En éstos días infaustos e inciertos, golpeada España por la desidia, la dejadez de una clase politicástrica a la deriva, reventados los frenos de la corrupción y olvidados completamnete nuestros errores con la consiguiente condena a repetirlos, quiero hacer un pequeño y sentido homenaje a aquellos que aún así, continuan, hoy cómo ayer, interpérritos ante la desazón y el nefasto destino. Se interponen hoy cómo ayer ante la desgracia y el desastre y prestan su pecho a la Muerte si con ello logran salvar otra vida. Es en éstos días en que se celebra la onomástica de su Patrona, la Virgen del Pilar cuando hay que volver la vista a un lugar, mudo y pétreo testigo de lo que hicimos, de lo que fuimos capaces de hacer y a lo que nos volvemos a encaminar sin remedio por ser cómo sómos y no saber o no querer ver donde está el límite entre lo estúpido y lo inevitable. Aún así, hoy cómo ayer, sabemos y podremos estar seguros de que seguirán ahí, para defendernos, para protegernos. El Benemérito Instituto de la Guardia Civil.
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