" Es imposible llevar la cuenta de las transformaciones, mejoras y peoras. Madrid cambia tan rápidamente como nosotros mismos, pero esa velocidad solo la aprecia el que viene de fuera o el que llevaba sin vernos mucho tiempo. Madrid, como nosotros, al verse cada mañana en el espejo, no nota el cambio. Puede que algún día llegue a decir: ¡cómo he envejecido!, pero se olvida a los dos minutos."
Leyendo "Madrid" de Andrés Trapiello no he podido menos que recordar la satisfactoria lectura que realicé, cinco años atrás, de "Madrid. La novela" escrita por Antonio Gómez Rufo de la que dejé debida constancia en este blog []. Desde luego son obras muy distintas. Si la de Gómez Rufo me pareció original y novedosa, la de Trapiello me ha sorprendido por el enfoque, ¡tan personal!, dado a la misma. Viene a decirnos el autor que los lugares son lo que las personas que los habitan perciben de ellos. Soy de la misma opinión.
Andrés Trapiello, natural de Manzaneda de Torío (León), donde nació en 1953, abandona la casa familiar por desavenencias familiares con su padre en mayo de 1971. A dónde ir con esos pocos años y en compañía de un hermano algo mayor que él no podía encontrar otra respuesta que la de la ciudad de Madrid. A Madrid vino Andrés junto a su hermano Pedro tras una discusión con el padre. En Madrid, Andrés no tenía otro asidero que un amor de verano -una prima- con quien contactó imbuido totalmente del romanticismo emanado de la lectura de " La Cartuja de Parma" de Stendhal. El padre de la chica, tío por parte de madre de los dos chicos, era miembro de la Guardia Civil, y avisado de la huida de los sobrinos decidió acogerlos en su casa. Pronto Andrés se dio cuenta, cuando su hermano decidió volverse a León y la prima le dio a entender que de lo dicho en verano nada de nada, que había de buscarse la vida por sí mismo. Y así decidió salir de la casa de su tío y buscar una de huéspedes que encontró por los Carabancheles. Como medio de subsistencia se valdrá de la venta de enciclopedias que había iniciado con un boxeador que le metió en el negocio: no lo hacía mal y por la zona de la calle de Serrano vendió varias así como suscripciones al Círculo de Lectores que por estos años se iniciaba en España. Pero pronto tomó conciencia de que era difícil salir adelante así y más si como a él le ocurría lo que deseaba era hacerse escritor. De manera que, transcurridos cinco meses de estancia en Madrid, decide marchar a Valladolid donde un tío suyo lo acoge y él podrá estudiar Filología; cambiará sus contactos anarquistas madrileños por su militancia en la Joven Guardia Roja al tiempo que comenzó a colaborar en prensa. De la Joven Guardia Roja pasaría a militar en el PCE (i) del que sería purgado en 1974 por ' revisionista y drogadicto'. El hecho es que en 1975 de nuevo vuelve a Madrid, ciudad que ya no abandonará y en la que vive desde entonces.
El libro "Madrid" es una obra literaria de naturaleza mixta. Digo mixta porque, pese a su título, no es un libro de viaje al uso dirigido al turismo que visita la ciudad, no es sólo una historia de Madrid, tampoco es exclusivamente la crónica de un Madrid que fue y que ya no es...; bueno es y no es todo eso al tiempo porque lo esencial es que es el libro de Andrés Trapiello que pasea y vive Madrid durante medio siglo. En definitiva, pues, cabría calificarlo de ensayo, género muy personal que puede acoger todo lo anterior y aún más.
El descubrimiento personal que realiza Trapiello de Madrid le lleva a hablar, a la par que de su propia biografía, del ayer de la capital, un ayer que se remonta diez siglos atrás cuando la Villa no era más que una fortaleza árabe, un alcázar de defensa. Vamos a ir sabiendo de la ciudad y de los lugares y calles de la misma según que discurre la propia peripecia personal de Trapiello en la capital: redactor de una revista de arte; colaborador de un programa cultural televisivo donde conocerá a su mujer y del que sería despedido por no ser del agrado de la directora presentadora del mismo; partícipe en todos los aspectos de la llamada Movida madrileña en la que se pondrá en contacto con no pocos protagonistas de la misma, y de la que afortunadamente él y su pareja se alejarían al tener que atender las obligaciones familiares derivadas de la paternidad; la fundación junto a Juan Manuel Bonet de la editorial " La Ventura" en la que publicarían la Obra de Francisco Giner de los Ríos Morales, -nieto del creador de la Institución Libre de Enseñanza Francisco Giner de los Ríos-, cuya mujer, hermana de Díez Canedo, " tenía una biblioteca fabulosa con primeras ediciones de JRJ, Cernuda, Max Aún, León Felipe o Amster " (p. 167); etc.
