Lugar: Palacio Vistalegre. Madrid
Fecha: 10 enero 2015
Asistencia: 6.000 personas
Artistas Invitados: -
Precio: -
La canción de autor que conecta almas
Resulta reconfortante comprobar que el boca a boca sigue manteniendo un poder prácticamente infinito. Porque así es cómo se ha plantado el gallego Andrés Suárez en el Palacio Vistalegre de Madrid ante 6.000 muy fieles que recitaron todas y cada una de las canciones como un credo profundamente arraigado en sus entrañas. Sin aparecer en los grandes medios, sin estar en las revistas de tendencias. Pero siempre cantando con el alma.
Servía este recital para poner punto y final a la gira de presentación de Moraima, quinto trabajo de un Andrés exultante, encantado de la vida, que disfrutó todo lo que pudo y más de su gran fiesta. Con los suyos, a los que ha requisado los corazones con unas canciones honestas, delicadas y emotivas con las que se plantó en Madrid para tocar en el Metro hace casi una década, inicio de un viaje al que todavía le queda un largo kilometraje por delante.
Y entre aullidos se plantó en el escenario del coso madrileño para disfrutar de su "momento Bon Jovi", como él mismo dijo en repetidas ocasiones rebosante de emoción. Y la verdad es que emoción es la palabra que mejor define a la velada, en la que sonaron todas las canciones que tenían que sonar, como 'Necesitaba un vals para olvidarte', 'Benijo', 'Como llueve en Sevilla', 'Números cardinales', 'Te doy media noche', 'Piedras y charcos' y tantas otras.
Siendo una noche tan señalada no faltaron tampoco los amigos invitados, de diverso pelaje pero todos autores, aunque cada uno con sus peculiaridades. Por allí desfilaron Vanesa Martín, Javier Ruibal, Iván Ferreiro y Víctor Manuel, quien protagonizó posiblemente el momento más intenso en una arrebatada interpretación de esa pequeña gran historia de amor incondicional que es 'Rosa y Manuel'.
Pasadas las dos horas se encendías las luces con Andrés Suárez aclamado como una auténtica estrella. Sin tonterías, sin artificio, pero con muchas canciones de esas que palpitan y laten y conectan las almas. Y como parece que él otra cosa no sabe hacer, ya adelanta que habrá nuevo disco en un par de meses, provocando así el enésimo delirio entre unos parroquianos que devoran sus historias, las hacen suyas y las transforman en litros de lágrimas. Ay, la dichosa emoción.