Andrés Cabrera nace en Cuenca en 1430 en una familia hidalga de ascendencia judía. Tercer hijo de Pedro López de Madrid y de María Alfonso de Cabrera.
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Su antepasado por línea paterna se convirtió al cristianismo. Aunque Cabrera trató de ocultar su origen judío, los coetáneos sabían que era converso.
Andrés Cabrera, artífice de la entronización de Isabel
A raíz de esto, el marqués de Villena le atacó organizando una revuelta de anticonversos en Segovia con el objetivo de arrebatarle el poder que Cabrera tenía en dicha ciudad. Su madre, María Alfonso de Cabrera, era de clase superior a la de su marido, por lo que Andrés utilizó el apellido materno.
En su juventud quiso aprender la carrera de armas y en el reinado de Juan II participó en la defensa de Cuenca contra el ataque de Diego Hurtado de Mendoza, que se enfrentaba al todopoderoso Álvaro de Luna. En 1451 se unió a su hermano mayor Pedro para formar parte de las tropas de Juan Pacheco y acudir a Navarra a socorrer al príncipe de Viana. Después de la expedición, el marqués de Villena introduce a Andrés Cabrera como doncel en la corte del príncipe Enrique en Segovia.
Tenía que dejar la carrera de armas, pero el puesto ofrecido era una buena oportunidad para su porvenir. Las buenas relaciones que mantuvo con el príncipe dieron su fruto en 1454, pasando a ser camarero de Enrique IV, que acababa de subir al trono de Castilla tras la muerte de su padre Juan II en aquel año. Andrés tenía 24 años de edad y a partir de entonces su carrera al lado del rey empieza a florecer de manera notable. Acompaña al monarca en sus desplazamientos y desde 1455 a 1458, en la campaña de Granada, pudo participar como militar, saboreando el tema de armas que tanto le gustaba.
En aquel tiempo conoce a Beltrán de la Cueva, mayordomo de Enrique IV, que se estaba ganando la confianza del monarca para sustituir al marqués de Villena, el privado del monarca. Durante este tiempo ingresa en la orden militar de Santiago. En 1462 fue nombrado maestresala y mayordomo, en sustitución de Beltrán de la Cueva que había obtenido el título de duque de Ledesma. En el mismo año logra el oficio de tesorero de la Casa de la Moneda de Cuenca, de la que será regidor desde 1465. Durante la sublevación encabezada por el marqués de Villena contra Enrique IV para colocar al infante Alfonso como nuevo rey en 1465, Cabrera se mantuvo fiel a Enrique IV, lo que provocó la ira del marqués de Villena, motivo por el cual la relación con su antiguo jefe se rompe desde entonces.
En 1467 colaboró con Beltrán en la segunda batalla de Olmedo entre los partidarios del rey Enrique y los rebeldes, encabezados por el marqués de Villena y Alonso Carrillo, que apoyaban al nuevo monarca Alfonso. Los que defendieron al rey fueron favorecidos tras la batalla y Cabrera fue uno de ellos. El rey Enrique entrega el gobierno de Segovia a Cabrera, una vez descubierta la traición del obispo Pedro Arias de Ávila. En 1468 se convierte en alcaide de los Alcázares de Madrid, obteniendo la custodia del Tesoro real. Se casa con Beatriz de Bobadilla, amiga y fiel compañera desde su infancia de la princesa Isabel.
En 1469 es nombrado miembro del Consejo Real y a continuación, en 1470, alcaide del alcázar de Segovia. El monarca le dona Moya en agradecimiento a los servicios prestados. Vive muy difíciles momentos en la última etapa del reinado de Enrique IV por los continuos conflictos de los enemigos y partidarios de Juan Pacheco. Insidias y celadas eran constantes contra Cabrera por estar al lado del soberano. La habilidad de maniobra de Pacheco para manejar a Enrique IV, por el hecho de haber convivido en su infancia como su hermano mayor, hizo que volviera de nuevo al lado del rey para influir en las deciciones reales y al final consigue, entre otras cosas, arrebatar la alcaldía de Madrid a Cabrera. Aunque seguía siendo fiel al rey Enrique, se acerca a la posición de Isabel, que en aquel momento se consideraba desleal por haberse casado sin el consentimiento de Enrique IV, razón por la que se había quedado fuera de la línea de sucesión al trono.
