En memoria de Andy Irons
Rompo mi silencio bloguero en memoria de uno de los grandes. El único capaz de hacer frente a un Kelly Slater pletórico, el surfista que juntó fuerza con sacrificio y se vio triplemente recompensado. Agresivo para algunos y demasiado deslizamiento para otros. Pero un genio para todos. Dueño de todos los manuales del backside y el único capaz de partir una ola a contramano. Daba igual el tamaño, indiferente era el spot. El mar crujía a su paso y las ondas no querían llegar nunca ante su imponente figura. Pero él iba a buscarlas. Surfear era su pasión e hizo de su hobby su profesión. Y ahora el mar llora su ausencia.
Egoistamente me duele, en cenizas queda mi deseo de que él junto a Slater nos exhibieran su poderío cual Curren y Occy en el Bells actual. Hubiera sido un orgasmo visual poder aplaudir las maniobras de estos dos antagonistas cuando la condición física no fuera óptima y la diversión fuera el único objetivo. Estaba llamado, junto al próximo decacampeón, a recoger el testigo del mejor duelo surfero jamás visto.
No era su mejor momento, pero poco importa. Los amantes de esto siempre guardaremos un grato recuerdo de los momentos que nos regaló sobre su tabla. Su regreso al circuito mundial no era más que el premio a una vida dedicada al surf y, aunque la baja forma y los desgastes le pasaron factura, atrás deja millares de quillas ante su afán por la perfección. Y sólo por ello, ya merece todo mi respeto.
Así, no me importan los rumores que le rodearon toda su vida y que para muchos han sido la causa de su muerte. Me son indiferentes cada uno de los problemas que las envidias llevaron al ojo del huracán. Verdades o no, Andy siempre calló bocas donde se silencian los ataques, en el agua, haciendo lo que mejor sabía. Indecente en la arena pero caballero en el mar. El salitre despertó su alma y las olas, siempre selectivas, le nombraron hijo predilecto.