Revista Cultura y Ocio

Ana Frank, la adolescente que quería ser periodista

Por Antoniobarba
Ana Frank, la adolescente que quería ser periodista

Ana Frank

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Ana Frank

Nunca es tarde si la dicha es buena, así que nunca es tarde para haber leído un libro como el Diario de Ana Frank. Aunque sea una dicha triste, porque conforme avanzan las páginas sabes que se aproxima no solo el final del propio diario, sino el de su autora, que murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen en 1945, víctima del tifus, después de que los nazis descubrieran el escondite en el que sobrevivió durante dos años junto con su familia judía en Amsterdam, al que ella llamaba la Casa de Atrás.

Ana era, cuando comenzó su escritura, una preadolescente que en ese momento tendría la edad que mi hija tiene ahora. Dejó escrito un alegato de una hondura y una sinceridad estremecedoras contra la barbarie del ser humano y el horror nazi.

Compré este libro, que llevaba años queriendo leer, tras visitar, también con mi pequeña, una de las exposiciones más conmovedoras que ahora mismo se pueden ver en Madrid, la tremenda Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos.

Para que tragedias tan espeluznantes como esta no se vuelvan a repetir hace falta mucha vacuna contra el odio, la intolerancia y el antisemitismo en forma de páginas como las del Diario de la pequeña Ana. Ella, que quería ser periodista y escritora, murió sin poder conocer la enorme repercusión que tendrían sus palabras: su eco, la verdad y la fuerza de su Diario acompañarán siempre a sus lectores.


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