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"Anarquismo y cristianismo" Jacques Ellul

Publicado el 27 abril 2018 por Matapuces

"En el periodo que conozco bien, los siglos XIV y XV, en la mayor parte de los numerosos motines campesinos, los curas marchaban como elementos revolucionarios junto con sus parroquianos y frecuentemente encabezaban la revuelta. Esto, por lo general, terminaba en masacre. ¿Las cosas han cambiado desde que pasamos a los sistemas democráticos? Mucho menos de lo que se imagina. La idea central sigue siendo que "el Poder viene de Dios", por lo tanto también el (del) Estado democrático. Lo curioso es que es una forma muy antigua; desde el siglo IX algunos teólogos decían: "Ominis potestas a Deu per populum": todo viene de Dios a través del pueblo. Pero evidentemente esto no conducía a la democracia. En las democracias "cristianas", es evidente que la alianza es semejante, aunque con menos ventajas para la Iglesia. En las democracias laicas, teóricamente, hay separación completa, pero es inexacto: ahí la Iglesia manifiesta su incertidumbre en el plano teológico. La Igleisa ha sido monárquica bajo los reyes; se volvió imperialista bajo Napoleón, para convertirse en republicana (con un poco de retrasos y con algunos conflictos en la Iglesia católica, pero sin ninguna duda en la Iglesia protestante) bajo la República. Lo mejor es que se volvió marxista en los países comunistas. No se asombren bajo, en Hungria y en Checoslovaquia, las Iglesias reformadas, con Hromadka y Bereczki, se volvieron abiertamente comunistas. Nunca hay que olvidar que en la URSS, en el momento de la guerra, en 1941, Stalin pidió a la Iglesia ortodoxa darle su apoyo (por ejemplo, para colocar los bonos de Préstamo de guerra) y la Iglesia se sintió muy contenta de darle ese servicio. Desde entonces la Iglesia ortodoxa fue un buen apoyo del régimen. Hay más dificultad del lado de la Iglesia católica, pero ahí, no hay que olvidar qe bajo Hitler, esta Iglesia, sino ayudó directamente al régimen, lo sostuvo en la misma Alemania, y que el Papa hizo un concordato con Hitler. Todo esto es para decir que cualquiera que sea la forma que tome el poder político, las Iglesias en sus autoridades y direcciones se econtrarán siempre del lado del Estado.

Pero dejando el terreno de la historia y de la moral, hay que abordar los ataques de fondo de los anarquistas, de ti­po metafísico, contra las religiones en general y contra el cristianismo en particular. Encontraremos, de hecho, cua­tro objeciones decisivas. Primero, como debe ser, el lema: “Ni Dios ni Amo” . Al no querer Amo político, económi­co, intelectual, los anarquistas tampoco quieren un amo religioso, no quieren un Dios del que, lo hemos visto, los amos del mundo se han servido abundantemente. Todo el problema reside entonces ahí, en... la idea que nos hemos hecho de Dios... 

Nada menos. Es verdad que durante si­glos los teólogos han insistido en el hecho de que Dios es el Amo absoluto, que es el Señor de los Señores, el Todo­ poderoso frente al cual el hombre es nada, etcétera. En consecuencia, era legítimo, si se quería rechazar a los amos, rechazar al mismo tiempo a Dios. En esa crítica se podía también insistir en el carácter anticuado de las de­ nominaciones que los cristianos del siglo xx continúan em­ pleando: se dice todavía que Dios es Rey de la Creación o que Jesús es el Señor. Pero ya no hay reyes ni señores. Dis­cutiré esta visión de Dios. Sé que corresponde a la menta­lidad corriente, sé que se trata de una imagen religiosa de Dios, sé, en fin, que muchos son los textos bíblicos que di­cen que Dios es Rey o Señor. Admitido eso, pretendo que la Biblia nos da en realidad una imagen completamente distinta de Dios. 
Vamos aquí a examinar solamente un as­pecto de esa imagen distinta; volveremos a encontrárnos­ la de nuevo en las cuestiones siguientes. Si el Dios bíblico es el Todopoderoso, es al mismo tiempo aquel que prácti­camente nunca utiliza su poder en su relación con e l hombre (excepto en casos muy excepcionales que se mencionan precisamente porque son “ anormales” ): la Torre de Babel, el Diluvio, Sodoma y Gomorra). Es un poder que se autolimita, no por arbitrario y caprichoso, sino porque actuar de otra forma contradiría su Ser mismo. Pues más allá del Poder, lo dominante, lo condicionante, está el ser de Diosque es Amor. No es sólo Jesús quien nos lo enseña, es to­da la Biblia hebrea, si al menos se quiere leer con aten­ción. Cuando ese Dios crea, no es para divertirse, sino porque, al ser amor, es necesario que tenga “ a quien amar” , alguien distinto a él. No crea mediante una explo­sión terrible de poder, sino por la simple palabra: “Dios dice...” Así de simple. Dios no se desencadena en Poder, se expresa únicamente por la palabra, lo que implica des­de el comienzo que es un “ Dios para la comunicación” ,contrariamente a todas las cosmogonías religiosas de la época, donde los dioses (incluyendo los del Olimpo) no dejan de combatirse, de crear en la violencia, etcétera. Cuando el Dios bíblico crea al hombre, la segunda narra­ción muestra que lo que caracteriza a ese hombre es tam­bién la palabra. El papel primero del hombre es el de ser el que responde al amor de Dios. Lo que quiere decir que el hombre está hecho para amar (esa es la imagen de Dios).
Otra imagen completamente sorprendente de ese Dios, es la historia de Elias en el desierto: después de cuarenta días en los que Elias se desconsuela de soledad, se produce una serie de fenómenos muy violentos: un incendio terrible, un ciclón, un terremoto, y cada vez el texto dice: pero Dios no estaba en el incendio, no estaba en el ciclón, no estaba, etcétera. Al final se levanta un ligero susurro (Chouraqui traduce: el ruido de un silencio que se desva­nece), entonces Elias se prosterna y se cubre el rostro con su manto, pues Dios estaba en ese susurro. Muchos textos proféticos confirman también que Dios habla a su pueblo sin amenazas (Pueblo mío, ¿qué te he hecho para que te apartes de mí?). Incluso, cuando ese Dios se manifiesta en su poder, nunca está ausente el aspecto de lo que un gran teólogo ha llamado “La humanidad de Dios” . Por ejem­plo, en la historia del Sinaí: la montaña está rodeada de truenos, de relámpagos, etcétera, y el pueblo tiene miedo.

