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Análisis de las elecciones

Publicado el 13 abril 2014 por Desde Hungría
Pese a que aún no es oficial, nadie en Hungría duda de que Fidesz disfrutará de la mayoría absoluta parlamentaria en esta recién comenzaba legislatura, cuyos comicios se celebraron justo hace una semana.
La gran clave de estas elecciones ha sido el hecho de que Fidesz haya mantenido la mayoría absoluta que le otorga los dos tercios del parlamento, a pesar que su porcentaje de votos ha bajado de un 53% a un 45%, y que además la participación también ha bajado, alrededor de 4 puntos, es decir, que el número absoluto de votos de Fidesz ha bajado mucho con respecto a las elecciones de 2014 (500.000 menos), lo que demuestra que el pueblo húngaro no está tan contento con Viktor Orbán como parece. Pero, ¿cómo ha sido posible mantener estos dos tercios?
Análisis de las eleccionesSegún la nueva ley electoral húngara, el 44,5% de los votos de Fidesz "pesan" más que el 51,5% de la oposición. Y no solo eso, sino que ocupan el 66% del parlamento, por el 33% de la oposición.
En primer lugar, cuando Fidesz llegó al gobierno en 2010 con el 53% de los votos y 263 escaños de los 386 del parlamento, inició una amplia reforma electoral de cara a los siguientes comicios de 2014, con vistas a mantener esa mayoría (que había conseguido por un giro político) a pesar de que se produjese un fuerte descenso en el número de votos, como finalmente ha ocurrido (de 2,7 millones en 2010 a 2,2 en 2014).
Argumentando austeridad y ahorro, bajó el número de escaños de 386 a 199, lo cual es, a primera vista digno de un aplauso en esos tiempos que corren, pero, ¡alto! Con la bajada de escaños los distritos electorales se redujeron de 176 a 106, y al redibujar sus limites apenas modificaron los distritos que tradicionalmente votan a Fidesz, pero sí dividieron los distritos de voto tradicionalmente socialista y añadieron esas pequeñas partes divididas a zonas de Fidesz para así diluir esos votos. Otras veces juntaron simplemente dos zonas de voto socialista en una sola. Según varios expertos en política, tan solo esta medida hizo que los socialistas necesitasen 300.000 votos más que los conservadores para obtener el mismo numero de escaños. Ni que decir que debido  a la mayoría absoluta aprobaron el nuevo reparto sin problemas.
Y a estos votos hay que sumar alrededor de otros 120.000 más debido a la polémica ley del gobierno de Orbán de dar la nacionalidad húngara a todos aquellos descendientes de húngaros que viven en el extranjero debido a la separación de Trianon. Obviamente se esperaba que votasen a Fidesz en agradecimiento, y en torno a un 95% así lo ha hecho (finalmente de los 194.000 inscritos en la lista para el voto por correo tan solo 130.000 papeletas han sido válidas).
La mayoría de descendientes de húngaros que se acogieron a esta ley de nacionalidad fueron los nacidos en Rumanía, muchos tan solo para conseguir el pasaporte húngaro y así obtener trabajo en otros países como Reino Unido, donde trabajar con pasaporte rumano es casi imposible. Así Orbán cogió un asunto espinoso como el de Trianon, le sacó partido electoral, y consiguió más votos (aunque no tantos como pensaba) a costa de dañar severamente sus relaciones con Eslovaquia (que amenazó con retirar su nacionalidad a aquellos que se acogieran a la ley húngara) y más países de alrededor, y de resurgir muchos sentimientos nacionalistas y xenófobos en Hungría.
Por otra parte, en estas elecciones se ha eliminado la tradicional segunda ronda. Hasta 2010 inclusive, si en un distrito electoral un partido no obtenía la mayoría absoluta (más del 50% de votos), se iba a una segunda ronda donde se vencía por mayoría simple, aunque los partidos podían formar nuevas alianzas, algo que generalmente solía hacer la izquierda. En 2010 Fidesz obtuvo prácticamente la mayoría absoluta en casi todos los distritos electorales debido a la debacle socialista del gobierno de Gyurcsány, pero esta vez Fidesz obtuvo tan solo la mayoría absoluta en 21 de los 106 distritos, lo cual en el caso de una segunda ronda le hubiera puesto más cuesta arriba la victoria. Especialmente importante es el hecho de que en el distrito electoral número 15 haya ganado Fidesz finalmente por 60 votos de diferencia (tras la votación se hablaba de 20 votos) con respecto a la coalición. Este escaño ha sido fundamental para conseguir los justos (133) para la mayoría absoluta.
