Descarga el texto
Ildefonso Moriones, ocd
El 11 de julio de 1581 fue elegida priora de Beas la madre Catalina de Jesús (Sandoval y Godínez) de quien habla santa Teresa en el capítulo 22 de las Fundaciones. Al ver que quedaba libre Ana de Jesús, el Vicario provincial de Andalucía, Diego de la Trinidad, en el mes de octubre le pidió que promoviera una fundación en Granada. Pero ella, desconfiando de las promesas de ayuda que el superior daba por seguras, respondió que eran necesarias ulteriores garantías. Y no sólo no se puso en camino, sino que prefirió informar a la Madre Fundadora de la nueva propuesta. El mensajero fue fray Juan de la Cruz, que viajó para proponer a la Santa que fuera a fundar, como lo había ido haciendo hasta entonces. Pero, al estar ella ya comprometida con la fundación de Burgos, le respondió que, donde estaba Ana de Jesús, no era necesaria su presencia, pues ella lo haría bien.
Juan de la Cruz regresó con el permiso del Provincial, la bendición de la madre Fundadora, y nada menos que con dos monjas bien experimentadas de Ávila, y una de Toledo, Beatriz, la sobrina de Teresa, más dos hermanas de velo blanco de Villanueva de la Jara. Aunque llegaron a Beas el día de la Inmaculada, Ana de Jesús no quiso moverse hasta que el Vicario les anunció que ya tenía alquilada una casa. Y el 16 de enero de 1582, con Juan de la Cruz al frente de la comitiva, se pusieron en camino. Se trataba de un recorrido de 147 km, pasando por Úbeda, Baeza, Iznalloz, Deifontes y Albolote, que podía hacerse en unas 32 horas.
Pero resulta que, cuando ya no les faltaban más que cuatro horas para llegar a su destino, les avisaron de que el dueño de la casa, al enterarse que era para convento, se había echado atrás. Ante esa emergencia, don Luis de Mercado le pidió a su hermana que las recibiera provisionalmente en su casa, y la noche del 19 al 20 de enero salieron de Deifontes, llegando a Granada a las tres de la mañana. A las ocho se celebró la Misa, con permiso del Arzobispo don Juan Méndez de Salvatierra, que lo fue de 1577 a 1588, y se dio por fundado el convento (Recuérdese que la Santa llegó a Burgos el día 26 de ese mismo mes de enero, fiándose de don Álvaro de Mendoza que le garantizaba el permiso del Obispo, y no lo consiguió hasta el 19 de abril).
Al no caber todas las monjas en casa de doña Ana de Peñalosa, las dos de Villanueva de la Jara volvieron a su convento de origen, mientras las restantes, durante siete meses, soportaron con paciencia y alegría las incomodidades de los comienzos. Escuchemos al menos un pasaje de la relación de Ana de Jesús:
“Yo, en este tiempo, andaba con algún cuidado de ver la poca ayuda que se nos ofrecía entre esta gente, y todas las veces que lo advertía me parecía oía lo que dijo Cristo nuestro Señor a los Apóstoles: ‘Cuando os envié a predicar sin alforjas y sin zapatos ¿faltó os algo?’ Y mi alma respondía: ‘No por cierto’, con una gran confianza de que en lo espiritual y temporal nos proveería Su Majestad muy cumplidamente. Era de arte que teníamos misas y sermones de los más afamados sacerdotes y predicadores que aquí había, casi sin procurarlo; gustaban mucho de confesarnos y saber nuestra vida. Y ansí, de la seguridad interior que he dicho que Dios me daba de que no nos faltaría nada, como fue de una cosa que luego que aquí vine se me ofreció: fue que, con gran peso o particularidad, oí interiormente aquel verso que dice: ‘Scapulis suis obumbrabit tibi et sub pennis eius sperabis’ <Salmo 90, 4. Se ve que Ana entendió el latín, pues no añade la traducción: “Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás”>. Di cuenta a mi confesor, que era el padre fray Juan de la Cruz y al padre maestro Juan Bautista de Ribera, de la Compañía de Jesús, con quien comunicaba todo lo que se me ofrecía, en confesión y fuera de ella, y a entrambos les pareció ser estas cosas prendas que nuestro Señor daba de que esta fundación se hacía muy bien, como hasta ahora, que ha cuatro años se ha hecho. Sea su nombre bendito, que en todo este tiempo, me afirman las hermanas que vinieron a la fundación, traían más presencia y más comunicación de Su Majestad que habían sentido en toda su vida”.
En agosto de 1582 encontraron una casa provisional y el traslado de las Descalzas de Granada a su sede definitiva tuvo lugar en noviembre de 1583, acompañadas por san Juan de la Cruz.