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[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’

Publicado el 22 junio 2014 por Despiram @FrikArteWeb

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’

Juego de Tronos se despide hasta el año que viene con The Children, un episodio cargado de sorpresas y libertades creativas que, como es habitual, estaba concebido para dejarnos en vilo durante unos cuantos meses. Que para eso es una season finale, oigan. Y como buen capítulo final, nada como darle unos minutos a gran parte de las tramas que se han venido desarrollando a lo largo de la temporada y reubicar, como siempre, a todos los jugadores en sus escaques de cara a la primavera próxima.

Analicemos, pues, The Children, y veamos, con muchos spoilers, qué es lo que ha ocurrido en un episodio en el que ninguna trama personal ha tenido más protagonismo que las demás. Eso sí, sin tener en cuenta la grandiosa escena final, que no por tener menos minutos que las demás, ha sido menos importante, si no todo lo contrario.

El Norte

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’
Es inevitable que comencemos nuestro análisis donde lo dejamos: en un Castillo Negro que ha salido vencedor de una batalla que daban por perdida y en el que Jon Snow se disponía, nuevamente, a arriesgar su vida por salvar a sus hermanos. A los negros, claro. Y es que consciente de la inferioridad numérica de la Guardia de la Noche respecto al pueblo libre, el bastardo de Ned Stark no tiene más opción que ir al encuentro de Mance Rayder, el Rey Más Allá del Muro, e intentar acabar con la vida de la única persona es que es capaz de hacer que el Pueblo Libre permanezca unido en favor de una causa. No obstante, Jon no consigue cumplir su cometido ya que, cuando se encuentra en plena faena, un ejército salido de la nada y, aparentemente, capaz de cruzar todo Poniente desde Rocadragón en cuestión de un par de capítulos para salvar a los hermanos negros, asedia a los salvajes y consigue apresar a Mance y a los suyos. Y, atención, Stannis, el único de los “cinco reyes” que ha escuchado a la Guardia de la Noche en sus súplicas de ayuda, no llega solo al Norte. Lo hace acompañado de Lady Melisandre quien, por encima de las llamas que devoran los cuerpos de los guerreros caídos, dirige una cálida mirada a Jon…

Más allá del Muro

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’

También en el Norte, encontramos uno de los episodios más interesantes de la trama de Bran. Y que me perdonen los lectores pero, en algunas ocasiones, algo de imaginación nunca está de más. En cualquier caso, lo cierto es que ver, capítulo tras capítulo, al joven Brandon cargado por Hodor vagar sin rumbo por el Norte ha resultado tedioso no, lo siguiente. Así que bienvenida sean la acción, esos esqueletos llegados directamente de Monkey Island, y ese hombre engullido por raíces que nos ha confirmado lo que todos ya sabíamos: que un tullido no podrá volver a andar y, mucho menos, con los avances médicos de lo que parece la Edad Medida. Eso sí, el príncipe de Invernalia podrá volar. ¿Se referirá, pues, el árbol que todo lo sabe y que llevaba esperándolo tanto tiempo, a que podrá tomar el cuerpo de aves y hacer que éstas actúen a su antojo?  En 2015 lo sabremos. De momento, démosles las gracias “Los niños” que dan nombre a este capítulo por haber salvado la vida al heredero de Invernalia (que quedan poquitos Stark, oye) y despidámonos de Jojen: el niño de Love Actually. Un personaje que, por desgracia, no ha aportado tanto en televisión como en las páginas de la Canción de Hielo y Fuego de George RR Martin.

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’

 Más allá del Mar Angosto

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’
Mientras tanto, a Daenerys Targaryen las cosas no le van mucho mejor que al pobre Jojen. La madre de dragones se ha convertido en la madre de tres bestias que, para saciar su hambre, no distinguen entre humanos y animales. Drogón, el más feroz de todos, ha dejado de aniquilar ovejas para pasar a alimentarse de lo que todos ya temíamos: niños. La carne es la carne y, consciente de ellos, Dany tiene que hacer el mayor sacrificio que ha hecho nunca: encerrar a sus hijos en las catacumbas del castillo. Ni ver cómo su esposo coronaba con oro hirviendo a su hermano le dolió tanto. Pero todo hay que admitirlo: la escena y su composición han sido espléndidas. Y es que no todos los días se ve llorar a una khalessi.

El Valle

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’
Muy cerca del Nido de Águilas, donde en este episodio no tenemos el gusto de ver a Sansa y a Petyr, Arya Stark y el Perro rehacen el camino andado tras enterarse de la muerte de su tía. Si embargo, alguien se cruza en su camino. Una persona cuyo objetivo es, precisamente, encontrar a la joven Stark y a su hermosa hermana. Lady Brienne of the fucking Tarth está en este capítulo a punto de cumplir la promesa que le hizo a Lady Catelyn, pero ni el Perro ni la misma Arya, que padece sufrir un claro ejemplo del conocido síndrome de Estolcomo, se lo ponen fácil. Como no podía ser de otra manera, la princesa caballero y Sandor Clegane se enzarzan en una lucha que acaba con el perro moribundo y con Arya huyendo de todos los que la rodean. Tanto desea alejarse que, a pesar de querer ir al Norte, el destino hace que cambie de opinión. Su próxima parada: Braavos. Su billete de viaje: una moneda de hierro y una frase que nunca olvidará. Valar Morghulis, le dicen. Valar Dohaeris, sabe contestar.

