Una de las cosas que me gusta observar en las personas (me incluyo a mi mismo) es en la gran habilidad que tienen para analizar problemas o situaciones, los cuales dedican mucho tiempo y energía a desmenuzarlos, como también si se producen resultados negativos.
Si te pones a prestar atención en esto, verás que es algo muy común en cualquier aspecto de nuestra sociedad, por ejemplo pon un programa de televisión de cualquier magacín, que hablan de todos los temas sean entendidos o no y verás como analizan y teorizan sobre todo pero nadie asume un liderazgo en aplicar soluciones.
La mayor ventaja que tienen aquellas personas que viven hablando sobre los problemas y criticando los resultados ajenos, es porque hacen todo con los hechos consumados y además porque no tienen ninguna consecuencia negativa luego de opinar o criticar, es decir, con el tiempo ya nadie se acuerdan de lo que dijeron y si ocurre lo contrario, le echarán la culpa a cualquier acontecimiento.
Esto lo hacemos muchas veces, nos ponemos a teorizar con los problemas de los demás, analizamos las causas siempre desde nuestras perspectivas y creencias limitantes, nos dedicamos a mostrar y resaltar todo aquello en lo que se equivocaron, además de dar consejos de lo que se debe hacer. Pero esto no lo veo mal ¡si lo que decimos y aconsejamos lo aplicamos a nuestra vida y actos!!!.
La mayoría de las personas pierden mucho tiempo en recrearse en los problemas y en las situaciones adversas, en vez de perder tiempo en buscar soluciones para ACTUAR y no quedarse horas, días, meses y años teorizando sobre lo que se sabe.
El mayor problema que tenemos a la hora de enfrentar a los problemas, obstáculos, retos o como quieres llamarlos, es que nos falta valentía para poner en práctica lo que supuestamente sabemos o recomendamos hacer a los demás.
Las personas que transmiten inspiración, motivación, éxito, valentía, compromiso, admiración es porque ponen en práctica lo que dicen, hacen, caminan y cuando se equivocan miran lo que deben cambiar y otra vez vuelven a la pista.
Los que se recrean en los problemas ajenos y propios, que se la pasan buscando causas, teorizando en escenarios hipotéticos, haciendo predicciones y “quinielas” de resultados a futuro, es porque habitualmente no plasman en acciones nada de lo que dicen o piensan, porque es mucho más fácil estar echando culpas al exterior que asumir frente a uno mismo vulnerabilidades y debilidades.
Porque dar explicaciones sinceras a uno mismo exige mucho coraje, esfuerzo, compromiso y disciplina, ya que enfrentar a los límites propios es una de las cosas más incómodas y difíciles que hay.
Esto que comento lo veo muy a menudo en los ámbitos que me muevo pero se ve en cualquier trabajo, medios de comunicación, entornos sociales, etc, que hablar del problema es muy común pero plantear soluciones para comprometerse con ellas, ponerlas en práctica y asumir la responsabilidad si las cosas salen mal, se ven………bastante poco.
Con todo esto que reflexiono en este post, no digo que los problemas no deben analizarse, claro que debe hacerse pero hay que tratar de no caer en buscar la “quinta pata al gato” porque si caemos en esta dinámica, comenzaremos a convertirnos en teóricos que miran pasar la vida de los demás desde una enorme esfera de cristal, lejos de todo y si llegado un día te toca salir de allí para poner en práctica algo, te secuestrarán todos los miedos y saboteadores para no actuar y así quedarte teorizando en el mismo sitio por una temporada muy prolongada.
Es importante darnos cuenta frente a los obstáculos en que perspectiva solemos posicionarnos, en la de teóricos de los problemas o en la de los buscadores de soluciones para llevarlas a la práctica.