Hay que tener en cuenta que casi todas las cadenas de televisión y radio, periódicos y revistas están ahora en manos de Fidesz o de personas afines a ellos. Ello explica que por ejemplo se haya hablado mucho de los casos de corrupción socialistas (como el de Gábor Simon) y poco de los de los conservadores (como el de Antal Rogan). Ademas en general se ha hablado bien del gobierno y mal de la oposición, filtrándose muchas más informaciones que beneficiaban a Fidesz que al resto de partidos y viceversa con aquellas que eran perjudiciales.
En cuanto a la publicidad electoral, se puso un limite económico que cada partido podía gastar, sin embargo Fidesz, a través de un entramado de organizaciones benéficas y cívicas con donantes privados ha conseguido el triple de dinero invertido en la campaña que los demás. Personalmente he de reconocer que he visto muchísimos mas carteles y propaganda de Fidesz que de los otros partidos. Propaganda que por cierto se limitaba a descalificar a la izquierda y a recordar que Orbán es el presidente de Hungría. De hecho apenas tenían programa electoral, tan solo se limitaron a decir que continuarían con el mismo esquema que estos años. Esto hizo que el MKKP, el partido cómico falso, ironizase con la idea de presentarse oficialmente a la elecciones sin ningún programa electoral, tal y como Fidesz ha hecho.
Análisis de las eleccionesEl primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.
Pero no solo de cambiar el sistema electoral ha conseguido Fidesz sus votos. Dejando de un lado estas triquiñuelas legales, hablemos ahora de los votos conseguidos dentro de lo que sería ya "fair-play" político.
La política de Orbán ha sido la de echar la culpa de todos los males del país a la Unión Europea, las multinacionales, Rusia o los socialistas (que obviamente todo ellos tienen parte de culpa, pero no toda ni por asomo). Básicamente su discurso ha sido: partimos de una herencia terrible de los socialistas, la UE se mete en nuestros asuntos y no nos deja hacer las cosas que yo digo que son buenas para el país, estoy maniatado y necesito la mayoría absoluta y el control de todo para poder gobernar y poder hacer bien las cosas, si no, no podré y el país estará condenado.
Hacer creer a la población que los húngaros son lo mejor del mundo y levantar enormes dosis de patriotismo (algo en lo que los políticos en general son expertos), le ha dado un gran apoyo al gobierno a costa de dañar la imagen del país en el exterior y de hacer caer la inversión internacional en Hungría a unos niveles que su situación económica actual no se lo puede permitir (el forinto, sin ir más lejos está por los suelos, lo cual está haciendo mucho daño a los hipotecados en francos suizos y encarece las importaciones y los precios de muchos productos). Además de ir generando un odio interno en el país que tendrá sus consecuencias a largo plazo, como el ascenso de la extrema derecha (esto ya es una realidad).
Orbán, confeso creyente y practicante, ha resurgido la identidad cristiana de la nación húngara, recordando, en mi modesta opinión, a los mismísimos Géza o San Esteban, lo que ha reforzado su imagen de líder ante gran parte de la población, especialmente la gente de mayor edad, que, salvando las obvias distancias históricas, le veía como el elegido para el cambio tras la debacle socialista, con ese halo nostálgico de los antiguos príncipes o reyes húngaros que fundaron el país sobre raíces cristianas.
Por otra parte sus otras medidas como la bajada impuesta a la electricidad, el gas y la calefacción y agua caliente central de un 20% le han otorgado gran popularidad. Esto ha conseguido contrarrestar las enormes subidas de impuestos tanto a los consumidores como a las empresas, que han empobrecido en gran medida a la población en estos últimos 4 años. Especialmente preocupante es la escalada del precio de los alimentos y el transporte.