Todo hombre debe morir, y el perro también lo ha hecho. A éste sí que lo echaremos de menos.

Desembarco del Rey

Pero ¡oigan! Que aún nos queda su hermano Gregor. En Desembarco del Rey, la Montaña yace convaleciente por las heridas sufridas durante su pelea con la Víbora de Dorne. Salió victorioso, sí, pero aquí los apodos no se ponen gratis. La lanza de Oberyn Martell no era una lanza más. Era un arma cargada de un veneno que consume el cuerpo de Clegane como si una serpiente fuera la culpable de su presumible muerte. Y tanto que lo es.

Pero vayámonos al grano. Si algo nos importa del desenlace de la impresionante pelea de la Víbora y la Montaña no es, precisamente, la suerte del favorito de Cersei, quien, por cierto, decide contarle a su padre la verdadera naturaleza de sus relaciones con su hermano.

Volvamos a lo que nos interesa: el destino de Tyrion, quien decidió poner su vida en manos de un juicio por combate que, lamentablemente, no se saldó a su gusto. De hecho, el más joven de los Lannister aguarda la muerte y la ejecución de su sentencia en la celda más oscura. Sin embargo, no todo esta perdido. Jaime el matarreyes no puede permitir que una sentencia absurda e injusta acabe con la vida de su hermano. Tal es así que, con la ayuda de Varys, consigue sacar la gnomo de su encierro. Un abrazo fraternal a modo de “hasta luego” es la despedida de los dos hermanos. Nada de rencores, peleas ni confesiones falsas… Solo un adiós que los separa para que Tyrion pueda vivir. Y, para conseguirlo, lo único que tiene que hacer, es seguir un camino y llamar dos veces a una puerta donde la araña le espera.

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Sin embargo, Tyrion todavía tiene una partida que ganar. Sediento de explicaciones o ¿quién sabe? de venganza, no sigue la ruta que le han marcado y se dirige a los dormitorios de su padre. Pero no es a él a quien encuentra allí. Sobre el lecho, Shae yace desnuda. La sorpresa es mayúscula, aún más cuando la que fuera su gran amor, su amante, su todo, lo confunde con su padre y lo llama “mi león”. Qué gran error. Si Tyrion ya tenía el orgullo herido, esta prueba de la falsedad del amor de Shae era lo único que necesitaba para explotar. Y vaya si lo hace. Armado con la cadena de la mano del rey, el medio hombre la asfixia sin piedad dejándola sin poder espirar, si quiera, su último aliento.

Conmocionado y armado con una ballesta, sale en busca de su padre y lo encuentra en el baño intentando hacer de vientre. Se trata de una situación un tanto cómica en la que vemos al hombre más poderoso de los Siete Reinos, a Tywin Lannister, sentado en el baño mientras su hijo, aquel al que ha repudiado toda su miserable vida, lo apunta con un arma amenazándole de muerte pero creyéndolo incapaz de hacerlo. Como todos sabemos, las apariencias engañan, la paciencia tiene un límite y Tyrion ya ha sufrido demasiadas veces las vejaciones de su padre. Tan solo con decir un par de veces la palabra puta, Tywin consigue explotar la ira de su hijo y acaba con varias flechas ensartadas en el pleno estómago.

Con las manos manchadas con la sangre de su padre, Tyrion por fin se decide a obedecer las instrucciones de su hermano y acude al encuentro de Varys, quien lo esconde en una caja y lo hace subir a un barco con un destino a las ciudades. De repente, las campanas suenan. Campanas funerarias que anuncia muerte. Asesinato.

[Análisis] Juego de Tronos 4×10: ‘The Children’

Acabamos, pues, el episodio con tres personajes importantes cruzando el mar quizás para no volver: Tyrion, Arya y Varys. Por otra parte, nos hemos despedido de un plumazo de otros tantos: el Perro, Tywin y Jojen. Y todo ello al tiempo que los protagonistas de la saga reestructuran de nuevo su camino: Arya es, por fin, libre y marcha a Braavos (aunque nos hubiera gustado que fuera al Norte); Stannis Baratheon libera a la Guardia de la Noche de una muerte segura y acaba con los que se suponen sus grandes enemigos;  Bran encuentra, aunque con forma humana, al cuervo de tres ojos con el que tanto tiempo llevaba soñando; y Daenerys pierde la confianza en sus dragones y empieza una nueva era sin tener a su lado al que era su hombre de confianza: ser Jorah Mormont.

Ingredientes más que suficientes para esperar con ganas la quinta temporada. Pero, ¿estamos del todo satisfechos? Sin lugar a dudas, una gran brecha divide a espectadores y no lectores. Y es que, aunque en algunos casos las libertades creativas han sido magistrales, en otros se han pasado un poco de la raya o se han quedado cortos. En un caso o en otro, está claro que Game of Thrones, que se despide hasta el año que viene como la serie más pirateada de la historia, siempre va a dar que hablar y, desde luego, audiencia no va a perder. Yo, desde luego, la seguiré viendo el año que viene.

Que os sea leve la espera, niños del verano. Winter is not coming yet, ¡pero esperemos que llegue pronto!


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