Dishonored, uno de los mejores juegos del año pasado, lleva toda la noche de celebración, ha bebido más de la cuenta, y se dispone a entrar en un bar, a altas horas de la noche, para tomarse la "penúltima". Se ha pasado todo el año así, de bar en bar, sin pensar en secuelas ni spinoffs de momento, que la nextgen está muy verde y ya habrá tiempo de volver al trabajo.
Cuando lleva más de media copa, y está pensando en marcharse a casa, dirige su mirada hacia la barra y ve algo que le deja con la boca abierta. Ahí está Assassins Creed, con el guapo subido, haciendo gala de trailers y de CGI, con la esperanza de pillar a alguien desprevenido, y rentabilizar la entrega de este año. Hablan un poco, tontean, y Dishonored, con las facultades menguadas, se deja hacer y acaba pasando la noche con el vástago de Ubisoft.
Yo no he sido, ha sido Square Enix
Unos meses después, en una clinica clandestina, nace Thief. Ambos progenitores se miran, avergonzados. Ninguno quiere tener relación con eso, que pinta muy mal desde el principio y no está la cosa para perder prestigio. Lo dejan a su merced, le ponen un nombre de un juego antiguo conocido, para que tenga alguna posibilidad y se van cada uno por su lado.
El pobre bastardo crece, a trancas y barrancas, queriendo parecerse a su padre: Un argumento oscuro, enfermedades, cuervecitos y mucho sigilo, con los clásicos poderes paranormales. Pero claro, a la que se descuida, le salen los ramalazos maternos: se le hace todo pasillo y cuando no puede con algo, te mete un QTE. Él lo intenta muy fuerte, pero no le sale. Es una mala imitación, casi una parodia, porque no consigue nada de lo que hace. Su desarrollo es casi doloroso, triste. Lo sería menos si no tratara de honrar a su progenitor, pero al hacerlo, la comparación lo deja en peor lugar. Es como Leticia Sabater intentando ser sexy; como Casillas jugando con los pies; Como si quisieras ir a ver Conan el Bárbaro, y te llevaran a ver El Señor de las Bestias.
Huid, corred, y no miréis atras. Y jugad a Dishonored.
Nota: BLERGH