Revista Recursos Humanos

Anécdotas montando en metro (2ª parte)

Por Anécdotas De Secretarias Erika Martin @erikassistant
Hola amigos, como muchos de vosotros recordáis, hace un par de semanas publiqué ¿Cómo es ir a trabajar en transporte público?. Allí os contaba la odisea de ir en metro o tren a trabajar en Madrid. Si os pensabais que estaba todo dicho, os equivocáis. Quedaron muchas peripecias en el tintero, por eso, continúo la saga.
Anécdotas montando en metro (2ª parte)Escaleras rotas¿A quién de vosotros no le ha pasado alguna vez que no funcionan las escaleras mecánicas? Ni de subida ni de bajada. Toda una tragedia especialmente cuando vas con una maleta o el carrito del niño. Generalmente coincide que no funcionan esos tramos de cien escalones. Anécdotas montando en metro (2ª parte)Yo para bajar me da igual. Pero para subir … Para subir la cosa cambia, porque como muchos de vosotros sabéis soy asmática. Como la marabunta que viene por detrás y te empuja, no puedes dar media vuelta a coger el ascensor. Así que ahí me tenéis, peldaño a peldaño perdiendo el aliento, faltándome la respiración, con el ventolín y el sofoco de la muerte. Y la gente:
- Venga, Señora, que está entorpeciendo, vaya más rápido.Menos mal que cuando me ven el careto blanco como la leche, las ojeras y los labios morados, se callan como putas y me dejan continuar a mi ritmo.Cuando consigo llegar arriba, estoy como si hubiera subido al Everest con mal de altura y todo.Cuando el conductor hace que pierdas el trenTras esa primera aventura de subir al Everest llego al andén. El tren está allí esperándome con las puertas abiertas.Anécdotas montando en metro (2ª parte)Y justo cuando voy a subir al vagón, el conductor las cierra en mis narices. Esto es tanta mala leche como la de señora de la limpieza cuando se pone en el torno por donde ibas a picar el billete. Hombre, por favor, que el conductor te está viendo por el espejo retrovisor. No ha sido despiste ni en broma.
Yo siempre hago como que no me ha importado que me cierren las puertas porque total nunca voy con prisa. Ya sabemos todos que la vida en Madrid es muy tranquila y no supone nada esperar 5 minutos al próximo tren.Eligiendo el camino equivocadoA veces vas por los pasillos pensando en tus cosas y no prestas atención a los carteles con las indicaciones del recorrido y paradas en un sentido u otro. Generalmente, yo voy cantando mentalmente la música que suena en mis auriculares y no me fijo en los carteles. Por eso, la mitad de las veces elijo el camino equivocado, es decir, dirección contraria. Alguna vez me he despistado del todo y me he ido a otra línea que no tenía nada que ver con la mía.Me doy cuenta de la cagada cuando al entrar en la siguiente estación veo el nombre de una que no tenía que estar en mi recorrido. En estos casos me levanto muy digna y me bajo del vagón disimulando para que el resto de viajeros no se den cuenta de que me he equivocado.La puerta del vagónLa puerta del vagón es como la milla de oro de cualquier ciudad. Es el espacio más cotizado del vagón, después del asiento. Muchos tienen la manía de subir y quedarse precisamente ahí parados. Claro, como ya han subido, el que venga por detrás que se fastidie.  Me cae muy mal la gente que hace esto. Sobre todo, porque pierdes el tren por su culpa, habiendo sitio libre en medio del vagón. Seguro que habéis escuchado alguna vez:- ¡¡Pasen al fondo!! ¡¡El pasillo está vacío, no se queden en la puerta!!La lucha por conseguir asientoAnécdotas montando en metro (2ª parte)En Madrid tenemos a las Señoras que matan por sentarse. Entran a empujones en el vagón, corren como jabatas y se sientan. Si no lo consiguen y tú sí, entonces te fulminarán con la mirada. Y no dejarán de mirarte así durante todo el recorrido, a ver si te dan pena, te arrepientes, te levantas y les cedes el asiento.A éstas nunca se lo cedo, jejeje, no me impresionan sus miradas. Estoy cansada de las carreras por la oficina y los tacones que me están matando. Además como dije más arriba, por culpa del técnico que no arregló las escaleras, me dio un ataque de asma y no puedo respirar. ¡Que se fastidien!Pasarse de paradaHay varios factores que contribuyen que te pases de parada:El metro es una sala de lectura y ludotecaRecuerdo hace unos años que todo el mundo iba leyendo libros en papel. Eso era porque aún no habían inventado el ebook. No hacía falta que te llevaras libro, leías el del pasajero que estaba a tu lado. Algunos hasta forraban las tapas para que el resto del vagón no supiera lo que estaban leyendo. Imaginaros, si era un best-seller, se te pegaba todo el vagón para echar un vistazo al libro a ver si merecía la pena comprarlo o no.  

