En la Wasabi Manor nos alegramos (algo que suele ser bastante raro) por el reparto de premios de los Oscars. Si The Artist nos pareció la película del 2011 (la controversia sobre el premio a mejor banda sonora, o que el primer actor francés en la historia en llevarse la deseada estatuilla sea Dujardin...la polémica está servida pero desde este rincón, como ya sabréis, lo celebramos), Hugo la sigue muy de cerca, aunque hay que reconocer que ha habido algún que otro olvido.
Que en la categoría de cortos haya ganado The Fantastic Flying Books of Mister Morris Lessmore solo acaba de confirmar una cosa: que el cine en cualquier de sus manifestaciones, se vuelve a nutrir de sus orígenes (¡¡hurra!!) y como era de esperar y como último apunte de la gala(no tan sosa como el año pasado pero en su tónica) nuestra Meryl se llevó el gato agua
Pero mientras medio planeta seguía lo que acontecía en la Red Carpet y la otra mitad era pasto del aburrimiento o del fútbol; los integrantes de este pequeño rincón fuimos a ver La invención de Hugo y observamos, tan asustados como sorprendidos, que se proyectó para un total de siete personas.Qué decir a estas alturas de Hugo no se haya dicho...También soy de la opinión de que esta obra, ha sido la declaración de amor al cine por parte de un Scorsese que demuestra que es capaz de llevarte al infierno en taxi o al epicentro de la magia de la mano de Mèlies y que hay que silenciar a tu parte más crítica por un rato y dejarse llevar durante dos horas a lo que fue la cuna de la ilusión.
Antes de entrar en materia, os refrescamos la memoria, no hace mucho Roswell escribió este bonito artículo sobre George Méliès y Segundo Chomón. Ahora si, hablemos de lo último de Martin Scorsese.
París 1931, en la estación de Montparnasse ("resucitada" con la arquitectura original de 1840 gracias a la magia de los decorados y los fx) vive un niño llamado Hugo Cabret que dando cuerda a los relojes sobrevive tras la pérdida de su padre (qué pena Jude Law, que tu carrera descansa también en los cielos) y que tiene un aútomata que ha de ser reparado como herencia póstuma.
Con pequeños hurtos logra ir pasando el día a día hasta que asqueado, el dueño de la tienda de juguetes de la estación, le pone una pequeña trampa para descubrir quién es el ladronzuelo que le roba mecanismos y piezas.
¿Qué nos espera pues en la película más dulce de Scorsese?. Una gran adaptación de la novela gráfica de Brian Selznick, que como sabréis, se centra en la figura del inigualable George Méliès maestro y pionero donde los haya del cine mudo.
Prestidigitador, ilusionista y fan incondicional de Houdini, Méliès, logró desarrollar infinidad de técnicas que sentarían las bases de la cinematografía (desde el truco de la sustición que descubrió al atascarse su cámara o como colorear imágenes, pasando por sus trucos de las peceras, los maquillajes o sus originales usos de los decorados o de los desplazamientos de cámara).
Scorsese evoca prácticamente toda la vida del maestro con mucha fidelidad aunque la acción se sitúa durante el período de ocaso y olvido en el que Mélies sobrevive junto a su esposa (musa y actriz de la mayoría de sus obras) e Isabelle, su ahijada y amiga del solitario Hugo.
Nada malo podemos decir del casting, Asa Butterfield (hola ya no soy el niño del pijama a rayas y seré el nuevo Elijah Wood) es un crío solvente (qué decir de su compañera de aventuras, la precoz princesa de las tortazas como panes aka Chlöe Moretz). Y en cuanto a a Ben Kingsley cuando deja de hacerse el moderner despunta y logra que soltemos alguna lagrimilla. Lo mismo se puede decir de Sasha Baron Cohen, que juega con solvencia a recordar Harold Lloyd y está acorde con toda la película que huele a Chaplin, Buster Keaton y a personajes como Oliver Twist o Mark Twain.
Un desarrollo sencillo, familiar y emotivo (yo hubiese pedido un pelín más de profundida de los secundarios) pero con un gran mensaje y cargado de buenas intenciones (en esta caso hemos coincidido en que nos recuerdo de forma positiva a la siempre recomendable El viaje de Chihiro). Puede que se note un intento de perfección excesivo con la fotografía y los elaborados encuadres para aprovechar el 3D (mostrando hasta la más diminuta mota de polvo o imperfección), pero ello no impide disfrutar de este tobogán de sueños que es La invención de Hugo.
Es un auténtico placer disfrutar de la excelente recreación de varias escenas rodadas por Méliès, los guiños a todo tipo de películas, cineastas, libros, ilustradores, lo vintage, el steampunk y ese largo etcétera que es mejor que no pronuncie...Incluso prácticamente vivir el célebre accidente de 1895 en la estación Montparnasse que inspiró a Mélies para su clásico Le voyage a travers l'impossible o ver los decorados y lo que significó para el director su maravillosa Le Voyage dans la Lune. Insisto. Es una maravilla.
No quiero revelar más sorpresas (una banda sonora de diez, eso si) y como curiosidad el mensaje del autómata pertenece a una página de la novela gráfica en la que se basa la película, Cameo del dire, cameo de su hija...y todo lo que me dejo en el tintero... Me voy despidiendo con ocho wasabis que admiran sirenas...
Y ...voilà! El Trailer
Si las mudanzas y los resfriados lo permiten, volveremos a nuestro ritmo de siempre.