Hace unos días llegó a nuestras manos el que podría convertirse en el resurgimiento de un subgénero que a tantos nos ha ofrecido horas y horas de diversión despreocupada en el pasado. FlatOut 4: Total Insanity trajo, de manos de Kylotonn Games, el Demolition Derby a los estándares actuales de calidad, con más o menos suerte dependiendo del aspecto en el que nos fijemos. En una época que, aunque cuenta con títulos de lo más interesantes y que se han convertido en obras inolvidables, carece de juegos con el espíritu gamberro que nos ofrecieron antaño los clásicos del género como lo fueron la franquicia FlatOut o su hermana mayor, la inmortal Burnout.
Con todo esto en mente, y muchas ganas de revivir antiguos sentimientos no nos queda otra que preguntarnos: ¿Habrá supuesto este lanzamiento el verdadero y esperado regreso de este querido subgénero? A través del siguiente análisis trataremos de exponeros de la mejor manera posible nuestra opinión al respecto.
Piñazos, castañazos y tortazos para todos
Lo primero que cabe destacar de este título, que al fin y al cabo es un juego de carreras, es su modo más habitual: El Modo Carrera. En él dispondremos de tres tipos de competición diferentes: Derby, Classic y Allstar. Cada una de ellas cuenta con diferentes copas y pruebas que irán siendo desbloqueadas a media que superemos las anteriores. Este modo también se convertirá en la mejor opción para obtener dinero, con el que podremos desbloquear elementos de personalización y mejora, con los que customizar nuestro garaje, y más vehículos con los que podremos competir.
Las pruebas que encontraremos en este modo están constituidas en su mayor parte por competiciones de carreras al más clásico estilo, sin ningún tipo de novedad pero que funcionan más o menos bien (lo harían mejor si la jugabilidad del juego acompañase en algo a este aspecto, aunque ya hablaremos de ello más adelante). También encontraremos otro tipo de pruebas individuales contrarreloj y superviviente: la primera de ellas nos enfrentará contra el tiempo en una carrera sin rivales, mientras que la segunda nos situará en una arena en la que podremos enfrentarnos contra todos nuestros rivales (en un combate de todos contra todos) sin ninguna ayuda, algo que se acerca mucho más a la imagen que tenemos de un Demolition Derby pero que se antoja algo más simple y caótica de lo que debería. Finalmente, también cabe destacar alguna que otra carrera de Asalto que encontraremos en las copas y que dotarán tanto a los jugadores como a sus rivales de cuatro habilidades tan destructivas como simples, con las que convertirán la pista en una verdadera y desquiciante locura, algo que en la mayoría de las ocasiones acabará dejando el resultado de la carrera solamente en manos de la suerte.
A pesar de ello, el Modo Carrera se presenta de lo más correcto, ofreciéndonos incentivos suficientes como para seguir jugándolo. Sin embargo, con el tiempo se volverá demasiado repetitivo, y la diferencia entre los distintos tipos de vehículos (tres que coinciden con los tipos diferentes de competición) es tan insignificante que nos hará sentir con demasiada facilidad que no avanzamos en absoluto, lo que, por supuesto, ayuda a aumentar aún más ese fastidioso sentimiento de repetitividad.
El Modo FlatOut sí que captura mejor el espíritu que un título como FlatOut 4: Total Insanity debería representar, ofreciendo al jugador la cualidad más representativa de la franquicia en cuestión. Y es que este modo de juego se centrará en afrontar hasta un total de 42 pruebas entre las que encontraremos, además de las más típicas como contrarreloj o masacre, alguna que otra acrobacia. En este tipo de prueba deberemos lanzar literalmente al piloto por el parabrisas, procurando que éste durante su controlado “vuelo” destroce cierta estructura o aterrice sobre determinado objetivo. Si bien este estilo de juego encaja mucho más en el espíritu de los Demolition Derby (también encontraremos arenas de combate, por supuesto) llega a convertirse rápidamente en algo repetitivo, y con demasiada poca diferencia entre las distintas pruebas acaba por dejarnos la sensación de que el género y, por ende, el título necesitan desesperadamente novedades sustanciales.
Por último, y tal vez más importante para un título perteneciente al género de las carreras, también encontramos el Modo Multijugador Online, que nos ofrecerá la posibilidad de enfrentarnos a miles de jugadores de todo el mundo de diferentes formas. La más clásica de ellas será una carrera al uso de hasta 8 jugadores. Desgraciadamente debemos confirmar que, en el momento en el que realizamos este análisis, es difícil encontrar a más de un par de jugadores disponibles en los servidores. Por otro lado, una vez iniciada, la partida (aunque ésta cuente con pocos jugadores) discurre de forma correcta y sin errores de conexión dignos de señalar.
Sí que cabe destacar, sin embargo, una carencia que, a pesar de estar convirtiéndose en algo habitual, jamás entenderemos y que le resta atractivo notablemente a este tipo de juegos. Esta carencia es la del clásico multijugador en pantalla partida, que ha sido sustituido por el ya citado modo online y por un multijugador offline que solamente nos permitirá competir por turnos en distintas pruebas del modo FlatOut.
