Revista Cultura y Ocio
“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”.
Así comienza Ana Karenina. Hay inicios que ya dicen mucho, y este es uno de los mejores que yo he leído. Pero no todo es empezar, y en un libro de 800 páginas escrito hace más de 100 años, los números cantan. Y cantan a premio gordo, porque donde esperabas un libro hallas veinte. Donde aguardabas una historia de amor trágica, encuentras una alegato a favor de la libertad de la mujer para decidir sobre su vida. Un manifiesto filosófico sobre la condición humana, sobre el amor, sobre los celos, sobre la venganza. Una madre desesperada y confusa que sufre el desprecio social y paga la osadía de pretender ser ella misma y jugar su propio papel en la vida. Una mujer infiel que se mantiene apegada a sus principios, y muere por ellos en una escena de un dramatismo arrollador. Tremenda.
Junta ella está Kitty, su contrapunto, toda dulzura e ingenuidad. Y su esposo, Levin, un hombre de campo de la época que nos traslada a los pensamientos más profundos de Tolstoi sobre el ordenamiento social, el papel de la iglesia y la situación de los campesinos. Tradición y modernidad. Un clásico que no ha envejecido y que se lee y se entiende hoy como en 1873. Si tienes agallas no te los pierdas, afronta el reto. (Me gustará ver como meten todo esto en una película.Por cierto, que según Tolstoi, Ana era gorda.... )