Los tiempos han cambiado. Ahora vamos con las tablets y ya no hace falta ocultar las tapas de los libros. Lo que no ha cambiado es la gente que sigue gorroneando lectura. Esta es la razón por la que me compré una lámina protectora para el ipad que impide que otras personas vean lo que tengo en pantalla. Vamos entretenidos y concentrados leyendo, jugando videojuegos, enviado whatsapp cotilleando a tus amigos en Facebook. Pierdes la noción del tiempo y cuando levantas los ojos para ver en qué estación estás:- ¡¡Nooooooooooo!! ¡¡Me he pasado 5 paradas!! El metro es un lugar para dormirPor la mañana porque madrugaste, al mediodía porque es la hora de la siesta y por la noche porque es tarde. Estás cansado y qué mejor sitio para echarse unaAnécdotas montando en metro (2ª parte)cabezadita que el metro o el tren. Te quedas frito. Algunos hasta se les cae la baba y otros buscan una almohada en el hombro del pasajero que está sentado a su lado.

Abres los ojos cuando el conductor te de un golpecillo y te diga:- Despierte, estamos en cocherasA mí esto no me ha pasado jamás. Por muy cansada que esté no me duermo, no, no cierro los ojitos. No vaya a ser que venga un carterista y me robe el bolso. Dinero no se va a llevar porque siempre voy pelada pero mi kit de chapa y pintura de maquillaje, el móvil, el ipad o el propio bolso que es de firma en su conjunto son una pequeña fortuna.Si hace falta me pongo palillos en los ojos para que no se me cierren los pápados.Música y otro tipo de animaciónDurante el trayecto hay mucha animación.Escuchando la música de otrosHay gente que se cree que sus gustos musicales son la pera. Por eso cuando viajan en transporte público no utilizan auriculares y todo el vagón o autobús tiene que escuchar su música. Generalmente coincide con los que les gusta el reggaeton. Debe ser algo identificativo de este género musical. Los heavys van con camisetas negras de calaveras, los raperos con la visera de la gorra hacia atrás y los del reggaeton con la música a toda castaña.

Un día iba en el autobús. Subió un chico, se sentó justo delante de mí y puso la música esa a máximo volumen. Saqué mi móvil y le puse a AC/DC en el cogote igualmente a toda pastilla. Se giró y se me quedó mirando fijamente. Le pregunté:- ¿Qué pasa? Es un grupo muy molón ¿No los conoces? ¿Te molesta? Pues comprate unos auriculares en los chinos, así no los escuchas.Que yo soy muy borde cuando quiero.Grupos de música tocando en directo ¿o no?Están los que tocan música a cambio de dinero. Pueden ser solistas o tocar en grupo. Hace 30 años se lo curraban pero ahora van con el smartphone conectado al amplificador. No sé, yo creo que en realidad no tocan sino que hacen playback, simulando que están tocando la guitarra o el instrumento que sea.Por cierto ¿os habéis fijado que la canción siempre es la misma? Es esta que os dejo en este vídeo
Afortunadamente desaparecen en la siguiente estación. Sin embargo, entra el relevo. Los vendedores de mecheros. Alma cándida, si ya no se puede fumar en ningún sitio y cada vez hay menos fumadores. Tu negocio no tiene futuro. Reinventate, vende otro gran clásico, los pañuelos de papel. Siempre habrá gente con gripe a la que se le caen los mocos.Las conversaciones

Anécdotas montando en metro (2ª parte)
Cuando no llevo la música puesta o se me olvidó el libro en casa, no puedo evitar cotillear las conversaciones de los demás ¿Vosotros lo hacéis también, verdad? Hay personas que además de escuchar, de repente meten baza en la conversación. Bueno, no me voy a meter con ellos, ya os conté lo pesadita que me puse con la gente en Sajonia con tal de practicar el alemán.


