Revista Poesía

Andreu navarra ordoño

Por Acalvogalan
ANDREU NAVARRA ORDOÑO







Mencionado por:
Cesc Fortuny i Fabré
Marian Raméntol Serratosa

Menciona a:
Eduardo Moga
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Antonio Gamoneda
Marian Raméntol Serratosa
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Cesc Fortuny i Fabré
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T.S. Eliot
Bio-bibliografía
Nacido en Barcelona (1981), ha publicado los poemarios Suicidio Súbito (Barcelona, Erizo/Eriçó, 2006) y Fiebre y ciudad (Madrid, Diógenes, 2008), éste último editado en formato de libro objeto con fotografías de Isabel Huete. Publicó en 2006 el doble ensayo Dos Modernidades: Juan Benet y Ana María Moix (Badajoz, Abecedario). In, su primera novela, está prevista para enero de 2010. Ha coordinado y prologado la antología Domicilio de Nadie. Muestra de una nueva poesía barcelonesa (San Juan de Puerto Rico, Isla Negra, 2008). Actualmente ultima su Tesis Doctoral: “José María Salaverría: escritor y periodista (1904 – 1940)”, dirigida por Adolfo Sotelo Vázquez. Ha participado en varias revistas filológicas y libros colectivos con artículos relacionados con su campo de investigación: la relación entre escritura y poder político en la España de principios de siglo XX. Publica periódicamente crítica literaria en la revista virtual http://www.babab.com/.
Poética
La escritura es un buceo interior que debe arrasar con todos los tópicos del lenguaje. Poesía debe ser lenguaje personal e intransferible, independiente de toda corriente o contaminación. Por esta razón lo que suele calificarse de estridente no es más que aquello que se ha manifestado como necesario: claro, limpio y brillante. El único lenguaje suficiente y normal es el que se calienta y se gesta y en el útero cerebral de quien escribe y se enfría en su cocina radicalmente personal.
Poemas

INQUIETUD
No quietud; poca quietud. La palabra como una tenaza sobre la nariz de la conciencia siente cómo se aproxima el árbol insoportable del poema, el chorro gozoso del amor bastardeado por el poema, la palabra felizmente convertida en un mar con guantes de boxeo que destroza la sien y te aparta de la vida para trasladarte a un ámbito de luz gris e inacabada sobre la que fluyes.
La presencia inquietante de un perfil que tiembla en el umbral iluminado de tus símbolos. La puerta reventada colmada inmaculada a través de la cual accedes a tus asesinos de la paz.
Es entonces cuando reptan los primeros símbolos de certeza, la primera víbora orgánica que te arranca liendres de pequeña luz de tus antebrazos, todo tú carne rotunda y material, todo tú el rastro o huella analógica de la serpiente convertida en noche. Necesitas apartarte, necesitas auscultarte, odiarte, violarte, cuidarte, acariciarte, tocarte, tocar la madera, ser otro cuerpo más en la tiniebla ansiada, la textura lisa, fina, fría, la pérgola de la palabra, la madera de tu ser sin los hilos que de arriba vienen; sonriéndote la paz futura que hoy has confundido con los recuerdos.
ESCENA

No soy hombre. Alguien martillea mi cabeza. Mis blue-jeans por el suelo como una araña muerta o fingiéndolo. Siento el ruido devorándome los sesos. Explotándome los ovarios. Salgo a pasear por la habitación desprovista de cuerpo. Recuerdo retazos de cataclismo que han aplastado mi cuerpo blanco. Dos pequeñas antenas parabólicas rosas bajo mi camiseta negra.
Las paredes blancas lamidas por esta cortina virgen.
SIN FIN
De dónde yo mismo estampado en tus ojos por las manos del camino. Convertido en el hilo penetrando en el agujero de la aguja de ti mismo, tu punta detonando la gran esfera de nuestros dos seres apretados contra el hotel infinito regado por la luz del amanecer siempre enlazados a la aleación extraña.
Siempre amanecer en esta voz concreta que acompaña mis anillos. Este calor conocido abrazado, insuperable, indivisibles como animales copulando en el fin del mundo o todo yo convertido en el vértice, es decir, la palanca de tus cejas dibujando el infinito ensangrentado en que yacemos.

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