La lectura plana de que todos los que no votaron por Lenin Moreno en la primera vuelta, votarán por el candidato opositor es, por ser generosa, básica. Las cifras de intención de voto para segunda vuelta, así lo demuestran:
Esta intención de voto tiene detrás una decisión del 80%. Esto no debe sorprender mucho, pues al reducirse las opciones a dos, la toma de posición y decisión es bastante más sencilla para los electores.
Para ello, las campañas se ven obligadas a emplear estrategias de contraste: pasado versus futuro; paz versus violencia; cambio versus continuidad.
En este sentido, el debate se va centrando entre un cambio novelero y un continuar cambiando. Novelero, porque no tiene mayor contenido propositivo, es cambiar por cambiar, es una suerte de invitación a probar algo opuesto a lo que hay. Esta invitación puede parecer arriesgada para la mayor parte de ciudadanos que experimentan actualmente algo así como una zona de confort, dado que existe un alto reconocimiento de los avances logrados durante estos 10 años de Revolución Ciudadana (sobre todo los 8 primeros, previos a los problemas económicos). Es así que la labor del Presidente Rafael Correa es evaluada positivamente por el 66% de los ecuatorianos y su imagen positiva es del 65%.