—Hay cosas más importantes que las sinfonías. Las personas, sin ir más lejos.
—Y ¿no son esas personas tan importantes como las tiradas de los periódicos, Vernon?
"Ámsterdam" de Ian McEwan se publícó en 1998, año en el que se la distinguió con el Premio Booker
Sinopsis (tomada de la propia edición de Anagrama)Molly Lane ha muerto a los cuarenta y seis años de edad. Era una mujer muy libre, muy seductora, y en su entierro se encuentran presentes los cuatro hombres más importantes de su vida: Clive Linley, músico famoso; Vernon Halliday, periodista y director de uno de los grandes periódicos del país; George Lane, su poderoso y multimillonario marido, y Julian Garmony, un notorio político de derechas, actual ministro de Asuntos Exteriores y candidato a primer ministro.
Clive y Vernon son amigos desde los lejanos y felices años sesenta, y ambos fueron amantes de Molly cuando todos ellos eran jóvenes, idealistas y pobres. George, el marido, entró mucho más tarde en la vida de la fascinante mujer y jamás pudo poseerla del todo, excepto en el terrible período final, de descenso a los infiernos, de la pérdida de memoria y la desintegración mental, en el que se convirtió en su implacable cuidador y carcelero. Y con respecto a Garmony, representante de la derecha más pura y dura y de todo lo que Vernon, Clive y Molly odiaron durante toda su vida, ni el periodista ni el músico pueden explicarse qué era lo que Molly veía en él, qué extraña relación les unía.
Pero lo descubrirán pocos días más tarde cuando George, el marido, le ofrezca a Vernon unas espectaculares fotos del futuro primer ministro vestido con unas excitantes ropas de mujer. Fotos tomadas precisamente por Molly y que serán el disparo de salida de esta feroz, cínica, mordiente fábula moral.
Mi comentarioTras una sinopsis tan poco esquemática creo que no queda mucho margen para contar aspectos de la trama si es que no se quiere 'spoilear' (perdón por el palabro) a degüello. Me dedicaré a ver esta interesante novela desde el punto de vista que creo más destacable: el humor, la crítica sarcástica -y algo cruel, todo hay que decirlo- de la sociedad norteamericana urbanita que vive inmersa en su narcisismo y ajena a la realidad y sensibilidad del mundo circundante.
Creo que lo que mejor define a Ian McEwan es su fino olfato para detectar la impostura, la falsedad y la pura apariencia tan frecuente en profesionales muy pagados de sí mismos, como Julián Garmony, político hipócrita; Vernon Halliday, periodista director de "El Juez", un periódico en horas bajas; y su amigo de siempre, Clive Linley. Halliday cree que todo vale para el negocio ignorando que su tiempo quizá ya pasó, lo que es perceptible en su incapacidad para reconocer la falsedad de quienes como Frank Dibben dicen ayudarle en su propósito y lo que en verdad le están haciendo es lo que popularmente se conoce con la expresión "hacer la cama". Sí, Vernon Halliday que en otro tiempo se hizo famoso por desvelar un asunto político conocido como 'Calvogate' piensa que las fotos de Garmony travestido de mujer será otra pica en Flandes en su trayectoria periodística. No se da cuenta de que el paso del tiempo es inexorable y de que él profesionalmente está acabado pues en este momento asuntos como éste no excitan a la audiencia.