Pero Moisés sube de todas formas y entonces, dice la na­rración del Exodo, “hablaba a Dios cara a cara como un amigo habla a su amigo” . De esa forma, cualquiera que sea el poder de Dios, no es nunca el aspecto de Dios Amo ab­soluto, Todopoderoso, etcétera, el que primero surge: es el aspecto de Dios que se pone al nivel del hombre y se “autolimita”. Que los teólogos influidos por la monarquía (la de Roma y la de los siglos XVI y XVII) hayan por imita­ción insistido en el Todopoder, es exacto y es un error. Sin embargo, a veces, puede ser útil ante (y contra) un Es­tado todopoderoso recordar a ese dictador que Dios es más poderoso que él y que es el Rey de los Reyes (como Moisés lo hizo ante al faraón). “Ante al asesino que ven­drá a matarte, veremos si eres Dios” . Pero fuera de eso, el verdadero rostro del Dios bíblico es el Amor. Y no creo que los anarquistas estarían de acuerdo con una fórmula que dijera “ Ni amor ni Amo”.
Una segunda crítica del anarquismo contra el cristianismo, que se dirige también a la concepción de Dios, es uno de los dos célebres dilemas: al ser Dios omniprevisor y “Pro­videncia” suprime cualquier libertad del hombre. Tam­bién aquí nos encontramos frente a una imagen de Dios que en realidad proviene de la filosofía griega y que los teó-logos clásicos difundieron mucho. Se sabe que a partir del pensamiento griego se “dotó” al Dios cristiano de todo un conjunto de “atributos” : omnisciente, omiprevisor, impa­sible, inmutable, eterno, etcétera. No discuto lo que viene directamente de la Biblia (por ejemplo, Dios eterno, aun­que nosotros no podamos concebir lo que quiere decir la Eternidad), pero constato que nos hemos hecho una ima­gen, una representación de Dios, que dependía mucho más de una reflexión humana y lógica, que de una comprensión de la Biblia. Pues ésta enuncia a lo largo de todas sus pági­nas una afirmación decisiva: no podemos conocer a Dios, no podemos hacernos una imagen de él ni analizar lo que es. Los únicos teólogos serios son los que han practicado lo que se llama la teología negativa, es decir, que: “ no pode­mos conocer a Dios, sólo podemos decir lo que no es: así, el dinero no es Dios, ni un árbol, ni una fuente, ni el sol” , etcétera. No podemos afirmar nada positivo (dije anterior­mente. “ Dios es amor” , ésa es, en efecto, la única declara­ ción positiva bíblica, pero el amor no es un “ ser” dado).

Está contenido en la gran afirmación de Dios a Moisés (Ex3, 14): “ Soy el que es” . Pero con la pluralidad de sentidos de las palabras hebreas, eso puede traducirse como “ Soy aquel que es” (esta traducción la confirman muchos otros textos en donde Dios dice: “ Soy aquel que puede decir: Soy” ) o también: “ Seré el que es” ; “ Seré el que será” . Por lo tanto, y en todo caso, no hay nada fijo ni claro. Como lo dice Karl Barth: “ Cuando Dios se revela al hombre, se re­ vela como el Incognoscible”. En consecuencia, todos esos calificativos que le hemos atribuido a Dios, son del ordende la imaginación o del razonamiento humano. Debo decir que ése fue el gran mérito de los teólogos de la muerte de Dios: no “ matar a Dios” , pero destruir la Imagen que nos fabricamos de él. Sin lugar a dudas, los ataques de los gran­ des anarquistas del siglo xix, tanto como los de Nietzsche, se dirigen contra esa imagen común en su época."


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