Revista Cultura y Ocio

Ana Merino. "El mapa de los afectos". Premio Nadal 2020

Publicado el 12 mayo 2020 por Juancarlos53

Tom había muerto hacía más de un lustro, una muerte absurda, pensó el viejo Curtis abatido; como todas las muertes que llegan antes de tiempo, porque por entonces su amigo solo tenía sesenta y un años, y con esa edad uno espera poder vivir un poco más [...]

"Hacerse viejo no sirve más que para recordar la tristeza", pensó Curtis mientras, tembloroso, se liaba un cigarrillo. (pág. 62)

De Ana Merino sabía ya, antes de leer este libro, algunas cosas. Por ejemplo, que es hija del escritor José María Merino, por lo que aunque nacida en Madrid está muy relacionada con la provincia de León de donde es natural su padre. León, es cosa bien sabida, es una auténtica nación de escritores (no, yo no participo de la peregrina idea de la Nación Leonesa en sentido político, pero no hago ascos a la literaria). Muchos son los leoneses que se han sentido tentados por el diablo de la literatura: Josefina Aldecoa, Jesús Torbado, Luis Mateo Díez, José María Merino, Jesús Fernández Santos nacido en Madrid pero de familia leonesa, la poeta Amparo Carballo Blanco y tantos otros.

Ana Merino.

Literariamente también sabía que Ana Merino cultiva fundamentalmente la poesía y que ya son al menos nueve los poemarios que han visto la luz. Wikipedia me sirve ahora mismo para conocer que ha escrito teatro y que le interesa mucho el mundo del cómic que ha estudiado en "El cómic hispánico" (2003), que indaga sobre el cómic en Iberoamérica, y en un ensayo de más alcance titulado "Diez ensayos para pensar el cómic" (2017). También es autora del texto de un cuento infantil ("Martina y los piojos", 2017) ilustrado por Axier Uzkudun. "El mapa de los afectos" es su segunda incursión en la narrativa; la primera fue una novela dirigida a un público juvenil titulada "El hombre de los dos corazones" aparecida en 2009.

De su vida personal y profesional sólo me interesa para reseñar esta novela, ganadora del Premio Nadal 2020, saber que en 2011 diseñó en la prestigiosa Universidad de Iowa el primer MFA de escritura en español. El Máster de escritura creativa de la Universidad de Iowa es uno de los más prestigiosos de todo Estados Unidos, habiendo sido esta Universidad la iniciadora en 1936 de los cursos de posgrado para escritores. Por las aulas del Writer's Workshop de esta institución pública, han pasado como alumnos o profesores, entre otros, John Irving, John Cheever, Kurt Vonnegut, Jane Smiley o Philip Roth.

Allí en Iowa conoció y se casaría con el también poeta y narrador Manuel Vilas. Y allí, aunque ya no dirigiendo el MFA de escritura en español, sigue viviendo. Según ella, y cuando se lee su novela así se constata, en estos 24 años que lleva en USA se ha americanizado muchísimo viviendo siempre en localidades rurales en las que las relaciones humanas son muy intensas.

Leyendo la novela entramos en la vida cotidiana de una localidad rural del medio oeste americano, en Iowa. Estamos en lo que se denomina la América profunda. Asistimos, en las 155 páginas que ocupa la historia distribuida en 22 capítulos con título más un epílogo, al discurrir diario de toda una Comunidad cuyos miembros con sus secretos y sus evidencias, sus pequeños deslices amorosos, sus menores y sus grandes vicios, se relacionan íntimamente unos con otros. En sentido amplio no hay un personaje protagonista claro pues en realidad toda la localidad es protagonista de la vida y las vidas de todos y cada uno de sus integrantes. Es, pues, una novela coral.

