A finales del pasado año 2016 surgió un videojuego muy inspirado en la clásica historia de El Principito que consiguió convertirse en un gran éxito en plataformas móviles. Dada la gran acogida del proyecto, no es extraño que los chicos de Chibig Studios se decidieran a dar el gran salto de liga que significa publicar un videojuego en consola utilizando todo lo que convirtió a Deiland en una experiencia digna de ser recordada.
Desde entonces, la nueva versión de Deiland volvió a captar toda la atención alcanzando rápidamente su objetivo de financiación mediante una campaña en Kickstarter y, más tarde, también captando por méritos propios el apoyo de iniciativas tales como Square Enix Collective y PlayStation Talents, de las cuales se sirvió para convertirse finalmente en un videojuego que podemos disfrutar hoy desde nuestras PlayStation 4 (y pronto también en PC).
Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, el proyecto ha crecido mucho para afrontar el nuevo reto que significa incluirse en la liga de mayores que es en sí el catálogo de una consola. Gracias a ello se ha mantenido la esencia básica de gestión de recursos, así como el trasfondo, sí, pero se han mejorado y añadido toda una serie de características que han convertido la experiencia en algo muy renovado con respecto a la del Deiland original.
Sobre príncipes y princ… rosa… cristales
Y la más clara muestra de ello la podemos encontrar en la historia que trae consigo el título. La misma vuelve a repetir con Arco como el protagonista que se encuentra solo en un pequeñísimo planeta llamado Deiland. Sin embargo, para esta nueva versión del videojuego la historia se vuelve algo más intrincada, dejando de lado la simpleza del título original y otorgándole un desarrollo mucho más elaborado (olvidando la característica de infinito que definía a las versiones de smartphone).
De esta manera la versión de PlayStation 4 ha dado cabida a la incorporación de toda una serie de personajes secundarios que vendrán a visitar a Arco de forma aleatoria, permitiéndole así comerciar con recursos además de recibir y cumplir diferentes misiones. A medida que dediquemos horas a desarrollar el planeta y a completar las recientemente citadas misiones, iremos descubriendo poco a poco la trama del título. Una trama que nos desvela que Arco es un joven príncipe y que se encuentra en Deiland por un secreto que este guarda en su interior (y en el cual, por supuesto, no vamos a entrar en detalles).
No obstante, la trama en sí continúa siendo lo suficientemente sencilla para que pueda ser disfrutada por el público infantil al que claramente se dirige este proyecto, al mismo tiempo que brinda nuevas fronteras para que los no tan peques también podamos engancharnos fácilmente. Esto es algo que vamos a volver a repetir más adelante en otros apartados del juego, ya que el empeño del equipo desarrollador ha sido el de crear un videojuego para todos los públicos, algo que ha conseguido de forma sobresaliente.
Un pequeño planeta cargado de cosas por descubrir
Siguiendo este ideal, el videojuego brinda al jugador la posibilidad de hacer mucho utilizando para ello muy pocas herramientas. Al principio de la aventura Arco se encontrará con un Deiland “habitado” tan solo por un puñado de árboles, tres campos de cultivo (dos de ellos inútiles por el momento), un estanque de agua, unos cuantos arbustos, una buena cantidad de piedras repartidas por todo el planeta y una tienda de campaña que hará las veces de hogar para el pequeño príncipe.
A partir de ahí el joven deberá comenzar a sembrar, picar, serrar y, en definitiva, conseguir materias para poder aumentar los recursos del planeta así como el tamaño y características de su hogar, lo que más tarde también significará conseguir más y más posibilidades de construcción, cocina y costura, entre otras. Sin embargo, aunque la construcción y reforma del planeta debería haberse convertido en la parte primordial del juego, esta se ve interrumpida continuamente por una decisión de diseño que solamente nos invita a pensar que sirve para alargar la experiencia de forma artificial.
