La industria del videojuego se ha caracterizado siempre por ofrecer una amplia variedad de géneros, jugabilidades y estilos tan diferentes como lo son los gustos de los propios fans. No obstante, en ciertas ocasiones algún que otro título trata de innovar mezclando dos conceptos que, a priori, nos parecen totalmente contrarios. Este es el caso de Rabi-Ribi, una propuesta llevada a cabo bajo la edición de Sekai Project (empresa especializada en visual novels) y desarrollada por la compañía taiwanesa CreSpirit.
Tras su exitoso paso por PC el título ha llegado recientemente a nuestras PlayStation 4 y PlayStation Vita, proponiendo a los usuarios de las plataformas de Sony una más que curiosa combinación de jugabilidad al más puro estilo metroidvania, pero otorgándole una ambientación mucho más kawaii de lo que parece convenirle a un género tan ligado a tramas oscuras y profundas.
La jugabilidad tampoco se queda atrás en esta, (de nuevo) a priori, tendencia loca de mezclar ideas de forma extravagante. No en vano, el título presenta aspectos sacados directamente de los encumbrados (no sin motivos) bullet hell, boss rush y de los ya citados metroidvania que parecen no “pegar ni con cola” con una trama algo simple y con un componente artístico que aúna a su vez el estilo manga con un bello pero algo infantil pixel art.
Tras toda esta verdadera maraña de conceptos, a continuación os ofrecemos nuestra opinión sobre cómo Rabi-Ribi encaja todas estas piezas dando como resultado un título con una personalidad inigualable, pero no exento, por supuesto, de algún que otro fallo nacido tanto de la extraña mezcla descrita anteriormente como de otros motivos.
De conejitas va la cosa
Y como no podía ser de otra manera, para empezar a detallaros nuestra opinión acerca del juego debemos comenzar hablando brevemente sobre su historia; Rabi-Ribi nos pone en la piel de Erina, una conejita (el animal con todas las de la ley) que despierta en un lugar extraño sin recordar qué la ha llevado allí o por qué. Lo más extraño de todo es que cuando despierta se da cuenta de que ha dejado de ser una conejita común y corriente para transformarse en una humana, aunque manteniendo las orejas para el recuerdo (además de para el fanservice, claro está).
Llegados a este punto es cuando el jugador tomará el control de Erina, cuya principal preocupación será la de regresar a su hogar y encontrar a su maestra (una suerte de nombre otorgado como eufemismo de dueña). A lo largo del viaje que emprenderá para descubrir qué le ha sucedido, su segunda más apremiante preocupación, ésta encontrará a toda una retahíla de personajes que se enfrentarán a ella, le ayudarán o le guiarán durante su aventura.
No debemos obviar el encontronazo con Ribbon, un hada capaz de utilizar magia que es la primera amiga que encuentra Erina al inicio de su aventura y que se convierte en una compañera inseparable, transformándose en una parte fundamental de la jugabilidad de Rabi-Ribi (aunque eso lo dejaremos para más adelante).
Como habéis podido comprobar, la historia de por sí es muy simple y no llega a tomarse en serio a sí misma. No obstante, a medida que avancemos por el juego sí que llegará a atraparnos con una trama principal que esconde más de lo que parece a simple vista. Esta queda, eso sí, algo diluida entre grandes espacios con los que el título nos brinda la oportunidad de saciar nuestra sed de exploración (no olvidemos que es un metroidvania de cabo a rabo), aunque esta mecánica es una parte fundamental del juego por lo que estos tramos no se vuelven para nada aburridos ni nos parecen fuera de lugar.
Una ambientación de lo más kawaii pero que esconde una dificultad verdaderamente considerable
Como ya hemos mencionado anteriormente el título es en sí una confluencia de géneros y mecánicas de lo más variopintos que no parecen encajar del todo con la estética y con la trama. Sin embargo, las mecánicas típicas de los metroidvania le confieren una personalidad única que se mezcla a la perfección con el resto del juego sin llegar a separarse de lo que hace grande al género.
Debido a ello la exploración será una parte fundamental de la experiencia; el mapa se presenta dividido en zonas muy diferenciadas entre sí, las cuales a menudo esconderán secretos o caminos a los que tan solo podremos acceder si poseemos cierto objeto o habilidad que, a su vez, deberemos conseguir explorando o mejorando a nuestro personaje (ya sea avanzando en la trama o ganando algo de experiencia porque, sí, el videojuego también cuenta con un ligero toque RPG).
Las mejoras y habilidades que otorgaremos a Erina nos permitirán también enfrentarnos con mayores posibilidades a los distintos jefes que encontraremos repartidos por el juego. Éstos serán muy numerosos y ofrecerán un reto considerable para aquellos que deseen enfrentarse a un verdadero desafío. Contando para ello con toda una serie de ataques que nos pondrán muy difícil la tarea de vencerles, pues muy a menudo, por ejemplo, encontraremos que han llenado la pantalla casi completamente de proyectiles (¿recordáis que mencionamos cierto componente bullet hell?).
No obstante, el título le tenderá la mano a aquellos que no deseen caer en la desesperación mediante, por supuesto, el nivel de dificultad fácil, así como de otras ayudas que se les brindarán a los jugadores a los que les cueste vencer a un determinado enemigo repetidas veces. Cuando no estemos viéndonoslas con los jefes de turno, es probable que nos encontremos explorando el mapeado de Rabi-Ribi, el cual además de poseer una estructura que llamará al más clásico plataformeo también contará con algunos otros enemigos que nos permitirán subir de nivel a nuestros ataques (pues el personaje de Erina no cuenta con un nivel de por sí, sino que lo que mejoraremos entrenando serán los ataques de la conejita antropomórfica).