Muchos son los asuntos que se tocan en el relato; verdaderamente creo que quizás demasiados: la inmigración, la homofobia, el feminismo, el alzheimer, la hipocresía religiosa, el alcoholismo, la adolescencia, la guerra... y sobre todos ellos o, mejor dicho, envolviéndolos está el amor. Un amor que conoce distintas maneras de mostrarse: a través de la inocente mirada del niño Samuel enamorado platónicamente de la señorita Valeria, su maestra; personificado en la condición de amantes de Tom y Valeria; en los celos de Gina, la mujer de Greg; en la mera y sana amistad existente entre David y Greg, compañeros de trabajo; en el amor equivocado y felizmente resuelto entre Valeria y Paul; etc., etc. Dentro de este abanico de personajes hay algunos que en cierto sentido funcionan como hilos principales de este entramado: Valeria, Sam, Rita... Pero no se puede desdeñar la importancia que tiene el grupo de las mujeres. La verdad es que ellas son los personajes más abundantes y las hay de todas las clases y pelajes desde la educada y estudiada señorita Valeria hasta la estriper Emily pasando por una infinidad de tipos diversos: Rita, la granjera amante de los animales que en su casa de campo recoge gatos y galgos; Aurora, la ingeniera española 'desterrada' a la sección americana de la empresa; Irene, sobrina de la fallecida señora Claire a la que odiaba, cuyos sentimientos ha de ocultar ante los vecinos de ésta; Marcela Sánchez, la mexicana inmigrante objeto de todo tipo de abusos que soporta silenciosamente; las impostoras feministas que actúan con autoritarismo y desprecio; etc.

Ana Merino.

Esta amplísima galería de personajes se despliega en la narración de una manera natural, nada forzada. Incluso diré que a veces la autora juega con el lector colocándole en una especie de 'in media res' frente a una situación ya cumplida de la que en principio éste desconoce todo. Es sólo prosiguiendo la lectura que se hace uno con el dominio del relato y logra ubicar debidamente cuantos elementos narrativos en él actúan. Es en ese momento cuando se produce la satisfacción que acompaña al buen lector. Y esto sucede así en prácticamente los 22 capítulos que forman el volumen. Unos capítulos que bien podrían leerse como relatos independientes unos de otros, como cuentos se diría, dada la estructura que la autora les da: inicio en mitad del asunto, una narración con entidad propia y una resolución que en la mayoría de los capítulos tiene un hálito poético innegable. Lo que con mucho acierto hace Ana Merino es que los actantes o actores de diferentes historias particulares lo sean también, aunque no siempre en el papel principal, de muchas otras que forman la novela. Así, de una manera muy natural, sin estridencias, sin forzar la máquina para nada, con la sencillez habitual con que se desarrolla la vida cotidiana en cualquier comunidad humana se despliega ante nosotros lo que esta novela es: un mosaico de la cotidianeidad de un grupo humano en el que lo que predomina sobre todo -y viene a justificar su existencia como grupo- es el buen rollito, las buenas vibraciones en las relaciones, la bondad..., por encima de la toxicidad, la maldad, los abusos y la hipocresía que aunque también existen en este colectivo (un pastor protestante abusador, una asesina, unas mujeres injustas con otra, etc.) no son los que prevalecen.

Mis expectativas ante esta novela, dada la cualidad de poeta aneja a la autora, eran las de encontrarme en ella un lenguaje anegado de poeticidad. No me lo ha parecido salvo en el cierre de algunos -la mayoría- de los capítulos:

  • "El hijo de Maggie Curtis tragó saliva, miró a la señora Dolan con dulzura y pidió unas tortitas con arándanos y sirope de arce, como cuando de niño apenas intuía lo que era la tristeza. Ahora la sentía como una punzada de pedazos de uña azul celeste. " (final del cap. 3)
  • "Su padre está cautivo en un planeta extraño del que no puede escapar. Lleva mucho tiempo náufrago en una lejana galaxia de borracheras y abandono ." (cap. 11)
  • "Irene pensó que era el momento de irse y dejar que en aquella casa también brotaran las semillas de los mejores deseos y se quedara en el gesto de Dios que se inventó el mundo, antes de que las estrellas iluminaran la noche, mucho antes de que la humanidad poblara el planeta" ." (pag. 100, cap. 15)

Me parecen también muy reseñables algunas frases, cargadas de pensamiento crítico, que la escritora esparce por el texto:

