Ya en la edad adulta trabajó como marino mercante en el buque “Maxim Gorki”, con el que viajó por todo el mundo. Su carrera criminal comenzó el 14 de junio de 1989, según fuentes oficiales. Junto a un cómplice Serhiy Rogozin, mataron a nueve personas para robarles. Con la policía pisándole los talones huyó de Ucrania durante seis años, viviendo en varios países europeos. En uno de ellos, Alemania estuvo preso 6 meses por robo y después expulsado, por lo que volvió a Ucrania.
Anatoli Onoprienko
Foto: AP
Las autoridades preocupadas por la ola de asesinatos que asolaban Ucrania, movilizaron a miles de policías y unidades del ejército para controlar carreteras y aldeas en las regiones donde había actuado el asesino. La sombra de Andrei Chikatilo volvió a la mente de los ucranianos.
En marzo de 1996 las fuerzas del orden detuvieron a un inocente, Yury Mozola, de 26 años. Lo sometieron a torturas para obtener una confesión, pero lo que consiguieron fue su muerte. Siete policías fueron condenados a penas de prisión por ello. Sin embargo, Onoprienko estaba entre los sospechosos, hasta que el 14 de abril de 1996 diversos agentes se dirigieron a su domicilio y fue detenido después de que se encontraran objetos pertenecientes a sus víctimas. El asesino acabó confesando 52 crímenes.
Se hizo pasar por demente, alegando que unos extraterrestres le habían ordenado cometer los crímenes y que tenía telepatía mediante la cual podía comunicarse con los animales. También que podía detener su corazón con unos ejercicios de yoga.
El 23 de noviembre de 1998 se celebró el juicio. Los informes psiquiátricos dictaminaron que estaba cuerdo. Fue declarado culpable y condenado a la pena de muerte, si bien fue conmutada por cadena perpetua.
Aunque de nada le sirviera, Anatoly Onoprienko mantuvo sus discursos demenciales durante toda su condena. Finalmente, murió de un paro cardiaco en la cárcel, a la edad de 54 años, el 27 de agosto de 2013.