Un ejemplo claro de ello es cuando afrontamos una de las distintas misiones a las que tendremos que hacer frente como Arco, y cuya finalidad es la de enseñarnos una receta culinaria nueva; sin embargo, no podremos completar la misión por la falta de cierto componente necesario para la misma y que no se encuentra, ni se ha encontrado jamás, dentro de los límites de Deiland. Para solucionar dicha situación tan solo podremos sentarnos a esperar (mientras hacemos otras cosas, eso sí, pues nunca falta algo que hacer en el videojuego) que cierto personaje visite el planeta, algo que es totalmente aleatorio (salvo en muy contadas ocasiones), para comprarle ese componente específico.
Este ejemplo se repite con demasiada frecuencia y, aunque lo haga de otras formas diferentes que también nos impedirán continuar por donde nosotros deseemos, limitará así muchísimo la posibilidad del jugador de controlar por completo el crecimiento del diminuto planeta, y por ende, del videojuego. De esta forma también queda muy difuminada la importancia de la historia, pues esta se ha alargado demasiado solamente para condicionar la evolución del planeta por parte del jugador, algo que, repetimos, consideramos totalmente desacertado e innecesario.
Otra de las formas en las que se presentará este tipo de limitaciones también afectará a objetos que deberemos conseguir derrotando a cierto tipo de monstruo. Y es que en Deiland también existe cierto componente de combate ya que Arco se verá obligado a defender de forma esporádica el pequeño planeta del ataque de ciertas criaturas. Esta es una característica que podría haber dotado al juego de cierta variedad (algo que obtiene de otros apartados como las misiones o la posibilidad de viajar brevemente a otra localización, por ejemplo), pero acaba convirtiéndose en algo prescindible dada su extremada simplicidad.
Pero que no salten las alarmas por hablar de combate, ya que como hemos mencionado anteriormente, este videojuego ha sido desarrollado con la idea firme de crear una experiencia disfrutable para todos los públicos. Debido a ello, tanto morir en los combates como en otras posibles complicaciones como la inanición es algo muy, muy difícil.
Cómo hacer de un pequeño escenario algo mágico
El apartado técnico de Deiland nos presenta en sí todo un resumen de la idea original del videojuego: su estilo artístico es bellísimo gracias a un dibujo extremadamente simple con aires caricaturescos muy cómodos para el espectador. El planeta se convierte en un verdadero espectáculo para la vista sin llegar por ello a convertirse en todo un alarde técnico (sobre todo en lo que a animación se refiere, algo que también se repite en las de los personajes). La banda sonora que nos acompañará a lo largo de nuestra aventura también se encuentra poblada por un puñado de simpáticas y sencillas canciones que se contentarán con anunciarnos ciertos eventos.
Conclusión
Deiland es una experiencia que demuestra sin ningún lugar a dudas la gran labor que plataformas de apoyo como PlayStation Talents o Square Enix Collective llevan a cabo, al ofrecerles una gran oportunidad a entusiastas programadores con buenas ideas. El título que nos ha llegado a PlayStation 4 se ha convertido en una grata experiencia, y muy sencilla, que vivir junto a nuestros pequeños jugones, o para que los mayores disfrutemos de un videojuego que nos permita simplemente relajarnos sin muchas pretensiones, mientras vemos cómo mejoramos nuestro planeta y descubrimos más y más secretos del mismo. A pesar de contar con algunos fallos y carencias demasiado evidentes, el videojuego nos ofrece horas y horas (tal vez, incluso, demasiadas) de juego.
Historia - 66%
Jugabilidad - 80%
Gráficos - 75%
Sonido - 70%
73%
Deiland es una experiencia que demuestra sin ningún lugar a dudas la gran labor que plataformas de apoyo como PlayStation Talents o Square Enix Collective llevan a cabo, al ofrecerles una gran oportunidad a entusiastas programadores con buenas ideas. El título que nos ha llegado a PlayStation 4 se ha convertido en una grata experiencia, y muy sencilla, que vivir junto a nuestros pequeños jugones, o para que los mayores disfrutemos de un videojuego que nos permita simplemente relajarnos sin muchas pretensiones, mientras vemos cómo mejoramos nuestro planeta y descubrimos más y más secretos del mismo. A pesar de contar con algunos fallos y carencias demasiado evidentes, el videojuego nos ofrece horas y horas (tal vez, incluso, demasiadas) de juego.
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