Revista Cultura y Ocio
FIEBRE
Mi hermano se moría lentamente. Su expresión de vacío me aterraba. Le cogí de la mano y apreté fuerte. Él dijo: "No hay luz, no veo la luz". De repente, todo se oscureció.
MUJER SECA
Decían en el vecindario que su voz era la de un hombre y su modo de caminar y de mostrarse altiva cuando arreglaba el jardín con su ropa de trabajo. Parecía haber tenido una vida difícil. En el vecindario se contaban todo tipo de historias sobre ella, algunas truculentas. A ella, sin embargo, parecía no afectarle nada. Mujer seca por dentro, decían.
Ana Vega. Llanquihue. Huerga & Fierro Editores, 2012.