Revista Cultura y Ocio

"Amos de títeres" de Robert A. Heinlein (1951)

Publicado el 20 diciembre 2013 por Tomas
Hola a todos. La órbita del satélite KindleGarten nos lleva a sobrevolar, una vez más, la Ciencia-Ficción, en esta ocasión de mano del tercer miembro de la Santísima Trinidad del género: Robert A. Heinlein. Si con anterioridad ya había reseñado a los otros dos pilares, Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, me faltaba por leer a este autor, que los aficionados a la vertiente dura de la C-F consideran imprescindible, y lo hice con una de sus primeras novelas (comenzó publicando relatos breves) que es además una obra fundacional, tratando un tema que se convertiría en todo un clásico y que provocaría cantidad de variaciones y clones de todo pelaje. Vamos allá?:

Título: Amos de títeres (The Puppet Masters). También se puede encontrar como "La invasión sutil" y "Titán invade la Tierra", pues tuvo varias traducciones al castellano. 
Autor: Robert A. Heinlein. Ingeniero, militar, escritor, ganador de cuatro premios Hugo, primer Gran Maestro de la SFWA, político frustrado, impulsor de la Ciencia-Ficción y adalid del individualismo.
Sinopsis: Año 2007. La Tierra vive en paz mientras se recupera de la Tercera Guerra Mundial. Pero la amenaza llega del espacio, y no en forma de un ataque violento e intimidatorio, sino como una invasión sutil e invisible. Sólo la más secreta de las agencias del gobierno estadounidense puede detenerlo. Pero ¿cómo luchar contra un enemigo que no puedes reconocer y que se ha infiltrado en todos los estamentos de la sociedad? 
¿Cómo lo podemos definir?: Como una novela de Ciencia-Ficción dura, del subgénero "invasiones extraterrestres" (del que fue pionera), con un estilo propio de los relatos de aventuras, espionaje y agentes secretos, y un cierto tono belicista. 
¿Qué podemos destacar de él?: Como ya dijimos, que es precursora de las historias de invasiones extraterrestres. Además, el estilo simple y casi telegráfico del autor, la velocidad a la que transcurre y el marcado anticomunismo que desprende. 

Dicen los entendidos que debemos agradecer a Robert A. Heinlein que dignificase la C-F, la sacase del reducto de las publicaciones pulp y la llevase al gran público y a la mayoría de edad. Por mi parte sí que puedo afirmar que en esta novela observé muchos de los elementos que considero característicos y definitorios de la rama dura de este género literario. Veamos:
Para comenzar, tenemos el estilo narrativo del autor. Si os gusta la sencillez de Isaac Asimov, su forma de hacer cercana la historia, os gustará Mr. Heinlein. Simple, directo, expeditivo, espartano diría. Relata de forma casi telegráfica, incluso un pelín abrupta por momentos. No existen prácticamente descripciones, y las que hay son muy breves, del estilo "una estancia larga y rectangular". Está narrada en primera persona y abunda en diálogos, compuestos de frases escuetas y directas. 
Esto se traduce en un ritmo narrativo trepidante, frenético. Suceden gran cantidad de acontecimientos, y casi no hay motivos de respiro. Si una palabra define este relato es "Acción". Continuamente está ocurriendo algo, y consigue un efecto cautivador y adictivo irresistible, de esos libros que no puedes dejar de leer.

El argumento supuso una novedad en su momento, pues la idea de un ataque a la Tierra por parte de una raza extraterrestre estaba muy vinculada a la visión de H.G. Wells en su "La guerra de los mundos": Una invasión militar, violenta y con sofisticado armamento. Heinlein, por el contrario, propone una invasión sigilosa, por parte de pequeñas criaturas con aspecto de babosa, procedentes de Titán, que se acoplan al cuello de los humanos (y otras criaturas como monos, perros, caballos...) tomando el control de su mente y doblegando su voluntad, pero manteniendo la apariencia de que son autónomos, como si de títeres se tratasen [de ahí el ilustrativo título ;) ]. De tal manera que resultan más terribles si cabe, porque crean una sensación de psicosis, de paranoia, que lleva a los terrícolas a desconfiar unos de otros y a implantar severas medidas de control, como el nudismo obligatorio o la matanza de mascotas susceptibles de propagar los parásitos invasores. 
La trama tiene un cierto carácter bélico, militarista, pues transcurre en gran parte en las clásicas salas de mando, con gigantescos paneles a través de los cuales el Estado Mayor sigue el desarrollo de la guerra y de las zonas controladas por el enemigo. 

Curiosa portada, inspirada en la cartelería constructivista,
y que, por una vez, guarda estrecha relación con el texto.