Los locales donde sonaba la Movida, las calles y los barrios donde vivían los escritores regresados del exilio que conoce por su trabajo de editor, y de cuya amistad y compañía se complace hablar, son protagonistas importantes de estos años de dificultades económicas y muchas ilusiones literarias de Andrés Trapiello:
"De los cinco exiliados que trató uno mucho entonces, y a algunos mucho mucho, cuatro eligieron a su regreso barrios que parecían recordarles los tiempos anteriores a la guerra; Giner (Santa Isabel, en Antón Martín, separado del barrio de las Letras por la calle de Atocha), Ramón Gaya (Cuchilleros, entre las Cavas, a un paso de la Plaza Mayor y a otro de la plaza de la Cebada), María Zambrano (Antonio Maura, en el aristocrático de los Jerónimos, [...]) y Bergamín (en una isabelina plaza de Oriente y a dos pasos también del romanticismo) ."
Así, de esta manera, entreverando su peripecia personal con la descripción e historia de Madrid van discurriendo las páginas de este ensayo. Al finalizar su lectura conocemos de cabo a rabo los títulos de la obra narrativa de Andrés Trapiello, las dificultades por las que pasó dada la inquina que algunos críticos le tenían desde antiguo por su manera independiente de pensar y comportarse tanto personalmente como en su faceta de editor literario cuando en la Biblioteca de Autores Españoles de la editorial Trieste publicó a escritores que no estaban de moda. Desde entonces, viene a decirnos, varios críticos lo tuvieron en el punto de mira. De ellos sólo cita por el nombre a Juan Palomo (seudónimo humorístico de un colectivo de críticos) que tras criticarle que en Las Armas y las letras no apareciese nombrado Koldo Michelena, dijo no esperar mucho de una de sus novelas a punto de aparecer.
Andrés Trapiello escribió su obra más importante, Las Armas y las letras, a instancias de Rafael Borras que hacia los años 90 del siglo pasado le pidió una obra que hablase sobre la literatura en España durante la Guerra Civil. Tras finalizarla la presentó al Premio Espejo de España promovido por la editorial Planeta y no se lo dieron. A cambio, dice en ' Madrid', consiguió que el diario La Vanguardia lo fichase como articulista, trabajo que ejerció durante 25 años, desde 1995 a 2020. Seguramente en su salida haya tenido mucho que ver su indisimulada militancia contra el independentismo catalán, pensamiento que queda expuesto bien a las claras en el ensayo leído. Así, por ejemplo, en la página 193 habla de la movida madrileña y de la envidia que Barcelona sentía en esos años hacia la capital por su notoriedad: "Por suerte para todos las Olimpíadas de 1992 resarcieron a Barcelona de los 'seculares agravios', y los nacionalistas dejaron unos años de victimarse y dar la matraca, entretenidos en robar como pujoles y chupar del bote. [...] En todas partes, excepto en Cataluña y Euskadi, querían ser Madrid, y a Almodóvar lo recibían en el extranjero como hubieran recibido a Federico (García Lorca) "
Me doy cuenta de que quien lea esta reseña se preguntará: ¿pero también se habla de la ciudad propiamente dicha? Sí, y mucho, pero siempre, como digo, enlazando con la peripecia vital del autor en ella: en las distintas zonas donde vivió desde Carabanchel alto hasta Conde de Xiquena donde lleva viviendo desde hace 40 años de modo ininterrumpido. Es desde esta casa sque e desplaza en estos años hasta el Museo Romántico en la calle de San Mateo, hasta el Museo del Prado, el Jardín Botánico o el Parque del Retiro, a husmear en las casetas de la Cuesta Moyano o en las de la Feria del libro antiguo y de ocasión que se montan en Otoño en Recoletos, etc. Y en el ínterin nos habla de la evolución de esa Cuesta, de las vicisitudes vividas por ese parque o ese jardín y sobre todo habla muy mucho de la importancia que en Madrid tiene y tuvo el Romanticismo que marcó el siglo XIX y dio a la ciudad gran parte de la belleza actual (la reina Isabel II, el rey José I, la desamortización de Mendizábal, los conventos reconvertidos en plazas, los monumentos erigidos en los años que vivió esa generación de escritores que configuraron la Edad de Plata, y de todos ellos especialmente Pérez Galdós. Galdós y Madrid, Madrid y Galdós son inseparables.
