El carismático holandés, siempre preocupado por interactuar con su público, logra salvar las barreras del lenguaje haciéndose acompañar por un intérprete. En esta ocasión fue la conductora Mónica Noguera la encargada de traducir su mensaje.
(Foto de archivo)Dando un ejemplo de la cortesía de la realeza, hace su aparición entre el público un par de minutos antes de la hora de inicio, en donde se dio el tiempo de saludar de mano a los asistentes. En compañía de los más de 50 miembros de su orquesta Johann Strauss, cruzó el recinto para posicionarse en el escenario y comenzar su concierto a las nueve en punto.“El rey del vals” se hizo acompañar por “The Platin Tenors”, trio de tenores integrado por Gary Bennett de la isla de Tasmania, Bela Mavrak de Hungría y el alemán Thomas Greuel. En la parte femenina por las sopranos Mirusia Louwerse de Australia, la holandesa Donij van Doorn y la chilena Laura Engel, quien se robó el corazón de los tapatíos con su interpretación de “Bésame Mucho” de la jalisciense Consuelo Velázquez.También compartió el escenario con el conjunto vocal “Berlin Comedian Harmonists”, quienes además de dar una muestra de su particular estilo musical, dieron un toque nostálgico al recordar la historia del grupo original “Comedian Harmonists” famoso en los años treinta y quienes fueran desintegrados por el régimen nazi.André Rieu dio un magnífico espectáculo, haciendo gala no sólo de su talento, sino de su energía y su profesionalismo. Él y su orquesta, o tal vez debería de decir, su familia, funcionan con la precisión de un reloj. Cada movimiento, cada sonrisa, cada detalle simpático que tienen para con la audiencia deja ver claramente su cometido, que es acercar la música clásica al público en todo el mundo.Rieu convierte cada concierto en una experiencia única, quitando la sobriedad sin perder la elegancia en cada escenario que pisa. Está acostumbrado a mover a ritmo de vals a miles y miles de personas. Guadalajara no fue la excepción y muchos de los asistentes no perdieron la oportunidad de bailar el Danubio Azul. O de integrarse a los coros con “Volare”, o cantar a todo pulmón “Cielito Lindo”.Más de dos horas de concierto y el público se negaba a dejarlo ir. La fiesta terminó con brindis y lluvia de globos de colores, la pianista dejó el piano y tomó las maracas para entrar al ritmo de la música mexicana.No cabe duda que André Rieu es un “showman” de larga cabellera y sonrisa deslumbrante, que con Stradivarius en mano va llevando la música clásica a todos los rincones del mundo.Fotografías: Eduardo Juárez