La acción transcurre en su totalidad en los Estados Unidos (lo que más tarde se convertiría en un cliché) y ello trae una de las principales críticas que reciben obra y autor: Se percibe claramente un marcado anticomunismo, y es fácil asociar a las babosas invasoras con la amenaza soviética. De igual modo, y con un ácido sentido del humor, Heinlein juega con los tópicos y estereotipos de otros países: los libertinos franceses felices con la imposición del nudismo, los flemáticos y decorosos ingleses negándose a desnudarse, y los soviéticos son retratados como el país idóneo para la invasión de las babosas, pues de cualquier modo ya actúan como si estuviesen dominados por ellas.
Ahí no acaban las críticas a este "Amos de títeres", pues el autor hace un alegato a favor del individualismo (los protagonistas se valen sólo de sí mismos para superar las dificultades, y muchas veces renuncian a ayudar a sus semejantes si ello supone un retraso o una molestia para su misión), tan opuesto al colectivismo comunista, y la obra tiene momentos de un machismo que hoy día nos sorprende:
"—Esperemos a que esto se resuelva, querido —me dijo—. Después, si sigues deseándolo, me casaré contigo. Hasta entonces, gozarás de todas las ventajas del matrimonio y estarás libre de cualquier responsabilidad."
"—¡Abrázame! —La abracé, tratando de no tocar sus quemaduras. Entonces ella dejó de temblar—. Perdóname, Sam. Soy una débil mujer."
Mi recomendación personal es tener en cuenta la época y la situación en la que fue escrita. En 1951, con los inicios de la Guerra Fría y el pánico a la guerra nuclear, y durante la Caza de Brujas del McCarthismo. Aconsejo dejar a un lado los prejuicios y leerla como lo que es: una historia de Ciencia-Ficción entretenida, divertida, narrada a un ritmo infernal y que rebosa de autos voladores, medicina y drogas futuristas, geografía postapocalíptica (Manhattan es un inmenso cráter) y acción desenfrenada. 
Es más, si nos distanciamos un poco y la vemos con nuestra mentalidad actual, podemos disfrutar de la crítica que el autor realiza de las instituciones sociales de su país, como el ejército, los políticos y la comunidad científica, que no sale muy bien parada (impagables los expertos enfrascados en discusiones bizantinas sobre conceptos teóricos mientras la plaga alienígena no para de extenderse).

Otro de los títulos que recibió la novela. 

A estas alturas de la reseña me falta hablar de los personajes, y es que merecen mención aparte. En línea con el estilo narrativo parco y seco del autor, los protagonistas están también apenas perfilados y, además del ya mentado individualismo que guía a todos ellos, se caracterizan por su ausencia de matices, son bastante planos y poco elaborados. Yo los definiría como fríos, asépticos y pragmáticos. No crean empatía, y no parece ser esa la intención de Heinlein. Más bien están al servicio de la historia y de la ideología del autor, que es un total exterminio del enemigo, sin lugar al armisticio o la diplomacia, como nos muestran algunos pensamientos del protagonista: 
"Yo no sabía nada, y me daba igual. Mi único interés en los titanes era lograr su destrucción."
"Cualquiera que se acercase a menos de cien metros de mi cabaña tendría que mostrarme su espalda desnuda, o lo dejaría seco."
Los tres personajes principales son Eliseé Nivens, el protagonista, al que durante casi todo el libro se dirigirán como Sam, y cuyo nombre se cita de manera anecdótica; "el Patrón" (o "el Viejo" en algunas traducciones) su jefe y a la vez su padre, y Mary (cuyo verdadero nombre es Allucquere). Los tres pertenecen a una oscura y desconocida agencia secreta del gobierno estadounidense, y la relación entre ellos es tan fría e impersonal como con el resto de secundarios de la novela. Hasta el punto de que la relación sentimental entre Sam y Mary es completamente desapasionada y casi profesional, pues más allá de llamarse "querido" y "querida" las muestras de amor entre ellos son mínimas.  

Antigua edición del libro con el título de "La invasión sutil"

En conclusión, este "Amos de títeres" es una muestra de Ciencia-Ficción dura llevada a su máxima expresión: Preponderancia de los elementos científico-técnicos en el argumento, lenguaje sencillo y asequible, y personajes poco profundos. La trama es simple y la historia, para su época, muy ocurrente e innovadora (pensemos la de veces que la hemos visto después refrita de una u otra forma). Por mi parte, puedo imaginarme el revulsivo que supuso en su día, y a falta de leer algo más del autor, voy entendiendo que se le considere tan fundamental para el género. 
¿Más datos de interés?: Varios. En 1994 fue adaptada a un largometraje dirigido por Stuart Orme, con Donald Sutherland como Andrew ("el patrón"), Eric Thal como Sam y Julie Warner como Mary. En un serie B facturado con un presupuesto muy justo y destinado al público devoto del género. Fue su primera adaptación oficial, tras infinitos plagios y versiones no autorizadas.

En España, por supuesto, se retituló, en este caso como "Alguien mueve los hilos", tal vez por evitar la confusión con las películas de la saga de terror "The Puppet Master"Creo recordar que se publicó directamente a vídeo, pero no me hagáis mucho caso, tal vez tuvo un breve y poco notorio paso por las salas de cine. 

Sam contempla una babosa, en un fotograma poco afortunado que le da cara de bobalicón.

Por su parte, y gracias a su aparición en la serie "Futurama", las babosas cerebrales terminaron por convertirse, por méritos propios, en todo un icono de la cultura pop.

Echadle un vistazo a los resultados de búsqueda en Google para "brain slugs futurama" y asombraros con la cantidad de monerías (diademas, sombreritos, pinzas del pelo, cupcakes, peluches...) que hay relacionadas con estos "encantadores" seres.  
Pronto veremos en este mismo blog una obra muy similar y publicada apenas cuatro años después: "Invasores de cuerpos" de Jack Finney. Y hablando de similitudes, ¿soy el único al que los Goa'uld de StarGate le recuerdan bastante a estas babosas de Titán?
Y así termina nuestra reseña de este "Amos de títeres" que es una lectura aconsejable y sin desperdicio pero a la que, una vez más, os recomiendo acercaros libres de prejuicios y sin tenerle en cuenta según que cosas a Mr. Heinlein. Nos leemos!

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