La climatización del vagónEn invierno ponen la calefacción a temperatura tropical y en verano el aire acondicionado a la del Polo Norte. En ambos casos todos nos vamos quejando. Pero, amigo, el día que no funciona aquello es tragedia nacional. En invierno es llevadero porque llevas el abrigo y cómo vas espachurrado con la gente no notas frío. En verano, cuando en Madrid alcanzamos fácilmente los 40 grados, aquello es el infierno.La cebolletaComo os conté en la otra entrada, siempre voy con tacones. Cierto es que me voy matando con ellos o que los voy perdiendo por el camino. Me propusisteis que fuera en zapatillas como hacen las ejecutivas de NY para evitar estas “tragedias” y aún con vuestros sabios, no me animo a cambiar de calzado. Os contaré por qué. Los tacones de aguja son un arma de defensa personal infalible.

Siempre hay algún sinvergüenza que aprovecha las apreturas en hora punta para arrimar cebolleta y restregarse. El individuo en cuestión hace como si fuera una casualidad. Pensará que como hay tan poco espacio, las féminas no nos damos cuenta … Ya, bueno, quedan bien claras las intenciones cuando una cambia de posición o de sitio y al minuto tienes otra vez al pesao’ baboso pegado a tu culo. Aaarrrrggg qué mala leche se me pone. Esto no puede quedar así. Espero a que se produzca el momento idóneo para clavarle el tacón al desgraciado que me está importunado. Sí, le taladro el pie con mi tacón de aguja de 11 cm, con maldad y regocijo.

Anécdotas montando en metro (2ª parte)

Entonces me giro, cambio la cara de bruja por una de mirada angelical y sonrisa inocente y le digo:- ¡uy! perdón ¿te he pisado? Menudo frenazo dio el conductor. ¿Con los tacones te debí hacer daño, no?Teníais que verles las caras de dolor contenido. A mi estas pequeñas venganzas cotidianas me alegran el día porque estoy convencida de que el colega ya no va a volver a restregarse a otra mujer por si le taladran el pie que le quedo sano. ¿Veis porque hay que ir en tacones y no zapatillas a trabajar?El amor¿Quién no se ha enamorado en el metro? Generalmente todos los pasajeros son muy feos. ¿Sorprendidos con este dato?. Es verdad. A ver, contadme con cuánta frecuencia veis a alguien tan guapo que te enamoras. Yo veo un bellezón de esos cada 10 años.

Anécdotas montando en metro (2ª parte)
Para ir a trabajar cojo el tren a las 08:30. Hace un par de años tuve que cambiar mis horarios. Un día me dormí y descubrí que a las 08:45 había un “tío bueno” en la estación. Era guapo hasta decir basta. Al día siguiente volví a la estación a esa hora y allí estaba él. Hacía el mismo recorrido que yo porque él trabajaba también en el Paseo de la Castellana. Empecé a coger el tren a esa  hora. A diferencia de los retrasos causados por las averías, la señora de la limpieza o las escaleras rotas por culpa del técnico, llegar 15 minutos tarde a trabajar sólo por ver a Adonis merecía la pena más que de sobra. Desgraciadamente unos meses después dejé de verle, quizás le despidieron con la crisis. ************


Aproximadamente 1850 palabras ha tenido este artículo que espero que os haya gustado tanto como el primero, el cual actualmente ostenta el récord de este blog en número de comentarios (66) y de más unos (473), estando en el Top 5 de los post más visitados. ¡¡Muchas gracias a todos!! 

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