La selva amazónica da la “bienvenida” a todos los amantes de la supervivencia en este título en el que el realismo la carta de presentación. Green Hell pretende hacerse con la corona por la que juegos como The Forest o Subnautica han peleado últimamente.
Infierno de color verde
Green Hell, a diferencia de otros juegos del género, comienza como un viaje en el que todo está (más o menos) bajo control. Jake Higgins (el protagonista en el que nos encarnaremos) y su mujer, han decidido adentrarse en la selva amazónica con la única ayuda de unas pocas herramientas, un walkie para comunicarse entre ellos y la loable intención de contactar con una tribu perdida a la que trataremos de ayudar. Sin duda un plan arriesgado.
Con todo, las primeras y apacibles horas en la selva, nos servirán de tutorial. Aprenderemos los rudimentos de la construcción, el uso de nuestra mochila y conoceremos los peligros más comunes y cómo hacerles frente. Eso sí, a un nivel muy básico. En este punto nuestra pareja nos regalará el utensilio más útil para nuestra aventura: un reloj inteligente que nos servirá de brújula y también como monitorización vital, indicándonos qué necesita nuestro cuerpo para estar en perfectas condiciones.
Cómo cabe esperar, las cosas no tardan en torcerse. Tras despedirnos de nuestra pareja que decide adentrarse en la selva para tomar contacto con la tribu, recibiremos una inquietante llamada al walkie en la que aterrorizada nos pide ayuda. Lograr encontrarla será nuestro principal objetivo a partir de ese momento.
Aprendizaje sobre la marcha.
Si algo diferencia a Green Hell de otros títulos de su género, es la voluntad de ofrecer una experiencia lo más realista posible en cuanto al aprendizaje y la supervivencia. Evidentemente no hay mucho de realista en coger un tronco con tus manos y convertirlo en ramas y tablones en pocos segundos, pero no es de este realismo del que hablamos.
A lo largo este título encontraremos multitud de plantas, setas, frutas, y otros productos que no sabremos para qué sirven. O si nos producirán algún efecto adverso en caso de consumirlos o usarlos en un emplasto. ¿Cómo averiguar sus propiedades? Probando. No hay otra forma de aprender en Green Hell.
Tampoco será fácil abandonar la seguridad de nuestro campamento (cuando hayamos conseguido crear uno) y explorar el entorno. Para orientarnos sólo contaremos con nuestra brújula, nuestra propia habilidad y, en el mejor de los casos, un pedazo de mapa de la selva en el que ni siquiera se marcará nuestra posición.
Y por si esto fuera poco, deberemos lidiar con los múltiples riesgos que supone un largo paseo por la selva tropical: sanguijuelas (el más común de los problemas sin duda), laceraciones, parásitos, contusiones, picaduras de serpientes, arañas, escorpiones… Un sin fin de posibles problemas que nos exigirán tratamientos diferentes y en ocasiones de cierta complejidad.
Adaptación a consolas
A pesar de que en líneas generales estamos ante un port bastante satisfactorio, hay que señalar que algunas de las tareas más comunes que tendremos que llevar a cabo durante el juego, pueden resultar algo molestas. Sobre durante las primeras horas (que son de largo, las más difíciles del juego).
Por ejemplo, en Green Hell se nos alertará de forma abstracta sobre que “algo” nos ocurre en el cuerpo. Para comprobar qué es ese “algo” deberemos mirar nuestros brazos y piernas (volteando cada miembro para comprobar toda la extensión de nuestra piel) en busca de arañazos, sanguijuelas, o cosas más graves. Pues bien, la forma de llevar a cabo esta inspección resulta de lo menos intuitiva y puede resultar desesperante si además tenemos que acceder a nuestra mochila para aplicarnos ungüentos, vendajes o cualquier otra cura.
La sensación que nos ha trasladado es que con un teclado y un ratón, todo sería muchísimo más sencillo y rápido (en ocasiones colocarnos una venda rápido es cuestión de vida o muerte), lo que quiere decir que el port no está tan bien implementado como nos hubiera gustado.
Curva de dificultad
A pesar de la empinada curva de dificultad a la que nos somete el juego durante las primeras horas – lo valoramos sobre la dificultad normal del modo Historia-, hay que reconocer que resulta muy satisfactorio alcanzar el conocimiento adecuado de nuestro entorno, de las herramientas y estructuras que podemos fabricar y de los remedios que necesitaremos para sanar en caso de sufrir lesiones. Esto nos llevará a explorar con algo parecido a la tranquilidad (aunque muy lejos de ella, en realidad).
Por otro lado, el título cuenta con una decisión de diseño muy acertada a mi parecer, que es la capacidad de nuestro personaje de mejorar el uso de las herramientas a medida que las va utilizando. Así, las hachas – por poner un ejemplo- se nos romperán mucho más rápido, y tardarán mucho más en talar un árbol al principio, que cuando llevemos unas cuantas horas jugando y, a base de utilizarlas y fabricarlas, hayamos aprendido a optimizar su uso. Todo un acierto.
Apartado técnico
Parece admitido por todos que este género no requiere estar a la vanguardia en cuanto a gráficos, pero hay que reconocer que Green Hell, sin ser nada de otro mundo, está entre los juegos de supervivencia más pulidos en cuanto a su aspecto visual. Si lo echamos a pelear con juegos triple A del momento (algunos modelados de objetos dejan mucho que desear, algunas zonas de la selva muestran texturas propias de la generación pasada….), saldrá perdiendo con todos, pero si nos ceñimos a la ambientación que requiere el juego, lo que ofrece gráficamente es más que suficiente.
El apartado sonoro es algo superior. Cierto es que tiene una relevancia vital en la jugabilidad, pues los peligros que habitan la selva, suelen venir precedidos de algún sonido (véase el cascabel de una serpiente, los rugidos de un leopardo, o las suaves pisadas de una tarántula en el lecho selvático). Todos esos sonidos (siempre que cuentes con un buen equipo o auriculares para captar el sonido 3D) pueden ser ubicados en el espacio, y lograrás sortearlos si vas atento.
Conclusiones
Green Hell se basa de forma evidente en el diseño de jugabilidad de The Forest. Al igual que en aquel, las estructuras podíamos seleccionarlas de un catálogo, pero los objetos y herramientas partían en gran medida de la experimentación con las materias primas… (juntas un palo, una piedra y una cuerda y a ver qué sale). Pero en Green Hell la importancia de la historia es aún más decisiva. Y el descubrimiento de nuevos lugares (vitales para avanzar en la línea argumental) nos aportará sorpresas y nuevos conocimientos para construir utensilios y estructuras de utilidad.
Sin duda estamos ante un título de nicho. Un imprescindible para los que amamos este género de la supervivencia extrema. Pero es a la vez un juego que puede llegar a desesperar a jugadores más casuales, que se topen con él pensando en una aventura ligera y poco exigente.
Entre sus mayores defectos, debemos destacar la poca variedad de utensilios y estructuras, y la desigual preocupación por infundir realismo en el juego en algunos aspectos, y dejar que otros sean llamativamente simples. Un buen juego de supervivencia, que no llega a aportar nada realmente nuevo al género, pero que aporta buenas horas de entretenimiento y sobrecogimiento.
Jugabilidad - 80%
Gráficos - 65%
Sonido - 75%
73%
Green Hell es un buen juego de supervivencia que se ve lastrado por la falta de originalidad, y potenciado por una historia más potente que la de sus competidores y con un mensaje ecologista muy apropiado para los tiempos que corren. Supervivencia, construcción, intriga y circunstanciales combates son sus principales ingredientes.
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