Ángel García López.Cuando todo es ya póstumo.Castalia Ediciones. Madrid, 2016.
¿En qué muerte cifrada del país claroscuro han guardado este cuerpo?
¿En qué taller sin nombre se hilaron esas cuerdas que su voz maniataron?
¿Cómo oírla en los ángeles que madrugan las aguas y empujan las falúas;
los que vuelan la orilla y lucen pies marinos, corazones de brea
con la piel transparente que el salitre ha tostado?
Esos versos de largo aliento y tono solemne, en los que resuena un eco lejano del clásico Ubi sunt?, forman parte de Cuando todo es ya póstumo, el libro que Ángel García López publica en Castalia Ediciones.
Una despedida doble, porque además de una elegía a la muerte de su mujer es el punto final a una larga y reconocida trayectoria poética que alcanza su punto más alto en libros como Memoria amarga de mí o Trasmundo.
La desolación y la soledad, la nieve y el polvo, el agua y la sombra, el río del recuerdo y el tiempo oscuro de una noche continua son el telón de fondo de los catorce poemas que componen el libro, la forma de fundirse con el paisaje en unos versos en los que la luz se convierte en un recuerdo bajo “el aguacero de las desolaciones” o cuando el mediodía convoca al desconsuelo y a la nada en medio de un imponente despliegue paisajístico atravesado por presagios funestos y por el desconcierto:
¿Sabré dónde encontrarla al buscarla en mí ahora?
Versos de alto poder evocador que, en su desbordamiento expresivo, son un largo aullido de dolor en la noche del mundo. En el equilibrio entre la expansión del sentimiento y la contención rítmica del desaliento, los versos de Cuando todo es ya póstumo reúnen lo visionario y lo confesional en el ritmo pausado que permite conectar, como en toda elegía, dos tiempos -el presente y el pasado-, dos espacios –el inmediato y el evocado- y dos personas –la primera y la segunda:
¿Dónde estás, qué te esconde de ti, sitio invisible donde las madreselvas y el galán de la noche urgían sus aromas sin final; donde pájaros llegaban a sanarse del temor de ser ciegos?
Dedicado a “Emilia, in memoriam”, con este libro cierra Ángel García López circularmente una obra iniciada significativamente con un primer libro titulado Emilia es la canción. Más de medio siglo después de aquellos poemas, cuando el luto lo inunda todo, su ausencia marca también el inicio del silencio sobre el eco de una flauta infinita.
Cuando todo es ya póstumo es por eso el último libro de una voz que se despide con estos versos conmovedores, con los que se cierra una larga trayectoria poética que alcanza aquí uno de sus momentos más altos:
Sobre ti, luna extinta, pese leve la tierra. Sitio eterno este tuyo bajo el cielo de Wátani, brezal donde el consuelo no hallará nunca día. Escindida hoy del mundo, tu muerte a mi palabra ha dejado sin nido. Tú eras ella, voz única. La que, ahora, conclusa, sepultada en lo mudo, es ceniza contigo.
Santos Domínguez