Revista Cultura y Ocio

Ana de Jesús: Un trienio que marcó época

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Ana de Jesús: Un trienio que marcó época

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Ildefonso Moriones, ocd

Nótese que los principales protagonistas de esta aventura fundacional, seguirán unidos para siempre con lazos de amistad y de colaboración. A petición de Ana de Jesús el Santo comentará el Cántico espiritual, y a petición de Ana de Peñalosa comentará la Llama de Amor viva. Don Luis de Mercado se ordenará de sacerdote y merecerá que el Santo le dedique las siguientes palabras en la última carta completa que se conserva de él, dirigida precisamente a doña Ana de Peñalosa el 21 de septiembre de 1591:

“Heme holgado mucho que el señor don Luis sea ya sacerdote del Señor. Ello sea por muchos años y Su Majestad le cumpla los deseos de su alma. ¡Oh, qué buen estado era ése para dejar ya cuidados y enriquecer apriesa el alma con él! Déle el parabién de mi parte, que no me atrevo a pedirle que algún día, cuando esté en el Sacrificio, se acuerde de mí; que yo, como el deudor, lo haré siempre; porque, aunque yo sea desacordado, por ser él tan conjunto a su hermana, a quien yo siempre tengo en mi memoria, no me podré dejar de acordar de él”.

Los años 1582-1585, en que Juan y Ana son superiores de sus respectivas comunidades, constituyen el período de comunicación más intensa entre ambos y son también la época más fecunda del magisterio escrito de San Juan de la Cruz, todo ello durante el provincialato del padre Gracián.

Creo oportuno adelantar aquí que el Cántico espiritual no se editó hasta 1627, en Bruselas, donde lo había llevado Ana de Jesús. En España se comenzó a editar poco después, suprimiendo el nombre de Ana de Jesús en la dedicatoria, y lo mismo se hizo en la primera edición italiana. De momento recordemos al menos el comienzo de las palabras de san Juan de la Cruz sobre la madre Ana de Jesús cuando estaba en vísperas de ir a fundar el convento de Madrid:

“Declaración de las Canciones que tratan del ejercicio de amor entre el alma y el Esposo Cristo, en la cual se tocan y declaran algunos puntos y efectos de oración, a petición de la madre Ana de Jesús, priora de las Descalzas en San José de Granada. Año de 1584.

“Por cuanto estas Canciones, religiosa Madre, parecen ser escritas con algún fervor de amor de Dios (cuya sabiduría y amor es tan inmenso, que, como se dice en el libro de la Sabiduría, toca desde un fin hasta otro fin, y el alma que de él es informada y movida, en alguna manera esa misma abundancia e ímpetu lleva en su decir), no pienso yo ahora declarar toda la anchura y copia que el espíritu fecundo del amor en ellas lleva; antes sería ignorancia pensar que los dichos de amor en inteligencia mística, cuales son los de las presentes Canciones, con alguna manera de palabras se pueden bien explicar; porque el Espíritu del Señor que ayuda nuestra flaqueza, como dice San Pablo, morando en nosotros, pide por nosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien entender ni comprender para lo manifestar […]. Hablo con V. R. por su mandado, a la cual Nuestro Señor ha hecho merced de haberla sacado de esos principios y llevádola más adentro del seno de su amor divino. Y así espero que, aunque se escriben aquí algunos puntos de teología escolástica acerca del trato interior del alma con su Dios, no será en vano haber hablado algo a lo puro del espíritu en tal manera; pues, aunque a V. R. le falte el ejercicio de teología escolástica, con que se entienden las verdades divinas, no la falta el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan”.

Ana de Jesús comenzó su vida de oración bajo la dirección del padre Pedro Rodríguez de la Compañía de Jesús y la continuó en la escuela teresiana bajo el magisterio directo de sus dos principales maestros.


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