Pero es que además, la izquierda, o lo que se supone que es la izquierda del país, no ha hecho prácticamente nada para luchar contra Orbán. Ha hecho tan poco que el líder del MSZP, Attila Meszterházy, es calificado como persona de poco carisma, el líder del DK es el mismísimo Gyurcsány que llevó el país al borde de la bancarrota hace 5 años, y con casos de corrupción haciendo aguas por todas partes. Además su discurso a lo largo de la legislatura ha sido el de criticar constantemente todo lo que hacia Fidesz, sin importar nada más. La critica destructiva e incondicional les ha hecho perder mucha credibilidad entre sus propios votantes, que, por otra parte, no olvidan el daño que hicieron al país en la anterior época. Si han ganado votos, ha sido más bien por el hartazgo de la gente con Fidesz que por méritos propios.
Análisis de las eleccionesGyurcsány, el anterior primer ministro, que destrozó la economía del país, era el líder un partido de la coalición de izquierdas en estas elecciones.
Con todo esto, el único que aquí ha hecho su Agosto ha sido Jobbik, que aunque ha quedado sepultado por el éxito de Fidesz y Orbán, prácticamente se mira ya de igual a igual con los socialistas e incluso creen aspirar seriamente a la victoria. Ademas de haber consolidado el noroeste del país, donde ya tenían mucho apoyo desde hace años, han incrementado enormemente sus votos en el centro y oeste, donde hasta hace poco su papel era bastante más modesto. De hecho son la segunda fuerza más votada en muchos de los distritos electorales. Se han presentado como la alternativa a Fidesz y a la coalición de izquierdas, acaparando el voto de aquellos que creen que Fidesz es demasiado moderado, de los que desesperados creen que la única salida es el nacionalismo radical (véase Grecia, Ucrania o Eslovaquia por ejemplo) e incluso de gente que pide mano dura, tradición y autoridad máxima, buscando figuras paternales y autoritarias con la creencia de que ello traerá prosperidad. Especialmente en las zonas rurales y mas deprimidas es donde mas hondo cala esta opinión, muchos de sus habitantes viven  en la miseria y están cansados de ver como los políticos tradicionales no arreglan nada sino que solamente se dedican a llenar sus bolsillos de dinero ajeno. Jobbik es un partido bastante nuevo y poco afectado por los escándalos de corrupción.
Análisis de las eleccionesActo de la Magyar Gárda, un grupo ilegalizado fundado por el Jobbik, el partido político húngaro de extrema derecha que consiguió más del 20% de los votos en estas elecciones.
Fidesz ha conseguido controlar y muy bien a los socialistas, que pese a haber mejorado, les queda mucho camino por recorrer si quieren recuperar la "corona" en 2018. Por otra parte más difícil le está siendo al gobierno de Orbán controlar al Jobbik, ya que para conseguir su voto deben hacer grandes giros a la derecha que enseguida hacen saltar las alarmas, y tampoco se atreven ya a desafiarles y prohibir muchos de sus actos y concentraciones que a veces rayan lo ilegal. Moverse en este delicado equilibrio les va a costar mucho mas que controlar a la izquierda, ya que a diferencia de ella, la extrema derecha sí tiene las ideas claras y unos líderes muy definidos que calan hondo en sus votantes. Ellos tienen los votos asegurados de sus incondicionales, mientras que izquierda y centroderecha o derecha a secas mejor dicho, deben convencer a su público para que vaya a votar, y de momento, no lo están haciendo demasiado bien (40% de abstención en estos comicios). Conscientes del poder de Jobbik, el único camino de Fidesz para mantenerse en el gobierno parece ser ahogar a la izquierda todo lo posible, cosa que no les será muy difícil controlando el parlamento con dos tercios.
Análisis de las eleccionesMapas de Hungría y Budapest (derecha), mostrando el segundo partido más votado en cada distrito electoral. En naranja Fidesz, en rojo la coalición de izquierdas y en negro Jobbik.
Eso sí, los húngaros no son tontos y cada vez más gente sabe de qué pie cojea Orbán (nunca mejor dicho, ya que parece envejecer a toda velocidad, el desgaste del poder), y el calado de su discurso populista parece haber comenzado seriamente a decaer. No hay que hacer caso del esquema parlamentario, ni del color de los mapas electorales húngaros. Mirando el número de votos, tiene un gran apoyo, pero está claro que su mayoría absoluta no encaja. Y los húngaros lo saben.

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