Revista Diario

Análisis y creatividad

Por Drajomeini @DoctoraJomeini

Siempre he oído decir (que me corrijan los neurólogos si no estoy en lo cierto) que tenemos un lado analítico y un lado creativo en la corteza cerebral. Y que, dependiendo de aquel que domine, somos creativos o analíticos. Aunque supongo que la cosa es más complicado que esto, lo que sí está claro para cualquiera que me conozca que lo del hemisferio analítico no va conmigo. Soy despistada, ilógica, tiendo a tener la cabeza en las nubes y a dejar que las cosas me afecten cuando no debieran. De la misma manera, está claro, para cualquiera que los conozca, cuál de mis hijos sacó mis genes. El Terro, no. El Terro recuerda absolutamente todos los datos de cualquier conversación presenciada y los relaciona con conceptos de otra, dejándonos pasmados la mayoría de las veces.  - Yo no sabía que tenía pareja, pero me alegro mucho por ella - le cuento a mi santo, hablando de una compañera que acaba de quedarse embarazada.  - Se llama Daniel - apunta mi hijo.  - ¿Quién, cariño? - pregunto, despistada.  - El novio de la chica esa de la que hablas. Se llama Daniel. Lo sé porque lleva a su hijo a mi clase.  Por ahora, esa mente analítica sólo le sirve para cotillear, pero todo se andará.  Susanita no es así. Ella no sabe quién es el novio, ni quién es la chica. Da gracias si se ha enterado de cuál es el niño que va a su clase. Su mente es una explosión de color y sonido y su mano parece guiada por alguien mayor que ella. Su "seño" no deja de decirme que tengo que apuntarla a clases de pintura, pero todo se andará.  El problema viene cuando se juntan los dos. Cuando la mente analítica se une a la creativa forman un cerebro perfecto. Un cerebro capaz de idear las mayores trastadas y superar al pobre cerebro mínimamente creativo de su madre. Pero también son capaces de los diálogos más chispeantes.  - No se pone "bien benidos" - corrige el Terro a su hermana, que había sacado su vena creativa para poner cartelitos plagados de corazones en los platos de la mesa el domingo pasado - Se escribe bienvenidos, con "be" baja.  - ¿Y qué más da? - le respondió ella, encogiéndose de hombros - Yo puse las letras "aleatoriamente". No me negaran que como excusa para una falta de ortografía es de lo más creativo.

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