Quizás si tuviera que elegir alguna parte de esta obra que más me haya impactado o interesado elegiría las referencias que el autor da de los crecimientos demográficos de Madrid que influyeron en la transformación y configuración de la ciudad. La capital tenía en 1868 300.000 habitantes llegando a tener en 1936, 1.000.000. Hubo que adecuar en esos años la ciudad. Hubo planes que seguían al del promotor inmobiliario Marqués de Salamanca: el plan Castro (1860), el de Arturo Soria (la Ciudad Lineal) o el de Zuazo y Jansen (1929). Secundino Zuazo y el alemán Hermann Jansen pensaron para la paz social en hacer colonias donde conviviesen las clases sociales en tres tipos de viviendas: 160 metros para la clase alta, 110 metros para la burguesía, y de 60 metros para los obreros. Estas colonias se hicieron en las afueras de la ciudad. Hoy las casas las habita clase pudiente. Son El Viso, Ciudad Jardín, Cruz del Rayo, la Prosperidad, la del Retiro, la Obrera, la del Hogar Ferroviario... Se hicieron al amparo de la ley de Casas Baratas de 1911.
La verdad es que me ha gustado todo en el libro y especialmente la libertad con la que está escrito. Al ser el propio autor el eje sobre el que pivota la obra, es por eso en parte una autobiografía centrada en su actividad literaria. Estos dos factores (liberalidad en las opiniones vertidas y su propia peripecia vital) han hecho que Trapiello sea recibido por la comunidad literaria (autores, lectores, editores, críticos, etc.) con variedad de opiniones, algunas muy encontradas entre sí. Y precisamente por eso, por apartarse del pensamiento único imperante y empobrecedor me agrada Andrés Trapiello y me ha gustado este libro que habla de Madrid en aproximadamente unas 500 páginas.
Seleccionar fragmentos dentro de este libro es difícil pues todo él es merecedor de ser destacado. Con todo lo intentaré hacer siquiera sea con una pequeña muestra. El capítulo dedicado al Romanticismo -el capítulo 13- es capital. En él al hablar del ambiente intelectual que se respiraba en Madrid en los años 90 del siglo XX dice lo siguiente:
"Osadía era también leer a nuestros verdaderos escritores de la modernidad, porque había que hacerlo medio a escondidas para no desacreditarse: Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Machado, Baroja, Azorín... Todos ellos eran para nosotros hijos del romanticismo: Unamuno de Espronceda, JRJ. de Becquer, Machado de Campoamor, Baroja de Larra, Azorín de Mesonero, valle de Zorrilla... " (,p. 216)
En ese mismo capítulo comentando el olvido durante 200 años en que los españoles tuvimos a músicos nuestros como Bocherini, Scarlatti, Vicente Martín y Soler, Blas de Laserna y otros escribe: "Cuando ahora se escuchan alguna rara vez, la gente se pregunta: '¿Por qué España es así? ¿Por qué aquí prescindimos siempre de lo mejor nuestro? ¿Qué nos pasa? ¿Somos masoquistas? '"
Sobre el (capítulo 20) y citando a Francisco Umbral escribe: "Entre el Prado y el Rastro [...] Madrid no tiene otras opciones que 'organizarse en Museo del Prado o desorganizar en el Rastro. El Rastro es un Prado al revés' " (pág. 323)
El capítulo titulado "El Madrid de Galdós" es la mar de sabroso. Trapiello además de reivindicar la
figura del escritor canario ("a Galdós, de verdad de verdad, de la literatura solo le interesaban las mujeres. Y de Madrid, la gente. O mejor, como decía Juan Ramón Jiménez: la mujer, y como decía Gaya, las gentes ") se sirve de él para lanzar una pullita política que, me imagino, no es bien recibida por muchas personas: [ Ballester, enamorado secreto de Fortunata a la vuelta de enterrarla]: "Sin olvido no habría hueco para las ideas y los sentimientos nuevos. Si no olvidáramos no podríamos vivir, porque en el trabajo digestivo del espíritu no puede haber ingestión sin que haya también eliminación ."
