Comienzo esta serie de relatos con la intención de poner en valor otra forma de entender la naturaleza y aquello que la rodea e integra, alejada de estadísticas y datos técnicos que dan un aire más deportivo a las caminatas. Además con ello quiero hacer una pequeño y personal homenaje a un hombre que fue poeta, escritor, docente, cantautor, político, y colaborador en diferentes medios de comunicación, ese personaje de nuestra cultura es José Antonio Labordeta.
"La Alcarria es un hermoso país al que a la gente no le da la gana ir". (Viaje a la Alcarria. Camilo José Cela)
Fisgoneando por los mapas topográficos, me llama la atención una serpenteante sombra que indica una hendidura del terreno; indago con mayor profundidad y es el Valle del Río Ungría en plena comarca de La Alcarria, en la provincia de Guadalajara, que desde las cercanías de Brihuega corta el páramo alcarreño dando asiento a la amplia vega, y flanqueado por pequeños pueblos hoy venidos a menos. En esta jornada nos planteamos el recorrido entre los caseríos de Valdesaz y Fuentes de la Alcarria.
Fuentes de la Alcarria (Guadalajara)
Llegados al primero, y mientras nos preparamos para el paseo, una vecina nos pregunta si vamos de senderismo por la zona, y a nuestra respuesta afirmativa nos indica que hoy a las 16h sueltan tres toros por el campo (a modo Toro de la Vega). Tras darla las gracias, esto nos hace cambiar el plan por un recorrido más corto, no sea que los astados se nos presenten de golpe ante nosotros y tener que hacer de "manoletes" o salir raudos monte arriba. Dejamos atrás Valdesaz recorriendo el amplio valle que ha ido socavando lentamente el río Ungría, viendo como algunos lugareños recogen el fruto de los abundantes nogales. En amena caminata llegamos a la senda que sube hacia Fuentes de la Alcarria alcanzando la plaza que preside la picota del siglo XVI (señal de haberle sido otorgado el título de villa) con el cementerio y el arco de la antigua puerta que daba paso al pueblo antiguamente fortificado. Fuentes de la Alcarria se alza sobre un meandro del río Ungría como si quisiera cortarlo, al igual que la proa de un navío corta las olas del mar. Es un pequeño reducto de casas, algunas asomadas al barranco, con unos veinte habitantes censados, de estrechas callejuelas, sin bar ni comercios, y casi sin vida, ya que a las doce de la mañana no vemos ni un alma por sus calles.
Picota de Fuentes de la Alcarria
Valle del río Ungría desde un mirador natural de Fuentes de la Alcarria
Salvo los restos de la muralla, su iglesia realizada en diferentes periodos (como muestran los materiales), y la vieja picota, Fuentes de la Alcarria tiene el mejor valor en su paisaje, colgada sobre la hoz del río Ungría y su vega, lo que podemos comprobar desde varios de sus balcones naturales. Nos damos un descanso en la plaza de la picota, junto al edificio que antaño fue Casa Consistorial y escuela (hoy Centro de Salud por su letrero en la puerta), cuando se acerca un paisano al que le preguntamos con cierta ironía si llegarán hasta aquí los toros de Valdesaz, el buen hombre nos dice que no, pero que un año se quedaron en unos invernaderos cercanos que se ven abajo en la vega; también nos explica en qué consiste esa "fiesta" del pueblo vecino, en que ya no tienen bar, contándonos la anécdota de que cuando este existía era un bar social sin camarero donde la gente del pueblo cogía su consumición y dejaba el dinero en una caja, pero que a veces no cuadraba lo recaudado con lo vendido, ya que algún espabilado se llevaba la bebida sin pagar por ello.
Fuentes de la Alcarria vista desde el valle
Vega del río Ungría vista desde el Balcón del Ungría (Fuentes de la Alcarria)
Terminada la grata charla con el buen hombre, continuamos, ya que el improvisado objetivo es llegar al inicio antes de que suene el chupinazo y lo que ello acarrea. Nos acercamos a la estatua dedicada a la Mujer Alcarreña, para después pasar bajo el antiguo arco de la muralla y recorrer la estrecha Calle Mayor hasta la iglesia, donde se aprecian sus diferentes fases de construcción, y de su trasera descender al fondo del valle para recorrer el camino de vuelta. Abajo y antes de cruzar el río, vemos unos imponentes ejemplares de álamos, cuyo tronco necesitará al menos 5/6 personas para abrazarlo. Desde este agradable rincón solo nos queda continuar aguas abajo por la vega, y volver a incorporarnos al camino de la ida hasta Valdesaz.
Resto de la puerta de la antigua muralla
Bajando hacia el río Ungría
Imponente álamo junto al río Ungría
Primeros colores otoñales
Ya en el pueblo de destino, vemos el ambiente de fiesta (que en nada nos entusiasma por lo que celebran), callejeamos por su caserío hasta la iglesia, donde el murmullo del gentío nos indica que cerca debemos andar del bar que plaque nuestra sed. Y así es. Ya refrigerados, y con tiempo de sobra para la suelta taurina, emprendemos el regreso con parada previa en Torija, para ver su picota, castillo, plaza e iglesia, y andurrear por sus estrechas callejuelas.
Torija y torre de la iglesia
Este valle nos ha causado tan buena impresión que volveremos a disfrutarlo en aquellos parajes que aún nos quedan por conocer
© Texto y fotografía de Rafael Rodríguez