Un hombre caminando por las vías del tren,
Con toda su vida en una maleta,
Casi como un moderno anacoreta,
Con cuidado de no caerse por un terraplén
Pero su anacoretismo no es voluntario,
Sin trabajo, sin ser para nada millonario,
Su futuro debe, desde luego, luchar,
Su futuro debe, desde luego, mejorar.
Una mujer porta a sus pequeños hijos,
Los porta como buenamente puede,
No puede quedarse donde crecieron los pequeños,
No puede estar en aquel lugar mientras éste retrocede
Hacinados en una madera flotante,
Junto a otros cientos como ellos,
Cruzando el mar de manera expectante,
Esperando un futuro mejor para ellos
Anacoretas de este mundo contemporáneo,
Anacoretas cruzando el Mediterráneo,
Anacoretas contra las húngaras concertinas,
Anacoretas condenados a ser almas clandestinas
Anacoretas de la guerra y de la pobreza,
Anacoretas tratados con falta de delicadeza,
Anacoretas, que además, también son personas,
Anacoretas, camino de barro hacia las tierras ricachonas
Simón de Eiré