Hace un tiempo que trabajo en una librería, y me he dado cuenta que son muchas las anécdotas que una va recopilando a través del contacto diario con los clientes. De ahí nace esta sección: "Anécdotas de librera". En la que os narraré algunas de las más graciosas o interesantes que se me ocurran.
Hoy trataremos el tema de la eterna trifulca entre los formatos más grandes, como pueden ser las ediciones rústicas o de tapa blanda, y los formatos de bolsillo. Y es que, para el cliente poco experimentado, esto de que un mismo título se encuentre en diferentes formatos, con portadas distintas o en diferentes tamaños, resulta toda una revelación acompañada de un buen puñado de dudas, que curiosamente se repiten cliente tras cliente, exactamente iguales.
Es mi trabajo, como librera, mostrar al cliente las diferentes ediciones disponibles en tienda y que así pueda elegir la que más se adapta a sus necesidades, claro que para alguien que desconocía siquiera que un libro pudiera estar contenido en más de un formato, mostrarles de repente cinco ediciones disponibles de "Cien años de soledad", hace que, literalmente (y nunca mejor dicho), les explote el cerebro. La primera pregunta que les surge casi siempre en la misma: " ¿Y por qué tienen precios diferentes?". Al principio me sorprendía mucho que me lo preguntaran, me resultaba tan obvio que la edición de tapa dura ilustrada necesariamente fuera más cara que el librito de bolsillo, tapa blanda y hojas de biblia, que me daba la sensación de que me estaban tomando el pelo, pero no, realmente no entendían por qué, si los libros tenían el mismo título, hubieran de tener precios diferentes. Así que yo respiraba hondo y ponía todo mi esfuerzo en explicarles las diferencias, procurando no sonar como una profe explicándole a un niño de dos años por qué el rojo es rojo y el azul es azul.
Pero lo mejor está por llegar, y es que el tema monetario no es el que más intrigas despierta cuando de libros en diferentes ediciones se trata, sino de si realmente estamos hablando del mismo libro. Sí, sí, resulta tan surrealista para algunas personas que un libro de nueve euros y otro de veinte se titulen igual, que no se creen que sean el mismo. "¿Pero lleva lo mismo, no?". Tras esta pregunta a mí ya se me ponen los ojos como platos involuntariamente y no me echo las manos a la cabeza por educación. "Claro, señor. El libro es exactamente el mismo, ¿ve? Mismo título, mismo autor. Solo cambia el formato" "¿Pero entonces porque este es más grande?" En este punto tengo que recurrir a la explicación anterior, de por qué tenían precios diferentes y adaptarla para que entiendan que es posible, que lo que están viendo es real, no hay trampa ni cartón. "A ver, a ver, abre la primera página de ese y comparemoslas". Aquí es cuando se me hincha un poquito la vena del cuello, y es que esta gente es escéptica incluso tras la explicación. Directamente no te creen. Sus cabezas vuelan, analizando las posibilidades de que lo que esté contando sea cierto o simplemente sea una ignorante desesperada por vender sin que se note mi ignorancia.
Generalmente, tras la comprobación de las primeras páginas hacen comentarios tipo: "Ah pues sí, mira, es lo mismo. Anda no, esto no coincide. Oh, espera, espera, sí que es lo mismo, lo que pasa es que este tiene la letra más grande y en las líneas cabe menos" o "Pues sí que es gordo este para tener lo mismo". Es únicamente cuando, a pesar de sus pequeñas réplicas, observo que están convencidos de que se trata del mismo libro, cuando les pregunto: "¿Qué edición prefieren entonces?" Hay un último atisbo de duda y se reafirman con: "Pues pone lo mismo en todos, ¿no?" "Así es" suelo contestar. Y, redoble de tambores, el final más esperado: "Pues el más barato. Total, si es lo mismo".
Es posible que os sorprenda, pero esta situación se repite tan a menudo, que si no lo viera con mis propios ojos no me lo creería.
¿Habéis trabajado alguna vez en una librería? ¿Os ha pasado algo parecido?