La Conspiración que nunca existió
Sumamente preocupados los señores Ramón Salcedo y Luis Cortes remitían una nota a la prensa que se distribuyó por estos medios para informar su inocencia ante una falsa hoja impresa que estaba circulando por el país en la que se indicaba que había un complot orquestado especialmente por el general Olegario Rivera, ministro de guerra y altos empleados nacionales residentes en Bogotá (por tal mención de alta distinción la opinión publica pensó también en el señor José María Campo Serrano) con el fin de dar un golpe interno contra Rafael Núñez y así sacarlo del puesto de presidente de la república y de la dirección regeneradora. En la circular se decía que quienes dirigían el rumor eran los ya mencionados Salcedo y Cortes. Para aclararlo todo en la remisión que estos dos envían a prensa, informan que jamás habían esparcido tal rumor y no iban a transgredir el buen nombre del general Rivera ni tampoco tenían información alguna de un posible golpe contra Núñez.
“Prescindimos de la avilantez con que en dicha hoja se toma el nombre de personas de alta posición social y política, y aun los nuestros, y nos concretamos a manifestar en nuestro propio nombre y en el de los otros miembros de familia a que se refiere aquella hoja, que es completamente falso que hayamos propalado el plan de conspiración de que se dan cuenta, el cual estimamos absurdo. (…) Como se advierte del contexto de la publicación aludida, tal calumnia ha sido fraguada con deliberado maligno propósito, teniendo sobre todo por objetivo la personalidad del señor D. José María Campo Serrano. Las circunstancias políticas de actualidad y lo anónimo del escrito, revelan claramente una impostura y el espíritu depravado de su autor; pero es deber nuestro protestar, como protestamos contra ella.”
La 'nota' queda en 'anécdota' pero como un recuerdo presente de cómo los rumores en política se usan desde tiempos antiquísimos como estrategias en pro de diversos beneficios. Podríamos pensar en esta como una “fake new” de 1891.
Filosofía del Ruido
Corría el 13 de Agosto del 1893 y en Cartagena se replicaba una nota de un periódico neoyorquino titulada con el mismo nombre de esta incidencia. En la que se explicaba como a lo largo del tiempo los sonidos van acompañando al hombre pero entre más culto y pacifico se es se prefiere el silencio y la calma, puesto que el ruido es salvajismo, propio de eras antiquísimas en las que el hombre lo usaba de diversas formas entre ellas ritos, caza de animales, batallas y más. A medida que los pueblos se civilizan se va reduciendo el volumen de los sonidos. La curiosidad de esto es la observación que hace de la nota el medio local cartagenero El Porvenir, en el que traslada esta temática a la política colombiana. En su editorial se lee ‘El mucho cacarear representa atraso, barbarie, mientras que el conocimiento, el recato, representa cultura. El radical que nada en el alboroto, puede justamente clasificarse entre los atrevidos y bárbaros pobladores del globo terráqueo.’ Es muy diciente que un artículo que replica una nota sobre el uso del sonido a lo largo de la historia de la humanidad, haga una incisión y agregue un tinte político que no está en sí mismo dentro de la pieza original de la cual se extrae la publicación.Fuentes:[1]El Porvenir. Cartagena. Noviembre 15, 1891.[2] El Porvenir. Cartagena. Agosto 13, 1893.Sección de Microfilms | Archivo histórico Banco de la República | Plaza de Bolívar, cerca al Palacio de la Inquisición | Cartagena de Indias, Colombia
Para leer las siguientes dos anécdotas:Parte 2