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Analizan los efectos de escuchar sonidos en fases tempranas del desarrollo

Publicado el 03 enero 2012 por Jordiguzman

Una investigación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl), centro vinculado a la Universidad de Salamanca, ofrece nuevas claves sobre los efectos de acostumbrar al cerebro en las primeras etapas de crecimiento a escuchar cierto tipo de sonidos. El estudio muestra que las ratas inmaduras se vuelven hipersensibles hacia los sonidos a los que han sido expuestas, lo que determina el importante papel del colículo inferior del cerebro en este proceso. Este fenómeno de sensibilización hacia los sonidos tiene importantes implicaciones prácticas en el caso del ser humano, por ejemplo, en el aprendizaje de idiomas, que resulta mucho más efectivo en niños de corta edad.

Analizan los efectos de escuchar sonidos en fases tempranas del desarrollo

La investigación ofrece nuevas claves sobre los efectos de acostumbrar al cerebro en las primeras etapas de crecimiento a escuchar cierto tipo de sonidos. Imagen: Michael.M

Un nuevo estudio realizado por investigadores del Incyl somete a animales inmaduros a “un ambiente sensorial enriquecido”, con sonidos agradables o no traumáticos, como explica a DiCYT Manuel Sánchez Malmierca, investigador del instituto. “Es como si a un niño pequeño le pones a escuchar música de Mozart”, pone como ejemplo.
El resultado es que los animales se vuelven más sensibles a los sonidos en su etapa de crecimiento. “Vemos que las ratas a las que se les expone a un sonido especial durante su desarrollo se vuelven hipersensibles al mismo. Hay un periodo crítico durante el cual la plasticidad neuronal es muy potente”, añade.
Habitualmente, muchos neurocientíficos consideran que la mayor parte de las funciones importantes del sistema nervioso ocurren en la corteza cerebral, pero en realidad, “la corteza cerebral es una parte pequeña del cerebro” y una de las aportaciones científicas de este trabajo es, precisamente, destacar el importante papel que ejerce en este aprendizaje otra zona cerebral conocida como colículo inferior, que está muy relacionada con otros muchos aspectos clave de la audición.
“Antes se pensaba que todo ocurría en la corteza, pero también está implicado el colículo inferior”, insiste Sánchez Malmierca, aunque su equipo no ha podido demostrar si el fenómeno tiene su origen exactamente en esta parte del cerebro. En cualquier caso, lo que sí está claro es que “las neuronas subcorticales [las que están por debajo de la corteza, entre ellas, las del colículo inferior] son capaces de mantener o desarrollar esa sensibilidad al estímulo al que se ha sometido a los animales”, declara.
El proceso por el que ocurre tiene que ver con el concepto de plasticidad del cerebro, es decir, con la capacidad de moldearse ante distintas situaciones, que es mucho mayor en edades tempranas. En este caso, “las neuronas están sintonizadas a distintas frecuencias”, comenta el investigador. “Cuando estimulas a algunas de ellas por medio de un sonido concreto, las neuronas que están al lado modifican su posición y todas en conjunto se ‘resintonizan’ a una frecuencia concreta”, comenta. “En realidad no sabemos si las neuronas de al lado cambian su sintonía o si aumenta el número de las mismas, pero el hecho es que hay un cambio en la sintonía natural de estas células”, señala.
Sensibilidad para la música y los idiomas
Si este hecho se traslada al caso del ser humano, se encuentra la explicación a fenómenos como la especial sensibilidad de los músicos para los sonidos. “Un músico es capaz de distinguir un piano de otro piano; una persona normal podría distinguir el ruido de un camión y el de un avión, pero un músico podría distinguir entre dos vehículos iguales y habitualmente tiene tal sensibilidad para discriminar sonidos por haberla desarrollado desde pequeño”, comenta el científico.
De la misma forma, este fenómeno tiene implicaciones en el aprendizaje de idiomas. “En España, la gente empieza a aprender inglés cuando se da cuenta de que lo necesita y, cuando lo necesita, es demasiado tarde. Si a un niño en edad de aprender un lenguaje le enseñas inglés o le pones dibujos animados en inglés, absorbe el idioma con una facilidad tremenda y no sólo las palabras o la gramática, sino también la pronunciación”, comenta Malmierca, que estima que este periodo de aprendizaje podría situarse entre los tres y los ocho años.

Artículo publicado en Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).


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