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Análisis de la final de la Supercopa

Por Chico_f32
El Real Madrid volvió a demostrar ayer que lo importante no es tener algo, sino saber qué hacer con él. A pesar de tener un hombre más durante buena parte del partido, perdió la posesión de balón y, sin embargo, se alzó con el título con un juego vistoso y nueve remates más que su rival (además de más tiros a puerta, centros al área o recuperaciones directas).
Análisis de la final de la Supercopa
Ni el plan ni el partido del Real Madrid fue una sorpresa, sino todo lo contrario. Fue el habitual en la vuelta de una eliminatoria contra el Barça. Unos 20 primeros minutos fuertes, presionando la salida de balón, forzando juego directo en el Barcelona, adelantando líneas en los saques de banda en contra y buscando finalizaciones directas que asustaran a su rival. En este sentido, sorprendió que el Barça no tuviera la activación mental para afrontar la final y buscara hacerse con el balón los primeros 25 minutos de forma horizontal, casi pasivamente, con ritmo cansino, apaciguando a la afición y la presión del rival. No pudo, pero sobre todo no supo y fue un error letal en un equipo que si hubiera conseguido sobrevivir durante esos primeros instantes podría haberle hecho goles al Madrid en la segunda parte, tras mover durante mucho tiempo a Cristiano, Özil y compañía.
De la batalla táctica salió claramente ganador el Real Madrid a pesar de unos instantes finales que dieron vida al Barcelona. La primera parte fue claramente blanca y en esos momentos pudo haber dejado sentenciada la eliminatoria con un resultado histórico que hubiera sido normal por lo que vimos en esos 45 minutos.
El Madrid buscó hacer una presión alta muy compacta, con Özil formando una línea de tres muy poco escalonados en el centro al que además se unían Ramos o Pepe al tiempo que lo hacía Messi. Ahí estuvo el partido. Acumulación de jugadores en la zona central y dentro de ese espacio, los jugadores en torno a los que se ordena el Barça. El cortocircuito que crearon los centrocampistas blancos y la posibilidad de los centrales y de Di María de acompañarlos obligó a los jugadores de fuera del Barcelona a dar una amplitud excesiva para jugadores que no marcan la diferencia. Sin salidas por dentro, Alba estaba en la cal, Adriano –y más tarde Montoya– estaba en la cal y un central salía en conducción sin posibilidad de dividir. El Real Madrid, con Di María y Özil cerca de la zona de robo, Higuaín ocupando el espacio que dejaba uno de los centrales y Ronaldo rompiendo de fuera hacia adentro siempre partiendo por delante de su par –que estaba locamente abierto para ofrecer las salidas que no había por dentro– destrozó al Barça tras cada recuperación de balón. Por momentos pareció que se usó a Messi como cebo. Se le encasilló en una zona muy sobrecargada en un duelo que se llevó Pepe robando cerca de los jugadores de calidad del Madrid que iniciaban la transición ofensiva sin dificultad.
Con once contra once la ventaja ya era clara. Tras la expulsión de Adriano en una jugada en la que el equipo madridista abusó de su gran rival constantemente –recuperación y Ronaldo haciendo el fuera-dentro partiendo por delante del lateral que cierra con urgencia y tarde– facilitó las cosas tras la retirada de Alexis. Es verdad que el chileno no está funcionando al nivel que se espera de él, pero su participación es necesaria porque es el hombre que arranca como un cuchillo haciendo una diagonal que empieza con el lateral y que le lleva hasta la espalda de los centrales distraídos por Messi. Con la presión adelantada blanca y los centrales jugando tan lejos de Casillas, sería cuestión de tiempo que Xavi, Iniesta o Messi filtraran un pase que dejara a los delanteros en situación de uno contra uno.

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