El amigo de siempre de Vernon, el compositor Clive Linley, está en estos momentos (los acontecimientos narrados suceden en 1995; 1998 es el año en que la novela apareció en Inglaterra alzándose con el premio Booker) preparando la Sinfonía del Milenio, encargo musical que Bruselas le ha hecho y que servirá para que Europa dé la bienvenida al nuevo siglo como se merece. También a él el tiempo se le está acabando en un doble sentido: el primero es que apenas si le quedan unas semanas para ir a Ámsterdam y ensayar allí con la Orquesta toda la Sinfonía que aún no ha finalizado del todo; y el segundo es que, al igual que a Vernon, su momento de gloria profesional parece haber declinado. Así se desprende de la feroz opinión que sobre dicha sinfonía le dará el crítico musical Paul Lanark en diálogo con el propio Clive:
—He oído millones de cosas sobre ella. Dicen que ha «fusilado» usted a Beethoven de mala manera. —Lárgate, imbécil.Pocos autores hay capaces de decir más y con más humor crítico que McEwan en este breve diálogo. El novelista se burla del 'todo vale' que el posmodernismo ha instituido en las artes, en especial en esa ocultación del plagio bajo la expresión 'cita', 'muestra' o 'intertexto'. Magnífico.
—Supongo que usted lo llamará «muestreo». O «cita» posmoderna. Pero ¿no era usted premoderno?
En definitiva, pues, nos encontramos con dos hombres que conocieron y amaron a la muy libre Molly en los años sesenta, Clive, y en 1975, Vernon; dos hombres que se consideran de izquierdas, que consumieron drogas en su juventud, que junto a otros jóvenes contribuyeron a detener la guerra de Vietnam, que triunfaron en sus profesiones y que ahora en el momento del sepelio de Molly no pueden entender cómo el político de derechas Garmony pudo tener un affaire con ella. Además, ambos desprecian al viudo marido entregado en vida a su mujer a la que cuidó hasta que murió. Y lo peor es que no disimulan su mala opinión sobre ambos, en especial sobre el ministro de Asuntos Exteriores aspirante a Primer Ministro al que Clive en público le recuerda que 30 años atrás él, Garmony, había dicho que Nelson Mandela merecía morir. Al marido, George Lane, lo que le hacen es un enorme desprecio dándole la espalda durante la ceremonia fúnebre. Clive y Vernon son, como se ve, dos personas con un muy mal perder, pero como reconoce el dicho popular la venganza se sirve en plato frío y nos bastará con leer la novela para ver cómo la prepotencia y el no saber valorar debidamente los méritos de unos y de otros los abocará a un final bastante contrario a sus propósitos.
Es Ian McEwan un artista en el manejo de los resortes del thriller psicológico. Es fantástico ver cómo va llevando a estos dos hombres por unos vericuetos mentales que casi sin saberlo propiciarán su final sin ser muy conscientes de ello. Los dos, al ver la muerte súbita y dolorosa de Molly, se han prometido mutuamente ayudarse si, por lo que sea, las cuestiones de salud se les tuercen. Lo curioso, y este es uno de los acicates de la lectura de esta novela, es ver cómo las circunstancias en uno y otro se disponen para que ellos realicen acciones creyéndose independientes cuando en el fondo el muñidor de todo lo que acaece es otro que tranquilamente y sin mancharse espera ver pasar los cadáveres de sus enemigos por delante de la puerta.La novela es crítica con los urbanitas. Lo hemos visto en el caso de Clive y Vernon. También lo es con "Molly, mujer espléndida y de ingenio, crítica de restaurantes, fotógrafa, audaz jardinera", aunque mucho menos que con sus amantes. de juventud A ella la presenta como una mujer independiente y sincera que no está pendiente de cómo será entendido su comportamiento por los demás. A ella no le importa amar al derechista Ministro de Asuntos Exteriores porque ella a quien ama es al hombre Julián Garmony, no al personaje público; y lo mismo le sucede con su marido, el poderoso y multimillonario empresario George Lane. Muy distinta su conducta de la de sus dos antiguos enamorados, siempre pendientes del impacto que sobre los otros tendrá su modo de proceder.
