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© S. Loeb/AFP/Getty Images
El agua esta templada.
Es agradable para relajarse, para nadar. Poco a poco nos sentimos más cómodas, más tranquilas. Incluso, ahora que se han sumado algunas conocidas y somos más y podemos socializar, el agua parece estar algo más cálida.
Qué bien que se siente. Nadamos, solo un poco, nos sentimos muy cómodas flotando. Nadar puede resultar cansador.
Creo que alguien dejó sin querer una zanahoria aquí. Vaya despropósito, con el agua tan limpia. Eso sí, le da un toque de color ¿o de sabor?
Ahora ya empieza a hacer calor ¡una sauna! Que fantástico es este lugar, que descanso, que paz. Nadar ahora sería una incoherencia, ya lo haremos después.
Vaya, una cebolla. Perfecto, debe ser bueno para la piel. Mis ancas están suaves y carnosas, casi me mordería a mí misma.
Me merezco este descanso y mis compañeras opinan lo mismo. Nunca entenderé a mi prima que saltó de la olla cuando podía haberse relajado como nosotras. Ahora sí, voy a echar una cabezadita.
Últimos pensamientos de una rana en la olla.
Ya sean ranas, personas o empresas, solemos tender muy a menudo a buscar la situación de comodidad, nuestro espacio de confort, el lograr estabilidad, evitando tensiones e incluso evitando escapar de este espacio, de esta situación, aún cuando intuimos que nos están cociendo. Cuando las patatas queman.
Dedicado a aquellos que hoy día responden “lo haremos después del verano”.
La mesa estará servida.
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Quiero agradecer a @Mariolacorega y a Cacu Tonda una gran tarde que recordó e inspiró este escrito
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