Ana Gabriel, progresista, independentista, separatista y sobre todo, demócrata convencida, ha defendido en fechas recientes que “si pudiera formar parte de un grupo que decidiera tener hijos e hijas en común, en colectivo me gustaría la idea”. Ante la extrañeza del periodista, Gabriel abunda: “Como en muchas otras culturas que hay en este mundo, donde la figura de la paternidad o la maternidad no está tan individualizada, no se centra en un núcleo tan pequeño como el de la familia nuclear”.
Me llevó tiempo comentar esta noticia, no entendía la postura de la política catalanista: La madre naturaleza selecciona -generalmente a los machos- en la mayoría de las especies a fin de mejorar genéticamente la prole, de modo que sean descendientes de los más fuertes; se conoce que en el reino animal no exis te la misma libertad que en estas sociedades civilizadas. El modelo tribal de la Sra. Gabriel no ha sido excesivamente común, ni tampoco ha ofrecido resultados alentadores en cuanto a sistema a seguir; históricamente nuestra especie ha procreado en el seno de una unidad familiar que educó a sus hijos como buenamente pudo y, la verdad, es que no nos ha ido tan mal.
Eso me hizo pensar cual podía ser el motivo de Dª Ana para afirmar gustarle la idea de tener hijos (e hijas) en común y encontré la imagen que ilustra la entrada de hoy, lo que me hizo ver la luz. El natural impulso de la independentista hacia el apareamiento se ve afectado por la natural selección a la que antes hacíamos referencia, y ante la ausencia de posibilidades de cubrir sus necesidades biológicas, busca en la comuna una solución alternativa.