Amsterdam
AutorIan McEwanMás información: Página Web TraductorJesús Zulaika LibroEditorial: AnagramaEdición: septiembre 2008Páginas: 198ISBN: 978-84-339-6890-6Premio Booker 1998Mi impresión
Creo que puedo resumir esta novela con una única palabra: excelente. No sé si todo aquél que la haya leído coincidirá conmigo, pero si ya de por sí el argumento es bueno, la forma de narrar, el hilo conductor, que utiliza el autor acaba enganchando al lector (tú o yo) de tal manera que no apetece soltar el libro hasta el final. La historia que se nos presenta es la de un grupo de "amigos" que, después de la muerte y funeral de la que fuera amiga, amante y esposa de más de uno de ellos, desencadena una reacción tal que aparece un revanchismo por acontecimientos pasados que nos llevan a un final inesperado... o no tan inesperado. Un compositor, un periodista, un millonario y un político centran la trama de la novela y nos da conocer cuán despiadado puede ser el ser humano, y como todo lo que uno cree que hace con buen criterio, aunque sea para perjudicar a un tercero, se puede volver contra uno mismo. Las apariencias, el no querer ver qué está pasando, el no querer ser partícipe de la sociedad que nos rodea así como el egocentrismo de alguno de los protagonistas nos permiten avanzar de manera intensa en un mundo que, aunque aparentemente pueda ser el deseable, no deja de ser un mundo lleno de trampas y zancadillas hasta conseguir el descrédito del contrario.
Además, durante la narración asociaremos, de manera figurada, la imagen de portada del libro a los acontecimientos y sólo al final averiguaremos el por qué el título de Amsterdam... Disfrutad de esta buena lectura.
Contraportada del libro
Molly Lane ha muerto a los cuarenta y seis años de edad. Era una mujer muy libre, muy seductora, y en su entierro se encuentran presentes los cuatro hombres más importantes de su vida: Clive Linley, músico famoso; Vernon Halliday, periodista y director de uno de los grandes periódicos del país; George Lane, su poderoso y multimillonario marido, y Julian Garmony, un notorio político de derechas, actual ministro de Asuntos Exteriores y candidato a primer ministro. Clive y Vernon son amigos desde los lejanos y felices años setenta, y ambos fueron amantes de Molly cuando todos ellos eran jóvenes, idealistas y pobres. George, el marido, entró mucho más tarde en la vida de la fascinante mujer y jamás pudo poseerla del todo, excepto en el terrible período final, de descenso a los infiernos de la pérdida de memoria y la desintegración mental, en el que se convirtió en su implacable ciudador y carcelero. Y con respecto a Garmony, representante de la derecha más pura y dura y de todo l que Vernon, Clive y Molly odiaron durante toda su vida, ni el periodista ni el músico pueden explicarse qué era lo que Molly veía en él, qué extraña relación les unía. Pero lo descubrirán pocos días más tarde cuando Georges, el marido, le ofrece a Vernon unas espectaculares fotos del futuro primer ministro vestido con unas excitantes ropas de mujer. Fotos tomadas precisamente por Molly y que serán el disparo de salida de esta feroz, cínica, mordiente fábula moral. "A pesar de la negrura de su tema, o precisamente por ello, Amsterdam es una novela extremadamente divertida. Ian McEwan satiriza nuestra sociedad contemporánea con una brillantez e inteligencia pocas veces igualada..." (Alain de Botton, The Independent). "Su novela más divertida, pero también la más letal hasta la fecha... Amsterdam es una severa crítica a la naturaleza humana, con especiales referencias a la generación de los años setenta. McEwan es uno de los escritores ingleses más originales, a pesar de que no parece interesado en la escritura experimental. Su prosa es precisa y reveladora, y todo lo que describe se nos aparece nuevo, sorprendente, luminoso, como un cuadro familiar recientemente limpiado y restaurado" (Gabriele Annan, The New York Review of Books). "Una fábula moral extremadamente inmoral, contada con irónica distancia, y un argumento impecable, lleno de suspense, que despliega su elegante estructura para placer del lector. Me recuerda a las mejores obras de Chesterton y de Huxley, y también encuentro en ella ecos de Henry James" (A. S. Byatt, The Literary Review). "Una obra maravillosamente orquestada por un artista mayor de la literatura" (Phil Baker, Times Literary Supplement).