Buenas noches y buena suerte, con esa simple frase Techland nos volvía a meter de lleno en un universo donde las tragedias virales se apoderaban de los humanos convirtiéndolos así en muertos vivientes.
Tiempo ha desde que la misma compañía sorprendió a propios y extraños con una de las cinemáticas que más impacto causó en la industria en los últimos tiempos, aquellas vacaciones paradisíacas no salieron todo lo bien que se planeaban en Dead Island.
Como un experto del parkour nos moveremos por una ciudad ficticia llamada Harran, donde la clave es moverse de día, tal y como decimos un poco más arriba… Buenas noches y buena suerte.
ANÁLISIS
VERSIÓN DISPONIBLE
XBOX ONE – PS4 – PC
VERSIÓN ANALIZADA
PS4
DESARROLLADOR
TECHLAND
DISTRIBUIDOR
TECHLAND
VALORACIÓN
8
NUESTRA FORMA DE VALORAR LOS JUEGOS
ZONA ZERO
A causa del virus en la zona afectada, la ciudad de Harran es puro objetivo para los cargos políticos, no pueden dejar que el asunto se propague a mayor rango. Pero como con todo en esta vida, los humanos hacemos una guerra y vemos una oportunidad de machacar al prójimo hasta en los momentos más duros, Harran solo posee muerte y desolación, además de un par de facciones que intentan aprovecharse lo máximo de la situación.
La situación para los supervivientes es crítica, sobreviven a base de una medicina que envían mediante unos cargamentos en helicóptero, la lucha por estos cargamentos comienza con la caída del sol, el momento más duro en una ciudad plagada de Zombies, donde además incluyen diferentes herramientas y materiales para crear objetos tanto para la defensa como para curas.
Y allí nos encontramos, lanzados como un paquete de suministros cualquiera, a una ciudad donde la muerte es tu leal compañera, y evitar la noche se convierte en pura supervivencia más que en capricho. A raíz de ahí somos acogidos por una de las facciones, y necesitamos recopilar información sobre las actividades que se están llevando a cabo en el territorio en cuarentena. Y recuerda, buenas noches.
CORRE, QUE TE PILLO
Siguiendo la estela de Dead Island, a Techland parece excitarle el asunto Zombie, antes estábamos en una isla paradisíaca, y ahora nos encontramos en una ciudad al más puro estilo favela, donde las casas de chapa y poca altura predominan y que además nos ayudan en nuestra labor de huida.
Somos escurridizos al máximo, corremos y corremos hasta que nuestra resistencia aguante, pero lo mejor de todo es saltar, de escalón a escalón, de coche a coche, de techo a techo… Una sensación de superioridad ante aquellos lentos pero resistentes zombies.
Para enfrentar a estos putrefactos, ser puntero armamentísticamente es importante, para ello nos encontraremos, tuberías, palancas, llaves inglesas… y a pegar palos como descosidos en el cráneo, para ver como explotan como piñatas, a pesar de que son duros, muy duros. La mejor forma de ser eficientes es ir mejorando nuestro propio armamento, para ello nos iremos encontrando piezas por el camino, con las cuales tunear nuestra tubería para que haga más daño, de un chispazo, o de cualquier otra forma imaginable. Las armas a su vez van perdiendo nivel de resistencia, es decir, con el uso, se rompen, para solucionar esto debemos repararlas con montones de chatarra habida y por haber en Harran. Hay que tener vista para saber si esas piezas las necesitas para construir otro objeto más necesario para ese momento, como por ejemplo una ganzúa para abrir una puerta o un cofre y a su vez ir con un palo roto e indefenso por las calles.
La verdadera magia y tensión de Dying Light está realmente en la noche, cuando cae el sol y comienzas a ver esos brillos anaranjados en la pantalla, sinónimo de que estás entrando en la zona peligrosa, donde los zombies salen a hacer travesuras y se vuelven infectados, de estos que te soplan en la nuca a pesar de que corras como alma que lleva el diablo, y escales mil paredes, no mires atrás, allí estará el, siguiéndote, con esa cara desecha, cual perrito fiel.
Para combatir toda esta maldad provocada por la oscuridad de la noche tenemos el típico árbol de habilidades, donde el juego tiene su toque rolero, ir evolucionando las distintas facetas de movimiento, habilidad y combate, para dependiendo de nuestra forma de jugar, potenciemos más unas que otras, y de esta forma llegar a ser auténticas máquinas de correr, matar o esquivar.
Y como sigue la estela de lo que nos acostumbra Techland con las entregas de Dead Island, nos encontramos con un FPS de mundo abierto, y con un toque de juego muy al estilo del gran Mirrors Edge, correr, saltar, trepar y escalar, fusionado con un combate cuerpo a cuerpo, donde lo más inteligente es siempre huir y no hacer ruido.
Enredarnos más en explicaros que existen distintos tipos de zombies, algunos con armamento propio, otros más grandes y resistentes, corazas… es al fin y al cabo eso, enredarnos, y dejamos que el lector lo vaya descubriendo por sí mismo mientras lo va disfrutando. Además, el juego da mil opciones al usuario, dándole multitud de opciones con las que jugarlo, tanto la misión principal como las miles de secundarias que iremos encontrando a cada paso, como por ejemplo las misiones de ayuda instantáneas y aleatorias que van saliendo, si no queremos que haya nuevos muertos andantes, habrá que hacer algo.
LUCES Y ACCIÓN
Sucesor natural del motor utilizado para Dead Island, Dying Light evoluciona todas las virtudes que este poseía.
La primera muesca, la iluminación, que es sin duda el plato fuerte del título, ella es prácticamente una parte jugable y vital, y en esta ocasión se muestra de muy buena calidad, y los reflejos y el brillo al reflejarse con objetos luce a un nivel bastante aceptable. Siguiendo a estas, el texturizado y acabado tanto de personajes como de zonas del mapeado, que también raya a un buen nivel, las caras son dignas de mención, debido al buen trato que se les ha dado para conseguir unas buenas expresiones. Por el contrario, los zombies suelen ser muy genéricos en su gran mayoría, pero es un precio costeable a pagar.
Además de todo esto, el juego posee una tasa de imágenes por segundos bastante alta en todo momento, sin percibir ningún tipo de caída ni el popping tan temido en estos juegos de mundo abierto.
NUESTRA OPINIÓN FINAL
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Techland nos trae a los amantes de los muertos vivientes (que raro suena eso) un juego que raya un grandísimo nivel, y que sobre todo permite al jugador elegir de qué forma quiere jugarlo. Los que busquen terror difícilmente lo van a encontrar, se basa más en la tensión sobre todo en las misiones nocturnas o cuando nos perdemos por ahí y cae la noche sin compasión y nos vemos sin un refugio.Dead Island ha evolucionado a Dying Light, y lo ha hecho de una manera natural y coherente, supervisando y perfeccionando viejos errores, esto hace que la experiencia sea buena y sobre todo muy divertida.
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