  • "Diana P. mira a su madre y piensa en lo pisoteada que se siente por culpa de ese feminismo impostor que está adquiriendo poder político y utiliza el discurso de la igualdad para ocupar puestos por paridad, no por méritos. " (p. 109)
  • "A Aurora le molestaba tener que hablar mal de su país, pero consideró que Rita, la redentora de galgos, tenía que saber la verdad de lo que pasaba con ellos en España." (p. 134)
  • "La aspiración burguesa de las apariencias combinada con la picaresca clásica del que quiere vivir sin trabajar o haciendo lo mínimo. " (p- 75)

Es innegable que Ana Merino ha vertido en esta novela mucho de su vivencia personal. Su experiencia vital durante ya 24 años en tierras norteamericanas le han hecho penetrar con tino en la esencia de esta sociedad. Unas gentes que en general y predominantemente se mueven por la bondad y la buena relación de vecindad. Esto, ya lo he dicho antes, lo muestra la novelista en estos relatos que, como en "El diablo cojuelo" de Luis Vélez de Guevara que destapaba una noche los tejados de las casas de los madrileños, nos descubren la vida diaria de estos habitantes de la América profunda que ella conoce muy bien y que teniendo claros y oscuros como todos, en ellos predomina con mucho lo positivo sobre lo negativo, la parte bondadosa sobre la maligna o tóxica.

Sobre el reflejo autobiográfico de Ana en "El mapa de los afectos" creo que hay varios personajes con los que ella se identifica. Me lo ha parecido sobre todo en esa Aurora Altano que es despachada a Estados Unidos por su empresa española de una manera algo injusta pero que ella en los años que está por tierras americanas conoce la bondad de personas que sin conocerla apenas sin embargo la acogen con humanidad y verdadera amistad. También creo verla reflejada en la vehemencia con que muestra al personaje de Diana P., injustamente tratada por sus propias congéneres.

"Por lo visto, ese nuevo feminismo consistía en hacer intercambiables a las mujeres. No importaban los méritos, la etiqueta de mujer era suficiente. El carnet de sexo femenino y amiga de la directora bastaba. Qué gran autoridad la de su nueva jefa. Qué valiente ese feminismo de amiguitas cantamañanas: se llenaban la boca con la palabra mujer. El nuevo feminismo era tan sectario como la política de partidos " (pág. 107)

Es cierto que esto que digo en el párrafo anterior son simplemente intuiciones mías sin comprobación empírica alguna (habría que preguntárselo directamente a Ana Merino y a saber si ella nos resolvería la duda), pero me parecen no del todo inverosímiles, aunque quizás inciertas completamente.

Salvando las distancias, que en mi opinión son muchas, "El mapa de los afectos" me ha recordado un poco, en esa manera de estar construida a base de relatos cortos ensartados por dos o tres hilos temáticos que los cruzan, a Lucía Berlin y su "Manual para señoras de la limpieza" [lee mi reseña ]. Pero ya digo que son muchísimas las diferencias entre ambas en especial el innegable aliento poético constantemente presente en la norteamericana y que para mi sorpresa no he encontrado en la española.

Ana Merino.

Creo que es completamente auténtica la americanización que la escritora dice haber sufrido tras sus muchos años de estancia en los Estados Unidos. El tono y el ritmo de estos 22 capítulos están plenamente enraizados en la peculiar manera de narrar que se hace por aquellos lares. Un modo de construir y de hacer relatos que me agrada muchísimo. Lucía Berlin, Raymond Carver, John Cheever, Jonathan Franzen, Richard Ford... y tantos y tantos otros autores de ese país palpitan en la cotidianidad de esa comunidad del medio oeste americano que muestra Ana Merino en su primera novela para un público adulto. Su experiencia como profesora-directora de la Escuela de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa con las innumerables lecturas que habrá tenido que realizar y asimilar para ello creo que se traslucen muy positivamente aquí.

Me gustará comprobar la calidad narradora de esta madrileña de raíces leonesas transmutada en estadounidense en próximas novelas que espero dé a conocer. Siempre la obra siguiente a la premiada y elogiada es la que marca el auténtico nivel del artista. ¿No lo veis vosotros también así?

Ana Merino.


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