Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas los ángeles acudirían en su ayuda.
Sólo pusieron una condición, que era de uso personal y nunca podrían prestarlos, porque si lo hacían, la magia desaparecería y su protección con ella. Los duendes llamaron a esta bola “llamadores de Ángeles”.
El sonido que desprende el llamador de Angeles atrae a las energías angélicas para que puedas sentir su protección, apoyo y amor a tu lado.
En la India y otros países las mujeres embarazadas los llevaban a la altura del ombligo para proteger al bebe de cualquier negatividad externa.


"A veces al amanecer, cuando no sabemos con certeza si estamos dormidos o despiertos, o a la hora del crepúsculo cuando las sombras nos hacen dudar de nuestros sentidos, adivinamos invisibles presencias, susurros, aleteos, risas contenidas, y hasta puede rozar nuestra mejilla algo que no podemos definir. Son los ángeles: vienen y van, escuchando nuestros secretos y susurrándonos melodías"
