Hasta para los que un hotel no es importante, este realmente lo es. Es muy raro que no recordemos una mala experiencia en un alojamiento y de la misma manera, podemos recordar sus cosas buenas mucho tiempo después. Aquel desayuno en la terraza desde donde divisabas los tejados de la ciudad, aquella conversación sobre el país con el dueño del hotel, aquella mecedora donde leer en los ratos muertos… Son una parte vital del viaje; el lugar donde descansaremos todas las cosas que hemos vivido; donde recargaremos las energías viajeras.
Hoy repasaré algunas anécdotas para olvidar que he vivido en los hoteles, intentando reflexionar sobre estos y clarificando en mi mente “que sí y que no”, para luego poder elegir con más tino. ¡En los hoteles también puede pasar de todo!
Las malas sorpresas
Supongo, aún no lo tengo claro, que esto depende del control que tengan los administradores sobre el hotel, los datos de los clientes… el caso es que el pasado abril, en mi viaje a Londres, unas chicas entraron en mitad de la noche en nuestra habitación. La cosa, vista ahora, tiene hasta su gracia. Al principio decían con bastante ahínco que esa era su habitación, pero pronto –y tras unos cuantos: “please, i am sleeping” de mi parte- abandonaron la idea.
El caso es que a día de hoy aún sigo preguntándome cómo es posible que entraran. ¿Tenían una llave maestra? ¿Llegaron de fiesta y se propusieron gastarnos una broma haciéndose pasar por las huéspedes de la habitación 14? ¿Todas las llaves abrían todas las puertas? Una pregunta sin respuesta a día de hoy, que me hizo pensar que la próxima vez me dejaría un poco más de dinero en un alojamiento “serio”.
La cuestión es que ante la extrañeza que me supuso esta situación, pregunté en un foro de viajeros si algo similar les había sucedido y varias personas me dijeron que sí.
Aún así, esto me hace pensar que cuanta más seguridad te dé el hotel, mejor. Quizás en otro alojamiento ni siquiera nos hubiéramos preocupado, pero en este parecía todo el rato que algo podía salir mal…
Los alojamientos grises
Solo ha habido un hotel en mi vida en el que me he sentido realmente a disgusto. Fue en Lima, hace ya bastantes años. Por entonces no apuntaba el nombre de los hoteles, ni existían (o al menos yo no utilizaba) plataformas online populares como sucede a día de hoy, que te pueden recordar el lugar donde te alojaste. Era gris, pequeño; tan feo que podría recordar a una cárcel. Yo por entonces seguía los mantras de “cuanto más barato, mejor” y “con tan de tener una cama, poco más importa”, pero la verdad es que desde entonces no he vuelto a elegir algo así jamás. No quiero alojamientos grises.
Actualmente, tenemos el poder elegir más acertadamente, gracias a al posibilidad de comparar y tomar una decisión más meditada. Por eso ahora busco, aún a pesar de seguir guiándome por una tarifa baja, hoteles con ciertas comodidades básicas y sobre todo, donde parezca que uno se va a sentir a gusto. Para ello, en un buscador de hoteles podemos ver imágenes, comentarios e informaciones varias para elegir exactamente lo que queremos.
Que cuando reservo parezca otro hotel
Del tema anterior, procede también otra de las cosas que no soporto al reservar hotel. Dicho sea de paso, que pasa poco. Me refiero a que el hotel que he reservado parezca otro en las fotos y que cuando llegas, no te guste nada de nada.
Por eso, hay que detenerse a ver las fotos un tiempo y analizar si nos parece realmente el mismo hotel en todas y si parece cómodo o no.
También hay otra cuestión que nos puede hacer cambiar de parecer respecto a la idea que llevábamos en un primer momento: la localización. Puede que el hotel esté bien, pero si se sitúa en un lugar que no nos gusta, la percepción puede cambiar totalmente.
A mí me sucedió en Budapest, con un hotel que parecía no estar mal, aunque tampoco fuera de gama muy alta, pero cuando llegué, la zona era bastante chunga. Por eso, no disfruté mucho la estancia y desde luego, si lo hubiera sabido, no me hubiera alojado allí.
Que no tengan “algo”
Me he alojado ya en bastantes hoteles, muchos de ellos elegidos por el factor precio y a pesar de que parezca que estos son siempre los peores, nada más lejos de la realidad. Por eso, al fin y al cabo, me sigue gustando elegirlos así. Buenos en la relación calidad/precio. Es difícil que un hotel, por barato que sea, pueda no tener “algo” que merezca la pena. El problema es tan solo que no lo tenga…
Y claro que he tenido anécdotas de este tipo también. Hace unos cuantos años, en Praga, elegimos un hotel de tres estrellas, sin mucha información, descubriendo más tarde que evidentemente la calificación era algo más baja de lo que podría ser en España. Era una especie de casa, sin absolutamente nada diferente a un lugar donde vivir correctamente… nada especial. Lo hubiera olvidado si no fuera porque me he alojado muchas veces en alojamientos “con algo” y este no tenía nada de nada… ¡Mal!
Esta situación la explico siempre pensando en los hoteles de países como Indonesia. Los hoteles de 4 y 5 estrellas son casi siempre de cadenas extranjeras, muy similares a los que podemos disfrutar aquí y a mí me resultan soberanamente aburridos e impersonales. Pero si te vas a una guest-house, que aquí equivaldría a un hostal, lo sueles hacer a casas tradicionales, con servicios amables y personas cercanas, además de disfrutar por ejemplo de patios y desayunos abundantes servidos en la misma habitación.
Este fue el caso del Pondok Kecil Bungalow, en Ubud, un hotel de esos que te marcan: en una casa típica del lugar, rodeada de naturaleza, con esa paz que le debe corresponder a la isla de Bali, con un trato humano inmejorable…
En resumen, si los hoteles se desmarcan por alguna de sus características, siempre será mucho más fácil recomendar la experiencia y querer repetir. Y esta diferencia no es siempre, como se puede creer, la comodidad o los servicios más modernos. A veces, el mimo que pongan sus dueños puede ser más importante. Al menos para mí…
La bendita hora de entrada
Yo no sé si esto antes era así, pero yo tengo la sensación de que desde hace unos años para acá, la hora de entrada habitual en los hoteles es más tarde. Ahora, muchos de ellos hasta las 15.00 no te dejan entrar… claro, muchos aviones llegan pronto, por lo que esta circunstancia afecta realmente a tu viaje, lo que la convierte muchas veces en decisiva.
Por no decir que algunos casos, cuando llegas dicen que es la hora de limpieza y que puedes dejar tus cosas pero no entrar en la habitación. Me sucedió una vez. Y la verdad es que así no… a veces, conviene más enviar un mensaje y aclarar estos términos para no llevarse sorpresas.
¡Las condiciones están para cumplirlas!