Análisis transaccional y terapia Gestalt. Sigo recordando cursos de psicología. Recuerdo uno en que se combinó análisis transaccional con terapia Gestalt. En la época todavía era muy importante estudiar las relaciones interpersonales. Era preciso leer a Erich Fromm, Karen Horney, Harry Stack Sullivan y Alfred Adler. Derivada de estos autores nació el análisis transaccional. Este se basaba en un esquema simple, el PAN (estados padre, adulto y niño del yo). La idea central es que para que las relaciones entre personas funcionen es preciso que tratemos con los demás de adulto a adulto. A veces somos regañones y queremos disminuir a los demás, nos comportamos como un padre contra un niño. Pero otras veces somos como niños egoístas que culpamos de todo lo que nos pasa a los demás y solo ansiamos despertar compasión y cariño. Para esto era muy importante darse cuenta del rol que hemos jugado toda la vida. Por ejemplo, a veces jugamos a ser Atlas, un tipo que quiere cargar con los problemas de todos los demás, al igual que el titán griego, que sostenía la bóveda celeste sobre los hombros. Otros juegan a ser Peter Pan, un niño que nunca quiere crecer y siempre achaca a los demás el motivo de sus desventuras. Hay quienes juegan a ser ninfas que atraen a los hombres y luego huyen de ellos, etc. La terapia Gestalt complementaba bien estas ideas. La psicología de la Gestalt (forma o patrón), nació de simples análisis de la percepción. Los empiristas ingleses, siguiendo a Descartes, cometieron el error de creer que lo que percibimos es una suma de sensaciones simples. Por ejemplo, que tomamos sabor de limón, color y textura y creamos la idea de limón. A esto se opuso la "química mental" de John Stuart Mill, para quien, así como en la química un compuesto tiene propiedades que no están en los elementos que lo forman, una idea también es mucho más que la suma de las ideas que la integran. Los psicólogos de la Gestalt, inspirados quizá en Stuart Mill, advirtieron que no captamos ideas simples y las unimos, sino que percibimos patrones o formas. Por ejemplo, podemos oír unas pocas notas de una canción, tocada con otro instrumento y en otro tono, y la reconocemos porque captamos el patrón u orden de las notas. Esto, llevado a la psique humana, nos mostró que todos tenemos la necesidad de hallar orden y sentido en lo que vemos pero también en lo que vivimos (la idea de búsqueda de sentido también es esencial para el psiquiatra Víktor Frankl). Freud había dicho que el sueño era el camino hacia el inconsciente. Los psicólogos de la Gestalt, siguiendo más bien a Jung, señalaron que el sueño es el camino hacia la integración. Freud pensaba que los objetos de los sueños eran, en general, símbolos sexuales o agresivos, y que los personajes podían ser familiares nuestros. En cambio, para Jung y los psicólogos de la Gestalt esos personajes son partes de nuestro yo, que hay que comprender e integrar en un esquema con sentido. Para ello empleaban el psicodrama de Moreno. Se pedía a las personas que representaran a las figuras aparecidas en un sueño. Recuerdo un caso extremo, un hombre que soñaba repetidamente con un escritorio. Se pidió que representara a ese mueble. Aceptó a regañadientes porque lo consideraba una tontería. Pero al poco tiempo de representarlo comprendió que él era como un escritorio en que la gente engavetaba papeles que no interesaban a nadie.
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