Junto a la impostura de cierta izquierda la novela profundiza en el miedo a la desaparición, el paso del tiempo, el temor a la muerte, la angustia a no ser recordado tras la extinción. El deterioro, la vejez, la enfermedad sigilosa, son pensamientos recurrentes para Clive Linley:
La residencia de ancianos, la televisión en la sala comunal, el bingo, los varones viejos con sus pitillos y sus orines y sus babas. No lo consentiría. A la mañana siguiente iría al médico. Pero era eso lo que Molly había hecho, y la habían enviado a hacerse análisis. Podían llevar a cabo el seguimiento de tu declive, pero no podían evitarlo. Lo mejor, pues, era mantenerse lejos de los médicos.En Vernon Halliday, el novelista centra más el asunto de la moralidad, de la hipocresía, de la intimidad..., y de cómo todo esto debería, según el personaje, incidir en la política. Pero no, ya lo he dicho antes, esto ya no es así hoy y Vernon al pensar así demuestra que pertenece a otra época:
su firme mano se disponía a extirpar un cáncer de los órganos del grupo gobernante (tal era el tenor que pensaba emplear en el editorial que seguiría a la dimisión de Garmony). La hipocresía saldría a la luz, el país seguiría en Europa, la pena capital y el servicio militar obligatorio seguirían siendo estantiguas del pasado, la seguridad social sobreviviría de una forma u otra, la ecología planetaria recibiría un empujón decoroso.
Estilísticamente la novela tiene cualidades y calidades enormes. Las descripciones, por ejemplo, del proceso mental que el compositor desarrolla en su cabeza en el curso de creación musical me han parecido magníficas:
Ahora las texturas se multiplicaban al incorporarse a la confabulación del trombón nuevos instrumentos, y la disonancia se propagaba como por contagio, y pequeñas y duras esquirlas —las variaciones que no habrían de conducir a ninguna parte— se alzaban hacia lo alto como chispas que de cuando en cuando chocaban y producían las primeras vislumbres del vertiginoso muro de sonido, del maremoto que empezaba ya a gestarse y pronto barrería cuanto encontrase a su paso, para acabar destruyéndose a sí mismo en el lecho de roca de la tónica y su escala.Es una gozada leer en Ian McEwan fragmentos como el citado. Sólo lamento una cosa y es no poseer el suficiente nivel de inglés como para haberlo leído en su idioma. Aquellos que manejáis bien la lengua de Shakespeare disfrutaréis leyendo esta novela en la lengua en que fue escrita pues hay juegos de frases y de palabras que, seguro, encontrarán pleno sentido en la versión original. Así se deduce, por ejemplo, cuando a Vernon la esposa de Garmony le echa por tierra toda su estrategia al convertir el asunto de las fotos en algo doméstico, íntimo y lúdico, muy lejos del escándalo político que él, con las palabras que utilizaba en el editorial del periódico, pretendía desatar:
la pueril distorsión jocosa de drag, y el populachero —y condenado al fracaso— juego de palabras entre «bragas hechas un ovillo» y «estar hecho un manojo de nervios», y las poco convincentemente contrapuestas expresiones «vestirse informalmente» y «disfrazarse»…
En conclusión..."Amsterdam" de Ian McEwan es una trágica historia de amistad-odio entre los actuales y antiguos amantes de Molly, una mujer vital que inesperadamente enfermó y al poco murió. La llegada de todos sus antiguos amigos, actual marido, amantes pretéritos y tal hacen revivir en todos ellos no pocos recuerdos que serán el punto de salida de una sigilosa venganza que se consumará en la ciudad de Ámsterdam.
Un interesante relato que tiene sus momentos sorpresivos y sus giros inesperados tan habituales en el escritor inglés y que siempre incitan a leerle.
Datos de la novela:
ISBN 978-84-339-6890-6
EAN 9788433968906
PVP CON IVA 16.00 €
NÚM. DE PÁGINAS 200
EDITORIAL: Anagrama
COLECCIÓN Panorama de narrativas
CÓDIGO PN 430
TRADUCCIÓN Jesús Zulaika Goicoechea
PUBLICACIÓN 01/09/1999
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Nota:De Ian McEwan tengo reseñada en el blog, "Chesil beach", una novela que al igual que ésta me gustó mucho. Si queréis leer mi opinión sobre ella no tenéis más que pinchar aquí

