos, con sus temores, obsesiones, complejos, etc. Los eventos o sucesos son siempre transcendentes, es decir, siempre ayudan a avanzar la intriga. Palacios se cuida de llenar las historias de detalles o descripciones sin importancia, logrando configurar historias breves y precisas con acierto, acercándose a los planteamientos de Juan Boch quien sostenía que el núcleo de la técnica del cuento está en “comenzar bien un cuento y llevarlo hacia su final sin una digresión, sin una debilidad, sin un desvío” y, ciertamente, Palacios sabe llegar al final de sus historias para luego rematar, muchas veces, con una solvencia nada común en un narrador joven. Un rasgo presente en todos los finales es que los personajes encuentran en la naturaleza (el viento, la lluvia) un elemento que los rescata de la soledad o la desesperación y los reinserta tiernamente a la vida. En el cuento “Amor nocturno” el personaje ha fracasado nuevamente en su intento de convencer a su amada – una prostituta – a que decida irse a vivir con él. La historia culmina: “A medida que avanzaba, el aire que refrescaba la medianoche le hizo sentir una ligera tranquilidad: lo consolaba la idea de que el próximo viernes ella aceptaría su propuesta” (pág. 26). Y en el cuento “Amor underground” su protagonista es un muchacho desempleado, violento y aficionado a la música punk quien recibe una llamada de su novia y se entera de que pronto será papá “Mientras iba hacia el paradero, sus ojos no se despegaron de las puntas de sus zapatos. Metió las manos a los bolsillos, levantó la cabeza y aspiró el aire del mediodía (pág. 33).
De otro lado, el plano del discurso también presenta algunos elementos relevantes. La mayoría de los cuentos muestran narradores tradicionales (heterodiegéticos) salvo el primero donde percibimos a un narrador – personaje (homodiegético). A pesar de la primacía de los narradores tradicionales, fácilmente el lector capta el mundo interno de los protagonistas ya que los relatos son descritos desde la perspectiva de éstos (focalización interna); en cuanto a la presentación o estructuración de los acontecimientos –fábula como prefería Aristóteles– cabe resaltar el cuento “Amor clandestino”. Este cuento toma forma a partir de dos historias narradas de manera paralela. Por un lado asistimos a la historia amorosa de Rodrigo, joven universitario provinciano, y Dunia, joven universitaria de padres burgueses que milita en un partido subversivo. La otra historia nos muestra a dos oficiales que al hacerle un favor al padre de Dunia, han terminado asesinando a Rodrigo. El cargo de conciencia de uno de ellos – el Bigotes– le confiere mayor dramatismo a esta otra historia, lo que culmina eclipsando el tema amoroso, en desmedro de la historia total. Otro cuento con una estructuración particular es “Amor mutilado”. Este cuento, formalmente el más logrado, presenta una estructura circular. La historia inicia cuando José Luis y Susana discuten en su última cita. Luego, a partir de una analepsis el lector se entera de la historia amorosa de ambos y de cómo ésta se fue viniendo cuesta abajo, hasta llegar al momento en que empezó el cuento con la discusión de los amantes y la separación definitiva.
En cuanto al uso del lenguaje narrativo resaltan las frases cortas y adjetivos precisos que denotan cierto rigor. Los diálogos se muestran ágiles y atinados; a veces, con visos de humor negro e ironía como en el cuento “Amor animal”.
Finalmente, podemos afirmar que todas las cualidades del libro se resumen en el cuento que da título al libro y que se constituye en el arte poética del joven narrador; es por ello que podemos decir que Amores bizarros, de Max Palacios, es un buen libro de cuentos que sitúa a su autor en las primeras filas de la novísima narrativa peruana.
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