Un equipo internacional de investigadores dice que éste ha estado fluctuando durante miles de años, pero que no hay razones para preocuparse.
Varias ánforas de arcilla de la antigua Judea, de miles de años de antigüedad, demuestran que el campo geomagnético de la Tierra ha estado fluctuando durante cientos de años y que no existen motivos para preocuparse por su estado actual, aunque está disminuyendo y algunos científicos sospechan que está a punto de cambiar.
En un nuevo estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias, investigadores de las universidades de Tel Aviv, Hebrea y de California-San Diego citan datos obtenidos del análisis de 67 ánforas, que llevan impresos sellos reales de los siglos octavo al segundo antes de esta era.
El impacto térmico a que han estado expuestas ofrece pruebas de cambios en la fuerza del campo geomagnético a través del tiempo.
“La antigüedad de las ánforas nos ha permitido obtener información del campo magnético de la Tierra, entre la Edad del Hierro y el Período Helenístico en Judea, cuando fueron hechas”, dijo Erez Ben-Yosef, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv y director del estudio.
Judea fue uno de los reinos de Israel, y es en la actualidad una región administrativa que abarca el sur de Jerusalén.
Los científicos no entienden por completo la función del campo geomagnético, pero algunos creen que hay una correlación entre los cambios de los polos magnéticos, que dejan vulnerable al planeta a la radiación cósmica, y extinciones masivas.
“Estos nuevos resultados ponen en contexto la disminución en la fuerza del campo magnético. Al parecer, no es un fenómeno aislado, pues a lo largo del último milenio se ha debilitado con frecuencia, pero ha vuelto a recuperar su fuerza”, dijo Ben-Yosef. “La tipología de los sellos impresos en las ánforas, que reflejan los cambios en las entidades políticas que gobernaban en la zona, ofrecen una excelente aproximación a la fecha cuando fueron hechas”.
Francia es el primer país europeo en instalar el árbol solar israelí respetuoso con el medio ambiente.
La innovadora empresa israelí Sol-logic, promotor líder de sistemas de energía renovable, dio a conocer un prototipo revolucionario de un árbol solar (“eTree”) en 2014.
El árbol de aspecto moderno tiene paneles solares que reemplazan las hojas, creando suficiente energía cada día para enfriar el agua en una fuente de agua adjunta, cargar teléfonos inteligentes para los visitantes, proporcionar iluminación nocturna e incluso WiFi gratis!
Diez ciudades en Israel y los Estados Unidos ya han instalado eTrees.
Ahora Europa está alcanzando, ya que los residentes de la ciudad relativamente pequeña de Nevers en el centro de Francia disfrutarán mucho más que la sombra de su nuevo árbol.
Fuente: United with Israel
" data-medium-file="" data-large-file="" class="size-large wp-image-76282" title="Las manijas de 67 ánforas de la antigua Judea estuvieron expuestas a impactos térmicos. Cortesía." src="https://es.israel21c.org/wp-content/uploads/2017/02/jars-1-768x432.jpg" alt="Las manijas de 67 ánforas de la antigua Judea estuvieron expuestas a impactos térmicos. Cortesía." width="760" height="428" />El campo magnético mostró apogeo durante el siglo octavo antes de esta era que, según Ben-Yosef “corrobora las observaciones previas hechas por nuestro grupo, publicadas por primera vez en 2009, que mostraban que éste fue excepcionalmente fuerte durante la temprana Edad del Hierro. Lo llamamos el ‘pico de la Edad del Hierro’, y es el de más fuerza que se ha registrado en los últimos 10.000 años”.
La Edad del Hierro se refiere al período cuando la humanidad empezó a usar este metal en armas y herramientas, y se estima que empezó entre los años 1200 y 1300 antes de esta era. Sigue a la Edad de Bronce.
Para medir con precisión la intensidad geomagnética, los investigadores —Ben-Yosef, Oded Lipschits y Michael Millman, de la Universidad de Tel Aviv; Ron Shaar, de la Universidad Hebrea; y Lisa Tauxe, de la Universidad de California-San Diego— realizaron experimentos en el Laboratorio de Paleomagnetismo de la Institución Oceanográfica Scripps de ésta última con hornos paleomagnéticos hehos en laboratorio y un magnetómetro superconductor
Minúsculos minerales que guardan información
“Cerámicas, arcilla cocida, ladrillos de barro quemado, objetos de cobre… prácticamente cualquier cosa que ha sido calentada y que después se ha enfriado puede registrar los componentes del campo magnético al momento que fueron fabricados aquellos”, dijo Ben-Yosef.
Agregó: “En las cerámicas hay minúsculos minerales —‘grabadores’ magnéticos— que almacenan información sobre el campo magnético del momento en el que la arcilla estuvo en el horno. El comportamiento del campo magnético en el pasado puede estudiarse al examinar objetos arqueológicos o materiales geológicos que estuvieron expuestos al calor y luego se enfriaron, como la lava”.
La arqueología y de las ciencias de la Tierra se beneficiarán de los nuevos hallazgos, según los investigadores.
En el estudio muestran también cómo los cambios en el campo geomagnético pueden usarse como método adicional para la datación por radiocarbono.
Un conocimiento más profundo de parámetros como el campo magnético, que alcanza profundidades de 2.900 kms en la parte líquida del núcleo externo de la Tierra, ofrecerá una visión más clara del planeta y de su estructura interna, dijeron los investigadores.
Fuente: Israel21c