ANÁLISIS: Gungrave G.O.R.E

Derroche de balas por venganza

Se dice rápido, pero hace ya veinte año, por aquella mítica PlayStation 2 apareció uno de esos juegos que nos desestresaba de una vida que por entonces no era tan extrema como ahora. Y que sin levantar demasiado revuelo mediático, si acercó a muchos jugadores a eso juegos de acción que llegaban con un objetivo claro, hacednos soltar adrenalina y no dejadnos pensar entre lluvias de balas, para agrado y disfrute de muchos. Cosa que hizo que a lo largo de los años haya tenido algunos regresos.

Todo ello, nos lleva a este nuevo juego de la saga, que bajo el desarrollo de Iggymob, intenta traer toda esa esencia que tanto nos divirtió manteniendo esas bases de frenética destrucción.

Así que llega el momento de armarnos hasta los dientes, y entrar en una experiencia de acción frenética en tercera persona tremendamente divertida. Y es que todo el que se acerque a este juego a de saber que aquí se viene a disparar a todo lo que se mueve. No hay que darle demasiadas vueltas a sus bases jugables.

Y es que Gungrave nos propone arrasar con todo ser que se plante frente a nosotros. Donde nuestro amigo Grave, va a contar con un tremendo arsenal, con ciertas posibilidades de movilidad, y una clara tendencia al arcade. En las que esas cualidades de ir de frente, sin miedo a las propias armas de los enemigos, donde solo unas ciertas posibilidades de esquiva y un escudo corporal nos protege de una lluvia de balas constante.

Todo ello nos lleva a un control con ciertos toque de pesadez corporal del personaje. En el que nos encontramos ante un sistema de apuntado por posicionamiento y cercanía. Que sin ser especialmente preciso, si hay que reconocer que dentro de ello tiene ese toque clásico y añejo, que saca nuestra máxima violencia sin demasiada complicación. Poniendo ante nosotros un potente arsenal a distancia, una destructiva interacción con los escenarios, ciertos ataques cuerpo a cuerpo, y demoledoras habilidades especiales, que trasforma todo en una autentica carnicería sin remilgo alguno. Eso sí, hay que reconocer que ese toque tan cercano al arcade más clásico pueda resultar algo tosco, simple para muchos jugadores, y con ciertos problemas en el apuntado y los angulos de cámara, pero desde la desarrolladora han dejado claro que no han querido tocar sus cimientos para que no perdiera esa esencia.

Sobre el terreno, nos toparemos con un buen diseño de escenarios, con un toque de linealidad arcade sin necesidad de coberturas ni miramiento alguno. Donde hordas de enemigos de todo tipo y actitudes, irán cruzándose en nuestro camino como pollos sin cabeza, en la más de diez horas que dura una experiencia que no da ni un respiro y divierte como pocas.

He querido dejar para estas alturas del análisis la parte de la historia. Y es que esta lleva a unos niveles de bizarrismo bastante extremo la experiencia. Siendo igual de interesante y alocada para aquel que jugo a las anteriores entregas, como para el que se acerca por primer vez. Poniéndonos en el papel de Grave. Una autentica maquina de matar tras su resurrección. Que se plantará en medio de la lucha contra un grupo llamado el clan del Cuervo, para acabar con todos sus trapicheos con drogas, y con ese afán de hacerse con el control de la humanidad. En una historia que sin profundizar demasiado en una intensa narrativa, si ofrece motivaciones suficientes para querer conocer mucho más de su pasado y futuro, y de esas ganas de arrasar con todo. Así que sin dudarlo demasiado, el juego será capaz de motivarnos, incitarnos y darle sentido a una brutal matanza.