Estos ataques estarán limitados sobre todo al inicio, aunque a medida que entrenemos y consigamos más equipo (y por lo tanto más armas) tendremos a nuestra disposición mucha más variedad con la que enriquecer el combate, un combate que nos ofrece un estilo de juego dinámico y adictivo con gran multitud de posibilidades aunque también con una cantidad demasiado limitada de combos a realizar. Tampoco debemos pasar por alto la participación de Ribbon en este aspecto del juego, pues el hada no solamente se limitará a acompañar a Erina a lo largo de su aventura sino que también hará las veces de arma a distancia ofreciéndole para ello su poder mágico. De nuevo, Ribbon, al igual que el resto de ataques de Erina, podrá obtener distintos tipos de ataques principales (como, por ejemplo, un proyectil que nos devuelve algo de salud que roba de nuestros enemigos).
Cabe señalar llegados a este punto uno de los principales problemas que encontramos y que es fruto de la extraña unión de conceptos que señalábamos al inicio de este análisis. Este concierne al aspecto bullet hell que encontraremos a lo largo de nuestros numerosos combates con jefes, y nos obliga a recordar una y otra vez que el género funciona mucho mejor en títulos en los que la gravedad no es una fuerza de la que debemos preocuparnos mientras tenemos en mente la ingente cantidad de proyectiles que observamos en pantalla. Además, el personaje también será demasiado grande para que estas mecánicas sean cómodas para los jugadores, pues a pesar de que el área de impacto sea muy reducida con respecto al tamaño de Erina, las limitaciones no quedan demasiado claras sobre todo durante los primeros combates, y recordamos que este tipo de enfrentamientos tienen una importancia fundamental en la jugabilidad de Rabi-Ribi.
Aunque este problema le añada de hecho un nuevo grado de dificultad al título (que a nuestro parecer no es para nada planeado, sino fruto de mezclar demasiados conceptos poco ligados entre sí), no es algo terriblemente molesto y, a pesar de empañar algo la experiencia de juego, no llega a entorpecer el buen resultado conseguido por los chicos de CreSpirit.
Pixel art, estilo anime y música electrónica ¿Se puede pedir más?
Como ya hemos señalado anteriormente, el estilo artístico de Rabi-Ribi nos ofrece la posibilidad de adentrarnos de cabeza en un mundo repleto de colorido que estará representado con un atractivo estilo pixel art que, realmente, nos encanta. Los taiwaneses han elegido un estilo anime como vía para presentarnos la trama del título (que, por cierto, se encuentra traducida completamente al castellano al igual que el resto de los textos del videojuego). Éste estará caracterizado por la multitud de chicas lolis que conformarán la totalidad de los habitantes de dicho mundo. Esta es una decisión de diseño que, aunque nos parece digna de mencionar, preferimos dejar su juicio al gusto personal de cada jugador, pues ciertamente le encantará a algunos usuarios mientras que a otros les resultará algo… dudosa.
El apartado sonoro cumple sobradamente con lo que se espera de él, ofreciéndonos unos efectos de audio a la altura que nos permitirán sentirnos inmersos en las batallas, algo muy necesario para obtener la concentración necesaria que se nos requerirá en ciertos bosses que no nos lo pondrán nada fácil.
La banda sonora tampoco se queda atrás, presentando algunos temas de música principalmente electrónica que acompañarán tanto el viaje de Erina como los momentos de combate de una forma realmente estupenda, aunque no podemos obviar la falta de algún tema que llegue a enamorarnos realmente y que se convierta en una melodía digna de ser recordada.
Conclusión
Con Rabi-Ribi los chicos de CreSpirit y de Sekai Project parecen haber metido en una batidora todas las ideas que han sacado de sus juegos favoritos (así como de muchos de los nuestros, de paso sea dicho). No obstante, aquello que en principio parece una mezcla evocada al fracaso ha resultado finalmente convertirse en un videojuego con una gran personalidad. Su bello y característico estilo artístico, su complicada pero adictiva jugabilidad y el humor y la simpatía que desprenden sus protagonistas son los principales reclamos que posee el título. Como ya hemos comentado anteriormente, nos hubiese gustado presenciar una trama algo más compleja y extendida, aunque la que trae consigo el título posee ciertos momentos que la convierten en una historia verdaderamente digna de ser jugada.
Historia - 65%
Jugabilidad - 81%
Gráficos - 78%
Sonido - 72%
74%
Con Rabi-Ribi los chicos de CreSpirit y de Sekai Project parecen haber metido en una batidora todas las ideas que han sacado de sus juegos favoritos (así como de muchos de los nuestros, de paso sea dicho). No obstante, aquello que en principio parece una mezcla evocada al fracaso ha resultado finalmente convertirse en un videojuego con una gran personalidad. Su bello y característico estilo artístico, su complicada pero adictiva jugabilidad y el humor y la simpatía que desprenden sus protagonistas son los principales reclamos que posee el título. Como ya hemos comentado anteriormente, nos hubiese gustado presenciar una trama algo más compleja y extendida, aunque la que trae consigo el título posee ciertos momentos que la convierten en una historia verdaderamente digna de ser jugada.
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