Carreras arcade con el más clásico gamberrismo
El estilo de jugabilidad que el equipo de Kylotonn ha creado para este FlatOut 4: Total Insanity es el de las clásicas carreras arcade. Aunque este modo de juego nos parezca de lo más correcto para este tipo de videojuego, no podemos dejar de pensar en que se queda a medio camino en todos los sentidos. Para empezar, el control es algo brusco aunque a poco que le dediquemos un tiempo conseguiremos hacernos con ella fácilmente y no nos molestará en absoluto. En contraposición se encuentran las físicas y la IA: las primeras son, simplemente, algo que necesita mucho trabajo y que nos sacará rápidamente de la experiencia de juego en cuanto suframos una pequeña colisión que nos hará demasiado fácilmente saltar por los aires de una forma ridícula. La Inteligencia Artificial no nos molestará tanto, aunque sí que es muy fácil descubrirle las costuras.
Los circuitos que el juego nos ofrece nos han parecido uno de los puntos fuertes con los que éste cuenta. A pesar de que no son muy numerosos, las diferencias y la ambientación nos han parecido de lo más acertado, de nuevo remarcando el género del juego para los que han sido creados. Además, para aumentar algo más las posibilidades del juego, los circuitos se presentarán tanto en un sentido como en otro, algo que mejora la experiencia con alguna excepción, en algunos caminos que, se nota claramente, no están bien diseñados para uno u otro sentido.
El trabajo que el equipo de Kylotonn ha empleado en el desarrollo de estos circuitos queda más que demostrado, y es algo muy de agradecer, con, por ejemplo, las distintas bifurcaciones o atajos que hallaremos en ellos. De esta forma, a menudo nos veremos en la obligación de elegir entre escoger el camino fácil o aventurarnos en el estrecho y peligroso que nos ayudará a ganar algunas décimas. No todo es un camino de flores en este aspecto, ya que la jugabilidad vuelve a estropear algo la experiencia que los circuitos nos ofrecen al no cambiar en prácticamente nada cuando nuestros neumáticos se encuentren girando sobre barro, nieve, asfalto o charcos.
El espíritu destructivo encuentra a un buen aliado disperso por las distintas pistas del juego en forma de material destructible. Los circuitos están repletos de cajas, alambradas y todo tipo de objetos que nos permitirán arrasarlos para ganar algo de nitro (como si necesitásemos un motivo para destrozar algo porque sí), éstos no supondrán ninguna penalización a la velocidad o la dirección de nuestro vehículo (a excepción de que se convertirán a menudo en un estorbo visual) por muy rápido que éste vaya, algo que no trabaja muy a favor del realismo pero que ayuda al dinamismo del que debe presumir un título del género.
El rugido de los motores, el rasgueo de los neumáticos y… explosiones, muchas explosiones
El apartado gráfico también nos ofrece una de cal y otra de arena: los gráficos quedan muy lejos de poder compararse con competidores actuales tales como Driveclub, aunque sí que es lo suficientemente competente como para suponer un salto con respecto a la anterior entrega de la franquicia FlatOut, y para cumplir con las expectativas de los estándares actuales. El framerate, de nuevo, es más que correcto y a lo largo de las muchas horas que le hemos dedicado al juego no hemos sufrido bajones extraños ni oscilaciones, a excepción de algún que otro inicio de carrera muy puntuales en los que convergen muchos vehículos y el polvo que desprenden sus neumáticos.
La Banda Sonora nos permite adentrarnos fácilmente en la ambientación caótica y destructiva que FlatOut 4: Total Insanity desea reproducir en nuestros salones. Nos hubiese gustado encontrar algún tema de alguna banda un poco más conocida, pero no podemos menospreciar el acompañamiento que los que sí se encuentran en el juego aportan en todo momento al jugador. Los efectos sonoros, sin embargo, sí que quedan algo por debajo de lo que hubiésemos deseado escuchar. El más claro ejemplo que nos viene a la mente es un sonido de motores que debería ser icónico y evocarnos a grandes máquinas de velocidad y destrucción, pero que quedan ahogados y se sienten algo embotellados.
Conclusión
No deseo finalizar este análisis con un tono negativo, pues FlatOut 4: Total Insanity no lo merece. Sí que es evidente que el juego necesita en muchos aspectos un poco más de trabajo, además de novedades que ayuden a refrescar un género que lo necesita desesperadamente. Sin embargo, durante las horas que le hemos dedicado al título nos hemos sorprendido con una carcajada en nuestros labios, mientras revivíamos los sentimientos que un género tan icónico como lo es el del Demolition Derby nos despertaron en nuestra época más gamberra (en cuanto a videojuegos se refiere, claro).
Jugabilidad - 63%
Modos de juego - 74%
Gráficos - 63%
Sonido - 59%
65%
No deseo finalizar este análisis con un tono negativo, pues FlatOut 4: Total Insanity no lo merece. Sí que es evidente que el juego necesita en muchos aspectos un poco más de trabajo, además de novedades que ayuden a refrescar un género que lo necesita desesperadamente. Sin embargo, durante las horas que le hemos dedicado al título nos hemos sorprendido con una carcajada en nuestros labios, mientras revivíamos los sentimientos que un género tan icónico como lo es el del Demolition Derby nos despertaron en nuestra época más gamberra (en cuanto a videojuegos se refiere, claro).
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