Por último finalizo esta selección con una cita sobre el oficio de reseñista al que él ha dedicado muchos años de su vida. Escribió reseñas hasta que le encargaron el que sería luego su libro más aplaudido, " Las Armas y las Letras (literatura y guerra civil, 1936-1939)". Al hablar de este trascendental giro en su vida reflexiona:
"El oficio de reseñista literario es el más triste y deslucido de todos, decía Baroja. [...] Un reseñista literario es alguien que se quema las pestañas leyendo libros de escritores que viven de escribirlos y venderlos, y no de aliñar reseñas, lo cual despierta en muchos de los reseñistas, escritores frustrados, un comprensible resentimiento y mal humor, que no dudan en trasladar a sus juicios sumarísimos. " (p. 281)
tomada de Biografía del escritor ( https://ortegaygasset.edu/tertulia-literaria-con-el-escritor-andres-trapiello/)
Andrés Trapiello, poeta y escritor español, nació en 1953 en Manzaneda de Torío, León.
Después de estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, donde también trabajó en el diario Pueblo, se trasladó en 1975 a Madrid, ciudad en la que vive desde entonces. De 1975 a 1977 trabajó como redactor en una revista de arte y de 1977 a 1980, también como redactor, en programas de arte y de literatura de Televisión Española.
En 1980 fundó y dirigió con Juan Manuel Bonet las Entregas y Libros de La Ventura, donde ese mismo año apareció Junto al agua, su primer libro de poemas.
En 1982 empezó a dirigir, con Valentín Zapatero, su fundador, la editorial Trieste en la que apareció ese año su segundo libro de poemas, Las tradiciones, al que siguió, en 1985, también en la editorial Trieste, La vida fácil.
En 1988 publicó su primera novela, La tinta simpática, y en 1990 vio la luz El gato encerrado, primer tomo de los diecisiete, hasta la fecha, del Salón de pasos perdidos, conjunto de diarios que ha subtitulado "Una novela en marcha", publicados todos ellos en la editorial Pre-Textos.
En 1989 empezó a dirigir en la editorial Comares de Granada, de Miguel Ángel del Arco y Mario Fernández Ayudarte, la colección La Veleta, donde han aparecido hasta la fecha más de cien libros, de poesía y de prosa.
En 1992 recibió el Premio Internacional de novela Plaza y Janés por su segunda novela, El buque fantasma, y en 1993 el Premio de la Crítica por su cuarto libro de poemas Acaso una verdad, al que han seguido hasta la fecha Rama desnuda y Un sueño en otro.
En 1993 Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 recibió el Premio don Juan de Borbón y señaló el comienzo de sus artículos semanales en el Magazine de La Vanguardia, en la que colabora desde entonces. Ese libro fue revisado, significativamente ampliado y reeditado en 2010.
En 2003 su novela Los amigos del crimen perfecto obtuvo el Premio Nadal, y en 2005 Al morir don Quijote el Premio Fundación Juan Manuel Lara a la mejor novela de ese año editada en español, a la que siguió en 2009 Los confines, todas ellas en la editorial Destino.
Otros libros suyos son La noche de los Cuatro Caminos (2001), crónica de un episodio del maquis en Madrid, El arca de las palabras (2006) e Imprenta moderna. Imprenta y literatura (2006). Colaborador de La Vanguardia, El País, El Cultural o el Abc Cultural y diversas publicaciones literarias, es autor, junto a Alfonso Meléndez, y en calidad de tipógrafo, de un número apreciable de catálogos y diseños editoriales.
En 2003 le fue concedido por el conjunto de su obra el Premio de las Letras de la Comunidad de Madrid, y en 2010 el de las Letras de la Comunidad de Castilla y León.
En 2012 su novela Ayer no más fue elegida mejor novela del año por los lectores de el diario El País.
En 2014 publicó la novela El final de Sancho Panza y otras suertes.
Su diario titulado Salón de pasos perdidos tiene ya más de veinte tomos desde el primero aparecido en 1990 con el título El gato encerrado 1987 hasta el último, Diligencias 2016, publicado en 2019
"Madrid" es el último de los 17 ensayos que ha escrito entre los que destaca además de éste el titulado 'Las armas y las letras' y 'El Rastro'.