El 15 de junio de 1473 Cabrera pacta con Isabel y Fernando que, respetando la figura real, buscaría alguna fórmula de reconciliación entre Enrique IV e Isabel para que fueran reconocidos de nuevo los derechos de Isabel al trono de Castilla. Las gestiones de Cabrera ante Enrique IV dieron fruto y se celebró una entrevista hacia finales de 1473 y principio de 1474 sin la presencia de Pacheco. Dicha reunión transcurrió en un ambiente de cordialidad y posteriormente hubo fiestas y paseos por las calles de Segovia, donde la gente pudo percibir la buena relación existente entre el rey Enrique y su hermana Isabel. En aquella entrevista el monarca no cambió su decisión en torno a la sucesión. En el mismo año mueren Pacheco y Enrique IV. Cabrera jugó un papel decisivo para que Isabel se proclamara reina de Castilla una vez fallecido el rey. Fue el auténtico artífice de la reconciliación, a la vez que de la entronización de los nuevos soberanos, y todo ello realizado de manera sobresaliente y eficaz. Los nuevos soberanos Isabel y Fernando recompensan a Cabrera con la concesión del cargo de tesorero de la Casa de la Moneda de Segovia en 1475 y con los de veinticuatro (regidor) de Sevilla y alcaide mayor de las alcabalas (impuestos o gravámenes).
En 1480, una vez finalizada la guerra civil, los Reyes conceden a Cabrera y a Beatriz de Bobadilla el marquesado de Moya, con una dotación de mil doscientos vasallos, y las ciudades de Valdemoro y Casarrubios. Aunque había comenzado su carrera en la corte a los 32 años de edad con el título de mayordomo que le había dado Enrique IV, fue tal su engrandecimiento que ahora, a los 50 años, ya pertenecía a la alta nobleza.
Durante la guerra de Granada participa activamente en las tomas de varias localidades. En la última fase de la contienda, en el campamento de Santa Fe, su mujer Beatriz fue herida por un moro que iba a atacar a la reina, confundiéndola con ella. Tanto Cabrera como Beatriz estuvieron al lado de los Reyes permanentemente. Al entrar el siglo XVI, ya siendo bastante mayor, con sesenta y tantos años cumplidos, las cosas empiezan a ir mal para la sucesión de los Reyes Católicos una vez fallecida la reina Isabel en 1504.
Cabrera, que ya estaba disfrutando de la vida de jubilado tranquilamente, se encuentra con la desagradable situación derivada de la entronización de Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Una de las acciones de este último fue la de quitar la alcaidía de Segovia a Cabrera en 1506, sin respetar el testamento de la reina Isabel, para entregarla a su hombre de confianza y privado Juan Manuel, que había sido embajador de los Reyes Católicos en Flandes y que ahora había pasado a ser la mano derecha de Felipe el Hermoso en contra de los intereses del rey Fernando. Cabrera no obedeció y resistió la presión del nuevo rey Felipe, pero finalmente Juan Manuel consiguió echar a Cabrera de Segovia.
La repentina muerte de Felipe el Hermoso en septiembre de 1506 y la vuelta del rey Fernando más tarde cambió la situación y pudo recuperar lo perdido ya que Juan Manuel tuvo que retirarse de Segovia por ser enemigo del nuevo gobernador Fernando el Católico. El 15 de marzo de 1509 Cabrera, ya con 79 años de edad, otorga su última voluntad en Chinchón, pero dos años más tarde fallece su mujer (17 de enero de 1511) y vuelve a redactar su testamento el 29 de julio del mismo año. Unos pocos meses después, el 4 de octubre de 1511, muere en Chinchón a los 81 años de edad. Fue enterrado junto a su mujer en el convento dominicano de Santa Cruz de Carbonera, en el marquesado de Moya.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Yutaka Suzuki Personajes del siglo XV, Orígenes del Imperio español. ISBN: 9788460690399
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