Olga y Miguel se conocieron cuando ella se licenció en derecho por la Universidad de San Petersburgo, y sus padres, una profesora de primaria y un mecánico de fábrica de productos lácteos, regalaron a su hija un viaje de 15 días a Salou .
Por ser una buena estudiante, la mejor hija y futura abogada, primera en la familia.
Fue un auténtico flechazo, de esos que solo surgen en películas. Y al finalizar sus vacaciones en España ella se marchaba con un anillo de compromiso, que su flamante y guapísimo novio le había regalado el penúltimo día de su estancia en Tarragona y una promesa de regresar para casarse.
Después de comparar las dificultades de los trámites para contraer el matrimonio en España, optaron por la ciudad de San Petersburgo.
Una boda preciosa y un viaje de novios a Bali que nunca olvidarían, ninguno de los dos.
Ahí por primera vez ella vio a su ya marido esnifar coca desde el cristal de la mesita en el centro de su fabulosa suite nupcial…- Tranquila, mi Amor, lo hago muy de vez en cuando, así me animo… ya sabes, para funcionar mejor…
A los dos años llegó el pequeño Alexander, un bebé hermoso, con ojos de su madre y precioso pelo moreno y rizado de su padre. Parecía que la felicidad no iba a terminar jamás.Al año ella vio a su ya no tan dulce compañero hacerse una raya delante de su propio hijo y dijo: Basta!
En el divorcio tuvo que escuchar de todo, que era una cualquiera, que no cuidaba de su hijo, que no se merecía la custodia, y que no esperase nada de “su” dinero, etc., etc., etc.…
Por decisión judicial la custodia se le otorgó a Olga, a Miguel le obligaban a pagarle 250€ de pensión alimenticia y hacerse cargo del alquiler de una nueva vivienda donde Olga se trasladaba con su pequeño. En el fallo, a petición del padre, el juez prohibía a Olga abandonar la ciudad, como medida cautelar para facilitarle al padre el régimen de visitas.
A los cuatro meses Miguel dejó de pagar el alquiler y a visitar a su hijo, Olga dejó de recibir los 250€ de pensión y, arropada por alguna amiga empezó a buscar trabajo. Y lo encontró…en una inmobiliaria de Girona que la podía incorporar de inmediato, el primer fin de semana después de la entrevista personal.- Miguel, tenemos que hablar. He encontrado trabajo en Girona pero necesito tu conformidad para el traslado del crío a otra provincia y su escolarización ahí. ¿Me la firmas por favor?- Te la va a firmar tu puta madre, -respondió él y colgó. Olga de nuevo marcó el número de su marido, “el número marcado está fuera de cubertura”, respondió el contestador automático de la operadora…
Pasaron dos meses y le llegó la notificación de la demanda por desahucio.En la cafetería tres portales más abajo de su calle Olga estaba con el periódico local leyendo y marcando las ofertas de trabajo en la Costa Brava. - ¿Puedo sentarme contigo? – justo enfrente estaba un simpático y sonriente chico, su cara le resultaba familiar a Olga, ya le había visto por el barrio. -No sé… vale, sí, claro, siéntate.- tímidamente contestó, se sonrojó y luego le sonrió. - Soy Christian y creo que somos vecinos, vivo en el 19 y tú en el 23, ¿verdad? - Es verdad, ¿cómo lo sabes? – se sorprendió ella y una sensación algo inquietante le hizo dudar por un momento si hizo bien o no al dejarle sentarse en su mesa pero parecía tan agradable y sincero, aparte muy atractivo. - Te vi pasar muchas veces con tu hijo al mercado, ahí mi familia tiene un puesto y pensé “qué chica tan guapa y siempre sola”.Ese comentario inofensivo “siempre sola” fue la gota que colmó el vaso. Olga se echó a llorar, con amargura, como nunca lloró en su vida, lloraba sin poder parar, qué vergüenza, la cara roja, hinchada, él boquiabierto y callado enfrente, sin parpadear. Era un cuadro…Le acercó una servilleta para secar las cara y le dijo: ¿Dime qué te pasa y si te puedo ayudar?Y le ayudó. Y mucho. El abogado de su familia llegó al acuerdo con la casera de retirar la demanda ya que él se hizo cargo; volvieron a enfrentarse con Miguel y le consiguieron 450€ de pensión alimenticia, en 5 meses ya vivían juntos…
Un pequeño detalle: Cuando Christian se sentó en aquella mesa y se presentó formalmente, en su casa le esperaba su novia embarazada de 5 meses, que unas semanas después sufrió una paliza por protestar que su pareja ausentaba demasiado de casa y los vecinos empezaron a hablar…
Cuando salió el juicio y la orden de alejamiento de su pareja anterior, viviendo juntos él le hizo teñir su precioso pelo rubio natural de negro, le prohibió el maquillaje, le revisó su ropa y tiró todo aquello que le parecía demasiado corto y provocativo. Y llegaron los insultos, las bofetadas, las palizas…otro juicio, otra orden de alejamiento y… un programa de televisión donde Christian pidió que le ayudasen a reconquistar a su querida y hacerle a Olga la proposición de matrimonio en directo omitiendo que su ruptura no era por tonterías ni por un estúpido enfado, si no por palizas y con una orden de alejamiento dictada por un Juez de Alicante…
Los redactores del programa no sospecharon, no comprobaron nada, para invitarle a Olga al programa le mintieron diciendo que alguien de San Petersburgo le quería dar una sorpresa.
Más tarde un reconocido psiquiatra comentará que el hecho de haber sido rechazado en directo ante miles de personas fue el detonante de la tragedia.
Tres días después de aquel show en directo Christian degolló a Olga en la puerta de su nueva casa…
Casi un año más tarde fue condenado a 23 años de cárcel y 330.000€ de indemnización para el crío y 60.000€ para los padres de Olga.
El niño se fue a vivir con Miguel, su padre biológico, el presunto cocainómano; y los abuelos maternos se vieron obligados a regresar a San Petersburgo sin la posibilidad de ver a su nieto. De no tener la tarjeta de residencia en España ni la abuela, ni el abuelo, ni el hermano menor de Olga jamás volvieron a ver al pequeño que hoy en día ya no se acuerda de su madre, ni habla ruso ni sabe que tiene una familia en San Petersburgo.
Cuando la notica sobre ese trágico acontecimiento saltó en las pantallas de la tv rusa varias de mis afiliadas retiraron sus fotos y perfiles de la agencia.