La nostalgia es un arma peligrosa. Es un espejismo, una distorsión de algo de lo que sólo guardamos la parte buena. Es un truquis del cerebro que nos lleva a añorar tiempos pasados, a vivir más tranquilos y, en el mundo en el que vivimos, a comprar cualquier cosa que huela al pasado idealizado que llevamos en el recuerdo. La nostalgia es un instrumento de marketing, y se usa de forma despiadada para saltarse la parte lógica de nuestra cabeza, e ir directamente a la zona del cerebro que hace que nos echemos la mano a la cartera.
En esto de los videojuegos, lo que nos atañe, tenemos infinitos ejemplos del uso de la nostalgia con fines lucrativos: desde la utilización de nombres de juegos clásicos para vendernos mierdas de proporciones bíblicas (hola, Thief), hasta la megaexplotación de lugares comunes y géneros (¿otro plataformas pixelado de salvar a una princesa? GUAU), y otras tantas estratagemas que intentan hacernos creer que, comprando el juego de turno, vamos a disfrutar tanto como de pequeños, vamos a volver a ser igual de felices, y nos va a volver a salir pelo en la cabeza.
A primera vista, Shovel Knight atufa a todo esto y más. Estamos ante un plataformas en 2D, con gráficos pixelados, que nos pone en la armadura de un caballero que, curiosamente, tiene que liberar a Shield Knight, su amiga del alma con la que ha librado miles de batallas y que ha sido convenientemente capturada por las fuerzas del mal, que son muy malvadas, y que buscan conquistar el mundo y todo eso.
Afortunadamente, esa sensación se desvanece en cuanto coges el mando, comienzas la aventura, y te pones a jugar. Shovel Knight no intenta parecer un juego antiguo: ES un juego antiguo que, por avatares del destino, ha salido en el siglo XXI para que lo disfrutemos y podamos volver a experimentar lo divertido y adictivo que es un juego así.
Hay una diferencia abismal, aunque no lo parezca, en hacerte rememorar sensaciones, y hacer que las vuelvas a sentir. Intentaré explicarlo: Los Goonies es una película cojonuda. Es divertida, emocionante, tiene una historia arquetípica que no falla y personajes memorables, y puedes verla mil veces que te sigue entreteniendo. Cuando la vi de pequeño, me marcó, me pasé días imitando a sus personajes, y jugando con mis colegas a ser los malditos Goonies. Ahora, cuando veo una camiseta, un poster, o algo relacionado con la película rememoro todo eso por lo que significó en su día, pero no puedo volver a experimentarlo, porque no ha vuelto a pasar. Es sólo un recuerdo. Es nostalgia.
Shovel Knight es como si volvieran a hacer una película con todas esas bondades, me cogiera a mis años, y consiguiera que volviera a disfrutarla como si la viera por primera vez. Te hace comprobar si no estás jugando a un juego de cartucho de SNES, y si no tienes un sandwich de nocilla al lado como merienda encima de la pila de deberes que deberías estar haciendo. Huele a jugar a vida o pantalla, a "me voy a jugar a casa del vecino", y a fliparse en el recreo el lunes imitando los movimientos del caballero de la pala.
El aspecto gráfico, el sonido, y sobre todo la jugabilidad, que recuerda a cosas como Super Mario World, Ducktales, y hasta a Megaman, se juntan para darnos un plataformas casi perfecto, con un ritmo variado que intercala fases normales, pantallas de bonus y jefes finales para que aburrirse resulte imposible. Todo esto unido a una dificultad progresiva y muy ajustada que nos va poniendo en nuestro sitio a medida que avanzamos por los distintos mundos hace que siempre queramos jugar un poquito más antes de dejarlo hasta el día siguiente.
Lo único que se le puede achacar es que el juego puede resultar algo corto en su historia principal. A mí me ha durado unas 10 horas, aunque no me he liado a recoger los distintos coleccionables ni a conseguir todos los logros (algunos muy locos), y tampoco he empezado una partida plus, que promete ser más exigente aun que la primera vuelta.
En resumen: que os lo juguéis, que mola mucho.